Un fanático desconocido de Jujutsu Kaisen se convierte en Sukuna. Intenta cambiar el futuro, pero ¿alguien confiará en el Rey de las Maldiciones?
ESTA HISTORIA NO ES DE MI PERTENENCIA ES DE SunglassesCat
https://archiveofourown.org/works/57854089/c...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Como hechicero de Jujutsu, había pocas cosas en la vida que fueran seguras para Kento. Primero, todas las maldiciones eran peligrosas y debían ser tratadas apropiadamente. Segundo, todos los hechiceros de Jujutsu morían con algún remordimiento. Tercero, y el más importante, era que Gojo Satoru era una fuerza de la naturaleza que de alguna manera se había manifestado en un ser humano. Cualquier cosa que ese hombre quisiera, la conseguiría. Si uno tuviera que enumerar la cantidad de reglas y etiqueta que Gojo había roto, entonces habría suficientes papeles para cubrir Jujutsu High. Era un hombre bendecido por el cielo, y se aseguraría de que todos lo supieran.
Desafortunadamente, Kento era uno de los objetivos favoritos de Gojo. Mientras que Gojo estaba bendecido por el dios que fuera que existiera allí arriba, Kento estaba maldecido con la posición de ser su kouhai. El día que puso un pie en Jujutsu High fue el momento en que su destino quedó sellado. Fue marcado como uno de los de Gojo. Si bien algunos podrían pensar que fue una bendición, en realidad fue una maldición. A Kento le gustaba la estabilidad y la rutina, pero su senpai prosperaba con exactamente lo opuesto. Odiaba cualquier cosa ordinaria, aburrida y normal. Cualquiera que tuviera que lidiar con un Gojo aburrido tenía toda la compasión de Kento. Lamentablemente, esa persona a menudo era el propio Kento.
Hoy era uno de esos días. Kento había esperado tener una semana aburrida como la habitual. Sin embargo, la suerte no estaba de su lado, ya que de alguna manera atrajo la atención de Gojo. Kento sintió el comienzo de un escalofrío, pero se armó de valor y optó por ignorar al hombre alto. Por supuesto, este era un acto inútil. Una vez que Gojo fijaba su vista en algo, no dejaba de tocarlo hasta que estaba satisfecho. Su última experiencia le había recordado muy bien ese hecho. Kento todavía podía recordar el papel que contenía un genital toscamente dibujado que encontró dentro de su bolsillo.
—¡Nanami! —lo llamó la voz alegre y chirriante.
Kento quería ignorarlo; realmente lo quería, pero la experiencia le había enseñado que era mejor dejar que Gojo hiciera lo que quisiera y recoger los pedazos después. Así que, con el corazón apesadumbrado, Kento cerró los ojos, respiró profundamente y se dio la vuelta. "¿Qué pasa?"
Gojo sonrió ampliamente mientras se acercaba a él con pies ligeros. Kento casi quiso dar un paso atrás al ver que su destino se acercaba. "¡Tu gran senpai tiene una petición importante!"
Kento no sabía qué necesitaría Gojo de él, considerando que era mucho más poderoso y rico. Fuera lo que fuese, solo le traería un dolor de cabeza. Sin embargo, no había nada que pudiera hacer más que escuchar y seguir los caprichos que este hombrecillo había tramado. "Estoy escuchando".
