Han Jisung, un omega con un delicado aroma a lirios y frambuesas, está harto del constante acoso de alfas que no lo dejan en paz. Decidido a poner fin a esto, busca una pareja que lo proteja de tanta atención no deseada.
En medio de su búsqueda, con...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Un fuerte olor a pino recorrió el pasillo principal de la facultad de derecho, tan intenso que Jisung tuvo el impulso de taparse la nariz. Sin embargo, no podía hacerlo porque el olor estaba sobre él. El aroma era tan penetrante que parecía que el aire mismo se había impregnado de él, envolviendo todo en una capa pegajosa y desagradable.
Había acompañado a una de sus amigas a su siguiente clase y justo cuando se disponía a volver a su edificio, había sido acorralado cerca de los baños de la facultad por un alfa que era casi veinte centímetros más alto que él y considerablemente más robusto.
La figura del alfa con su postura dominante estaba frente a él como si de una sombra se tratara.
La estrategia de continuar con el coqueteo y aprovechar cualquier oportunidad para escapar se le estaba complicando, ya que tenía al alfa demasiado cerca. La presión en el ambiente era casi palpable.
Estaba tan ocupado intentando no vomitar que el alfa aprovechó la oportunidad para acercarse de más. La proximidad del otro alfa le resultaba casi asfixiante, y el intenso olor a pino se mezclaba con la repulsión que sentía por la situación.
Había dos cosas que Jisung detestaba profundamente: que los alfas se aprovecharan de él y el verano.
Y estaban sucediendo las dos al mismo tiempo.
El calor estaba siendo abrumador y solo servía para intensificar la incomodidad de su situación.
—¿Podrías alejarte? —preguntó Jisung, su voz sonando irritada y abrumada por la presión que sentía.
Se estaba esforzando por mantener la calma, pero la frustración de no poder manejar esa situación estaba apunto de hacerle ceder. Además, el hecho de que el alfa lo estuviera haciendo llegar tarde a clase, solo estaba agravando su malestar.
—Vamos, Han —susurró el alfa demasiado cerca de su oído, su aliento cálido rozando la piel de Jisung—. Solo dame tu número, es lo único que pido...
—Y lo que yo te estoy pidiendo es que te quites de encima de mí —replicó con firmeza, su paciencia agotada.
Su voz, aunque molesta, no dejaba de tener un matiz de desesperación contenida. El pasillo estaba desierto, no podría pedir ayuda a nadie.
—Me gustas más cuando te enojas —dijo el alfa con una sonrisa que Jisung encontró desagradable—. No entiendo por qué estás tan tenso. No te voy a morder.
Jisung respiró profundo, tratando de mantener la calma y resistir el impulso de golpear al tipo frente a él. Sentía una ola de frustración y rabia que estaba a nada de dejar salir. Podía vivir con las consecuencias.
