JUNIOR POV
—Y pues así pasó, pa —le digo a Gabito mientras termino el cigarro. Exhalo el humo lentamente, tratando de parecer relajado, pero la neta me muero de nervios por dentro.
—¿Y no te ha contestado los mensajes desde que la dejaste en su casa? —pregunta Gabito, medio riéndose, como si fuera algo sin importancia.
—Nah, nada, güey. No me ha contestado —digo fingiendo despreocupación, pero me pesa la verdad. ¿Y si ya no quiere verme? ¿Si se da cuenta de que esto fue un error? No puedo evitar que ese pensamiento me esté comiendo por dentro.
Gabito se suelta en carcajadas con lo último que dije. —Es que ya la espantaste, compa, se dio cuenta que de cerca no estás tan guapo.
Le lanzo una mirada de broma, pero mi sonrisa es más una fachada. —No seas mamón, Gabriel, si bien que la traigo loca —le contesto, intentando seguir su juego, aunque por dentro sigo inquieto. Pero, ¿y si no es así?.
—Mira, compa —dice Gabito, poniéndose serio por un momento—, si no te ha contestado es porque tal vez está ocupada, o se quedó dormida, no te claves tanto. Pero tú aquí, todo paranoico, te vas a volver loco.
Suelto una carcajada ligera para no quedarme en silencio. —Sí, tal vez... pero ¿y si...? —me detengo. El "¿y si no quiere seguir con esto?" me quema la lengua. No quiero decirlo en voz alta, porque entonces se siente más real.
—No mames, Junior —dice Gabito mientras me mira de reojo y le da un pequeño sorbo a su trago—. Si la morra no quisiera nada, ya te lo habría dejado claro. O sea, por algo pasó lo que pasó anoche, ¿no? No te iba a abrir así nomás si no quisiera.
—Pues sí, pero... —empiezo a decir, y de nuevo me callo, porque la duda sigue ahí. ¿Y si fui muy rápido? ¿Y si todo lo que pasó anoche le hizo cambiar de opinión? Miro el teléfono una vez más, esperando ver un mensaje, algo, pero sigue en silencio.
Gabito se me queda viendo por un rato, y luego suelta un suspiro. —La morra te quiere, Junior, eso se ve. Si no quisiera nada contigo, te lo habría dejado claro, compa. Pero ya, déjala respirar tantito, no la traigas corta. Si de verdad quieres que funcione, tienes que dejar que las cosas fluyan.
Lo escucho, pero las dudas siguen en mi cabeza. ¿Y si lo que hicimos esa noche fue demasiado? ¿Si fue muy rápido? Miro el celular de nuevo, reviso los mensajes, pero no hay nada. —Sí, sí, tienes razón —murmuro finalmente, más para convencerme a mí mismo.
—Además, compa, tampoco la cagues con estar de intenso. Las morras se alejan cuando sienten presión. Dale su espacio y chance mañana mismo te busca, toda emocionada —Gabo suelta una carcajada, dándome una palmada en la espalda.
—Ojalá tengas razón, wey —murmuro, encendiendo otro cigarro, más por costumbre que por ganas.
No puedo dejar de pensar en lo que pasó anoche, en la sonrisa de Luanne, en la forma en que se acurrucó en mis brazos. Pero ahora, sin respuesta de su parte, todas esas imágenes parecen más frágiles. ¿Y si todo fue solo un momento, y no algo más?
—Ya verás, compa —dice Gabo, como si leyera mis pensamientos—. No te agüites. Si de verdad te quiere, no te va a dejar colgado.
Asiento mientras juego nerviosamente con el gallito entre mis dedos, tratando de calmar los pensamientos que giran en mi cabeza. Todo lo que pasó anoche me dejó pensando, y el hecho de que no haya una respuesta de Luanne me hace sentir como si caminara sobre hielo delgado.
—Sí, wey, tienes razón —murmuro, aunque no me lo creo del todo. A veces es más fácil decir que todo está bien que realmente sentirlo.
—Mira, no te pongas todo intenso ahorita. Dale su espacio. La morra también necesita procesar lo suyo, ¿no? No la traigas cortita con los mensajes. Dale chance.
Suelto una risa leve, pero aún no puedo quitarme la presión del pecho.
—Sí, tienes razón... Es que no quiero que esto termine mal otra vez, ¿sabes? —digo, finalmente soltando parte de lo que realmente me preocupa. Gabito me mira, asintiendo como si entendiera.
