09. La Marca Del Caos

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09. La Marca del Caos

A la luz de los escasos fuegos que aún ardían, pudo ver a gente quecorría hacia el bosque, huyendo de algo que se acercaba detrás, por el campo, algo que emitía extraños destellos de luz y hacía un ruido como de disparos de pistola. Llegaban hasta ellos abucheos escandalosos, carcajadas estridentes y gritos de borrachos. A continuación, apareció una fuerte luz de color verde que iluminó la escena.

A través del campo marchaba una multitud de magos, que iban muy apretados y se movían todos juntos apuntando hacia arriba con las varitas. Harry fruncio disimuladamente el seño. Parecía que no tuvieran rostro, todos ellos iban tapados con capuchas y máscaras. Por encima de ellos, en lo alto, flotando en medio del aire, había cuatro figuras que se debatían y contorsionaban adoptando formas grotescas. Era como si los magos enmascarados que iban por el campo fueran titiriteros y los que flotaban en el aire fueran sus marionetas, manejadas mediante hilosinvisibles que surgían de las varitas. Dos de las figuras eran muy pequeñas.

Al grupo se iban juntando otros magos, que reían y apuntaban tambiéncon sus varitas a las figuras del aire. La marcha de la multitud arrollaba las tiendas de campaña. En una o dos ocasiones, Harry vio a alguno de los que marchaban destruir con un rayo originado en su varita alguna tienda que le estorbaba el paso. Varias se prendieron. El griterío iba en aumento.

— Dan ganas de vomitar —susurró Ron, escondido detras de percy a la distancia, observando al más pequeño de los niños muggles, que había empezado a dar vueltas como una peonza, a veinte metros de altura, con la cabeza caída y balanceándose de lado a lado como si estuviera muerto—. Dan verdaderas ganas de vomitar...

Hermione y Ginny llegaron a toda prisa, poniéndose la bata sobre el camisón, con el señor Weasley detrás. Al mismo tiempo salieron de la tienda de los chicos Bill y Charlie completamente vestidos,arremangados y con las varitas en la mano.

— Vamos a ayudar al Ministerio —gritó el señor Weasley por encima de todo aquel ruido, arremangándose él también—. ustedes vallan al bosque, y no se separen por ningun motivo. ¡Cuando hayamos solucionado esto iré a buscaros!—Bill, Charlie y Percy se precipitaron al encuentro de la multitud. El señor Weasley corrió tras ellos. Desde todos los puntos, los magos de lMinisterio se dirigían a la fuente del problema. La multitud que había bajola familia Roberts se acercaba cada vez más.

—Vamos —dijo Fred, cogiendo a Ginny de la mano y tirando de ella hacia el bosque.

Harry, George, Granger y el menor de los weasley los siguieron. Al llegar a los primeros árboles volvieron la vista atrás. La multitud seguía creciendo. Distinguieron a los magos del Ministerio, que intentaban introducirse por entre el numeroso grupo para llegar hasta los encapuchados que iban en el centro: les estaba costando trabajo. Debían de tener miedo de lanzar algún embrujoque tuviera como consecuencia la caída al suelo de la familia Roberts.

Las farolas de colores que habían iluminado el camino al estadio estaban apagadas. Oscuras siluetas daban tumbos entre los árboles, y se oíael llanto de niños; a su alrededor, en el frío aire de la noche, resonabangritos de ansiedad y voces aterrorizadas. Harry avanzaba con dificultad, empujado de un lado y de otro por personas cuyos rostros no podía distinguir. De pronto oyó a Ron gritar de dolor.

Ignoró el grito del pelirojos y dejó atras a la pareja y continuo sin remordimiento, siguiendo a los gemelos, quienes continuaron su camino por el denso bosque. En algun momento, Harry se separo del resto del grupo con una ultima mirada a George, dirigiendose a las entrañas del arbolado.

Mientras esquivava los arboles y saltaba para evitar las raizes, Harry recordó su parte del plan: Hacer que Barty Jr. obtuviera una varita, que mas bien se resumia en tirar intencionalmente una varita rescatada de la boveda black frente a Barty en el estadio. 

