30. La Gran Final De Quidditch
Las vacaciones de Semana Santa no resultaron lo que se dice relajantes. Los de tercero nunca habían tenido tantos deberes. Neville, Dean y Seamus parecían
encontrarse al borde del colapso nervioso y no eran los únicos.— ¿A esto lo llaman vacaciones? —gritó Seamus una tarde, en la sala común—. Los exámenes están a mil años de distancia, ¿qué es lo que pretenden con esto?
Harry, mientras tanto, tenía que combinar sus deberes con el diario
entrenamiento de quidditch, por no mencionar las interminables discusiones de tácticas con Wood.El partido entre Gryffindor y Slytherin tendría lugar el primer sábado después de las vacaciones de Semana Santa. Slytherin iba en cabeza, aunque solo le sacaba a Gryffindor 100 puntos exactos.
— Con el partido tan serca, no pudo concentrarme... y hacen mucho ruido —dijo Angélica nerviosa.
Había mucho ruido. Fred y George Weasley habían reaccionado a la
presión alborotando y gritando más que nunca. Oliver Wood estaba encogido en un rincón, encima de una maqueta del campo de quidditch, y con su varita mágica movía figurillas mientras hablaba consigo mismo.Angelina, Alicia y Katie se reían de las gracias de Fred y George. Harry estaba sentado con Neville y Parvati, algo alejado del barullo, tratando de no pensar en el día siguiente, porque cada vez que lo hacía le acometía la horrible sensación de que algo grande se esforzaba por salir de su estómago.
—Vas a hacer un buen partido —le dijo Parvati, tratando de tranquilizar al nervioso castaño—. No te preocupes, Harry, sabemos que lo vas a hacer genial.
— Eres el más rápido de todos... incluso con tu vieja escoba —dijo Neville—. Y eres uno de los mejores jugadores que conozco... no necesitas de la Saeta de Fuego para ganarle a Malfoy
—Sí —admitió Harry.
Fue un alivio cuando Wood, de repente, se puso en pie y gritó:
—¡Jugadores! ¡A la cama!
— ¡Si, mamá gallina! —Fred se burló desde su lugar.
— Oh, ¿es así?
— No les hagas caso, Oliver. Fred, George, vayan a descansar y dejen de hacer ruido —Harry regañó, mirando a los gemelos.
Wood se pasó el desayuno animando a sus jugadores a que comieran, pero él no probó nada. Luego les metió prisa para ir al campo antes de que los demás terminaran. Así podrían hacerse una idea de las condiciones. Cuando salieron del Gran Comedor, volvieron a oír aplausos.
—¡Buena suerte, Harry! —le gritó Cho Chang. Harry solo le debolbio la sonrisa tratando de parecer amable.
—Muy bien, el viento es insignificante. El sol pega algo fuerte y puede perjudicarnos la visión. Tened cuidado. El suelo está duro, nos permitirá un rápido despegue. Wood recorrió el terreno de juego, mirando a su alrededor y con el equipo detrás. Vieron abrirse las puertas del castillo a lo lejos y al resto del colegio aproximándose al campo.
—¡A los vestuarios! —dijo Wood escuetamente.
Nadie habló mientras se cambiaban y se ponían la túnica escarlata. Harry se preguntó si se sentirían como él: como si hubiera desayunado algo vivo. Antes de que se dieran cuenta, Wood les dijo:}
—¡Ha llegado el momento! ¡Adelante!
Salieron al campo entre el rugido de la multitud. Tres cuartas partes de los espectadores llevaban escarapelas rojas, agitaban banderas rojas con el león de Gryffindor o enarbolaban pancartas con consignas como «ÁNIMO, GRYFFINDOR» y «LA COPA PARA LOS LEONES».
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Flechas Obsidiana
FanfictionHarry acepta a la muerte cuando camina hacia el bosque prohibido. Le da la bienvenida, como si de un viejo amigo se tratase. ¿Y la muerte? La muerte se apiada del pobre chicos que es su maestro. ¿Y Destino? Ella solo se mete en los planes de Muerte...