—Si tratas de controlar todo, es cuando se te escapa de las manos. Déjala fluir. Si es para ti, no se va a ir. —Hace una pausa y me mira directamente—. Y si no, bueno, ya sabes que siempre habrá más morras por ahí.
Me río con una mezcla de alivio y frustración.
—No es tan fácil, Gabito. Con Luanne... todo es muy diferente.
Gabito me mira como si no entendiera—. ¿Qué es lo que la hace tan especial?
—Es que a ella la conozco desde hace mucho —le respondo en tono serio, casi sin pensarlo. Hasta yo me sorprendo al decirlo en voz alta.
Gabito me mira, confundido, como si no pudiera conectar los puntos.
—¿Qué? —me pregunta, todavía tratando de procesar lo que acabo de decir.
Suelto un suspiro pesado y desvío la mirada, como si estuviera admitiendo algo que había mantenido escondido por mucho tiempo.
—Es mi ex novia, Gabito —digo finalmente, con un tono grave.
Gabito se queda en silencio, su confusión se transforma en incredulidad, como si no pudiera creer lo que acaba de escuchar.
—¿Tu ex? —repite, y veo cómo trata de entender la situación—. O sea, ¿cómo que ex? ¿Desde cuándo?
Me paso una mano por el rostro, sintiendo que todo esto era inevitable.
—Hace años, pa. Tuvimos algo... muy intenso, pero las cosas no funcionaron. La verdad, pensé que ya estaba todo dicho, que habíamos terminado para siempre, pero luego la vida nos volvió a juntar. No sé cómo explicarlo, pero desde que volvió a aparecer, es como si todo lo que sentía por ella nunca hubiera desaparecido.
Gabito se queda mirándome unos segundos antes de soltar un suspiro.
—Te lo tenías bien guardado.
—Eso fue hace mucho tiempo —le respondo, encogiéndome de hombros—. Terminamos antes de que me fuera a Los Ángeles y antes de que toda mi carrera comenzara.
Gabito me observa con curiosidad. —¿Y qué pasó? ¿Por qué no funcionó?
Me froto la nuca, recordando esos días. —Ya peleabamos mucho, bro. Las cosas estaban muy mal, y en ese momento pensé que lo mejor era concentrarme en mi carrera. No podía ofrecerle nada estable, siempre pensé que ella se merecia algo mejor... algo que yo no podía darle.
Gabito asiente lentamente, comprendiendo. —Entiendo, compa, pero ahora... ¿por qué estás tan metido con ella otra vez? ¿Qué cambió?
—No sé —digo, suspirando—. Desde que nos volvimos a ver, todo ha sido diferente. Es como si todo lo que sentía por ella nunca se hubiera ido. Al principio pensé que era nostalgia, pero no, es más que eso. Es como si nunca la hubiera superado del todo.
Gabito me lanza una mirada pensativa. —¿Y crees que ella aún siente lo mismo por ti?
—Eso es lo que no sé, bro. A veces pienso que sí, otras no estoy tan seguro. Pero algo me dice que debo arriesgarme, aunque me da miedo volver a perderla. Esta vez quiero hacerlo bien.
Gabito se ríe suavemente, dándome una palmada en la espalda. —No sé, compa, pero si de verdad crees que hay algo especial entre ustedes, no te rindas tan fácil. Dale tiempo, pero no la dejes ir si ves que también quiere estar contigo.
Asiento con la cabeza, dejando que el tema se desvanezca en el aire. No quería seguir pensando en ello por ahora. Me levanto de donde estaba sentado y me despido de Gabito con un leve gesto. La fiesta apenas empezaba y las risas y música resonaban en cada rincón de la casa. Camino entre la multitud, reconociendo a algunos amigos que no veía desde hacía tiempo.
—¡Ashee, qué milagro verte por acá! —me grita uno de los chicos, levantando una cerveza en señal de saludo. Me acerco y le doy un abrazo rápido.
—Ya sabes, ando escapándome del trabajo —le respondo con una sonrisa.
El grupo está animado, y me integro en su conversación, riendo con ellos, pero en el fondo, mi mente sigue vagando hacia Luanne. Aunque intento distraerme, su rostro sigue apareciendo en mi cabeza, el eco de sus palabras y risa me persigue entre las conversaciones. Pero por ahora, prefiero dejarlo en pausa y disfrutar del momento con mis amigos.
ESTÁS LEYENDO
Jueves 10 - Junior H
FanfictionLuanne y Antonio podrían volver a enamorarse como alguna vez lo hicieron en su adolescencia?