Ya había regresado a Los Ángeles, donde vivo por mi trabajo. Los últimos días en Culiacán los pasé con mis hermanos, contándoles todo lo sucedido con Antonio. Fue agradable estar de nuevo en casa, rodeada de mi familia.
Kenia se fue antes porque iba a empezar a grabar más canciones, y aunque la extrañaba, sabía que ella también tenía sus cosas. Desde entonces, Antonio no ha dejado de darme corazones en mis historias y responderlas con frecuencia. Es como si estuviera intentando mantenerse presente de alguna manera, y no sé cómo sentirme al respecto.
Me estaban arreglando, preparando cada detalle con cuidado, ya que tenía llamado para unas fotos en laciente agencia. Estaba en lo mío cuando mi celular vibró con las notificaciones. Lo desbloqueé y vi que eran mensajes de Antonio. Sin poder evitarlo, una sonrisa se dibujó en mi rostro de forma inconsciente.
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Hola, chula, cómo estás?
Bien, gracias
Ya se que es raro que te mande mensaje
Si, la verdad si, ocupas algo?
No, chula, solo no quería quedarme con las ganas de hablar contigo
