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Desperté unas horas más tarde, los rayos de luz que se filtraban a través de las cortinas me  daban directamente en la cara. Miré el reloj: las 6:17 a.m. Me incorporé lentamente, con la mente nublada por el cansancio. Algo me impulsó a mirar el teléfono de nuevo. Ahí estaba, reposando sobre la mesita de noche, pero la pantalla estaba en negro, sin notificaciones, como si la llamada de hace unas horas nunca hubiera sucedido.


El corazón me dio un vuelco. ¿Había sido todo un sueño? Intenté recordar con claridad lo que había escuchado, la voz, las palabras que me habían estremecido, pero cuanto más lo pensaba, más me desilusionaba, como si mi mente se negara a aferrarse a esos detalles.


Decidí levantarme, tratando de sacudir la sensación de desconcierto que me envolvía. Pero mientras me dirigía al baño, un pensamiento se instaló en mi cabeza, persistente: si había sido un sueño, ¿por qué aún podía escuchar su voz tan claramente en mi mente?.


Ignore todas las teorías que hacia mi cabeza y decidí enfocarme en mi día ya que tenia demasiado trabajo y mi día iba a estar super ocupado. No tenía tiempo para analizar lo que había ocurrido, si es que algo realmente había sucedido.


Me obligué a seguir con mi rutina: una relajante ducha, café, y la lista interminable de pendientes que me esperaba. El día prometía ser un torbellino de sesiones de fotos, correos electrónicos de marcas que querían trabajar conmigo  y proyectos de campañas interminables. Si me mantenía lo suficientemente ocupada, no tendría tiempo de pensar en la llamada, en esa voz que todavía susurraba en el fondo de mi mente.


Tomé mi bolso y me dirigí a la puerta, respirando hondo antes de salir. Con cada paso que daba hacia la agencia, me repetía que todo había sido un mal sueño, un simple desliz de mi imaginación.
Casi llegando a la agencia, mi teléfono comenzó a sonar, interrumpiendo el ritmo de mis pensamientos. Miré la pantalla y vi el nombre de Kenia parpadeando. No era raro que me llamara a primera hora; solíamos hablar antes de que comenzara nuestro día para ponernos al día.


—Hola bb —me dijo con su tono energético como siempre.

—Hola, Kenni —contesté, tratando de sonar lo más normal posible.

—¿Estás bien?— preguntó—

Su pregunta me tomó por sorpresa. No era habitual que Kenia preguntara por mi estado emocional sin motivo aparente.

—Sí, estoy bien. ¿Por qué lo preguntas? —intenté mantener el tono ligero, pero algo en su pausa me puso en alerta.—Es que... te escuchas desanimada. No sé, qué pasa? por qué estas así?— pregunta en tono suave.


Mi corazón dio un vuelco al recordar lo que sucedió una horas antes. —Es que... no estoy segura si pasó o no, pero me habló.— dije rápidamente. Hubo un breve silencio antes de que ella respondiera.—¿Qué? ¿Quién te habló?.


—En la madrugada recibí una llamada —continué, ahora más rápido, como si decirlo de una vez me ayudara a despejar la confusión—. La contesté y era él. Estoy segura de que era su voz, Kenia. Me llamó "mi cachetona hermosa", solo hay una persona en el mundo que me decía de esa manera...

Hubo un silencio al otro lado de la línea, y pude imaginar a Kenia procesando lo que acababa de decir. Estaba tratando de mantener la calma, de racionalizar lo que había experimentado, pero solo al decirlo en voz alta, todo volvía a parecer tan surrealista y aterrador como lo había sentido en ese momento.

—¿Estás segura de que era él? —preguntó Kenia finalmente, con un tono suave, como si no quisiera asustarme más de lo que ya estaba.

—Sí —respondí, mi voz apenas un susurro—. Al principio pensé que era un sueño, pero ahora... no lo sé. No sé qué pensar, Kenni.

Kenia suspiró al otro lado, y su voz se suavizó aún más.

—Escucha, tal vez fue tu mente jugando trucos, especialmente si has estado estresada, además llevan como 5 años que ya no saben nada el otro. A veces, nuestro cerebro hace cosas extrañas cuando estamos cansados o emocionados. ¿Por qué no hablamos de esto cuando salgas de la agencia? Tal vez solo necesitas despejar la cabeza un poco, ¿de acuerdo?

Asentí, aunque sabía que ella no podía verme. La lógica de Kenia tenía sentido.

—Sí, tal vez tengas razón —murmuré, aunque una parte de mí aún se aferraba a la idea de que había sido real.

Colgamos, y mientras guardaba el teléfono en mi bolso, traté de convencerme de que todo había sido un malentendido, un efecto secundario de mis emociones. Sin embargo, mientras me acercaba a la agencia, no podía evitar sentir que la conversación de esa madrugada había abierto una puerta que ahora no sabía cómo cerrar.

Unas horas después de terminar algunas sesiones de fotos en la agencia. Había logrado sumergirme en el trabajo, dejándome llevar por el ritmo frenético que siempre lograba distraerme de cualquier preocupación.


El reloj marcaba las 3:15 p.m. y, aunque había sido productiva, el día se sentía extrañamente largo, como si algo invisible y pesado estuviera colgando sobre mí. Termine de cambiarme y salí de la agencia en camino hacia mi auto. Conduje a mi casa, dejando atrás la agitada rutina de la agencia. El cielo comenzaba a teñirse de un naranja apagado, mientras el sol descendía lentamente en el horizonte. La música en la radio sonaba de fondo..


Aparqué frente a mi casa y me quedé un momento en el auto, con las manos aún en el volante, mirando la entrada. Finalmente, tomé aire y apagué el motor. Salí del coche, recogí mi bolso y caminé hacia la puerta. Al entrar, me dirigí a la cocina y abrí el refrigerador, buscando que hacer para el almuerzo.


Mientras sacaba los ingredientes para una ensalada, no pude evitar que los pensamientos sobre la madrugada, la llamada de Antonio volvieran a mí. Intenté ignorarlos, enfocándome en cortar las verduras. Finalmente, dejé el cuchillo a un lado y me apoyé en la encimera, cerrando los ojos por un momento. ¿Qué estaba pasando conmigo? ¿Por qué no podía sacudirme esta sensación? Había sido solo una llamada, un mal sueño... ¿verdad?


Hace mucho tiempo que no sé de Antonio, al menos no personalmente. Lo único que sé de él es lo que aparece en las redes sociales y eso que no nos seguimos en ninguna red social, las noticias sobre su creciente fama como cantante. Ahora todos lo conocen como "Junior H,".


De alguna manera me enorgullece ver hasta dónde ha llegado, cumpliendo el sueño que siempre tuvo desde que lo conocí. La llamada de la madrugada me dejó aún más confundida. La voz que escuché era la misma de antes, la voz de Antonio. Y aunque una parte de mí quiere creer que fue solo un sueño, no puedo ignorar el peso de esa breve conversación.


Mientras me recuesto en el sofá, dejando que el murmullo de la música llene el silencio, no puedo evitar preguntarme qué hubiera pasado si las cosas hubieran sido diferentes, si esas peleas no nos hubieran separado, esos rumores y todo lo demás. Pero ahora, todo lo que tengo son recuerdos.

Jueves 10 - Junior HDonde viven las historias. Descúbrelo ahora