Se detuvo de la nada, escucho atentamente el silencio del claro donde se encontraba, hasta que finalmete oyo lo que buscaba. Parecía que alguien se acercaba hacia el dando tumbos. Espero, escuchando el sonido de los pasos descompasados tras los árboles. Pero los pasos se detuvieron de repente.

— ¿Quién es? —llamó Harry. Sólo se oyó el silencio. Harry se puso en pie y miró hacia el árbol. Estaba demasiado oscuro para ver muy lejos, pero sabia perfectamente que había alguien justo un poco más allá de donde llegaba su visión— ¿Quién está ahí? —preguntó.

Y entonces, sin previo aviso, una voz diferente de cualquier otra que hubieran escuchado en el bosque desgarró el silencio. Y no lanzó un grito de terror, sino algo que parecía más bien un conjuro: 

— ¡MORSMORDRE!

Algo grande, verde y brillante salió de la oscuridad que los ojos de Harry habían intentado penetrar en vano, y se levantó hacia el cielo por encima de las copas de los árboles.

Se trataba de una calavera de tamaño colosal, compuesta de lo que parecían estrellas de color esmeralda y con una lengua en forma de serpiente que le salía de la boca. Mientras mas miraba, la imagen se alzaba más y más, resplandeciendo en unabruma de humo verdoso, estampada en el cielo negro como si se tratara de una nueva constelación.

Cerca de el, un destello amarillo ilimino una pequeña seccion del bosque, caompañado por un fuerte sonido de algo pesado golpeando el suelo y fue rapidamente seguido por un fuerte crugido.

Segundos después, una serie de repentinos ruiditos anunció la repentina aparición, de la nada, de una veintena de magos que lo rodearon. Harry paseó la mirada por los magos y tardó menos de un segundo en darse cuenta de que todos habían sacado la varita mágica y que las veinte varitas lo tenian en la mira. Sin pensarlo ni un solo segundo, desenfundo su propia varita y en una fraccion de segundo, un domo de luz lo rodeo, justo a tiempo para frenar una serie de destellos rojos.

— ¡Desmaius! —gritaron las veinte voces.

Los aturdidores golpearon con fuerza el domo, mas este no frecibio daño alguno y, con un movimiento de varitas mas, el domo comenzo a agrietarse y los veinte magos y brujas estaban en el suelo despues de que los hechizos fueran devueltos.

— Fuiste tu, Tu invoicaste la marca —dijo bruscamente, fulminándolo con la mirada. 

— No, no lo hice —Respondio harry con calma. 

— ¡No mienta, señor Potter! —gritó el señor Crouch, los ojos casi se le salían de las órbitas: parecíaenloquecido—. ¡Te hemos descubierto en el lugar del crimen!

—Barty... —susurró una bruja vestida con una bata larga de lana—. Es solo un niño, Barty. Nunca podrían haberlo hecho...

—¡Alto! —gritó una voz familiar—. ¡ALTO! ¡viene comigo, por favor! —Arthur grito desde atras, acercandose corriendo hacia Harry con una mirada aterrorizada 

—Apártate, Arthur —dijo Crouch con voz fría y cortante

— Dime, Harry, ¿de dónde ha salido la Marca Tenebrosa? —preguntó apresuradamente el señor Weasley.

— De allí —respondió Harry, señalando el lugar del quehabía partido la voz—. Estaban detrás de los árboles. Gritaron unas palabras... un conjuro. 

—¿Conque estaban allí? —dijo el señor Crouch, volviendo sus desorbitados ojos hacia Harry, quien lo miraba con el seño fruncido, con la desconfianza impresa en cada rasgo del rostro—. ¿Conque pronunciaron un conjuro? Usted parece muy bien informado de la manera en que se invoca la Marca Tenebrosa, señor Potter.

— Viene en los libros de historia, Barty, querido —harry dijo, burlandose del mago canoso.

— Como te...

— La pregunta es, Crouch, como te atreves a atacar a mi esposo sin un motivo o una orden de arresto —Marcus llego de la nada, mirando con dagas en los ojos al hombre.

Flechas ObsidianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora