08. Mundial De Quidditch
Durante la tarde del día siguiente, Harry y Marcus se adentraron al bosque, siguiendo a la gran multitud entusiasta por el camino iluminado por faroles, hacia el gran estadio.
La atmósfera de febril emoción se contagiaba y Harry no podía evitar mirar con nostalgia a la multitud.
— ¿Recuerdas el plan? —Marcus preguntó a si lado, apretando su mano sobre la de Harry, nervioso.
— Lo recuerdo, sí. Reunirme con los Weasley, ir a la carpa con los Weasley, escapar con los Weasley y perderme en el bosque... y atacar a los mortifagos que me encuentre... y correr hasta donde se que estará Barty Crouch.
— Y ahí es donde entro yo. Después se que Barty lance la marca Tenebrosa, yo lo inmovilizaré y me lo llevaré a Potter Manor, donde Andrómeda ya espera.
— Bien. —Harry asintió, deteniendo a Marcus.
— Tranquilo, todo saldrá de acuerdo al plan —dijo, besando al castaño en los labios.
— Lo sé, lo sé... cuídate, ¿sí? —Susurró Harry, llevando su mano a la mejilla de Marcus.
— Siempre... No vemos mañana, ¿de acuerdo?
Con un último beso, Harry se alejó hacia donde sabía estaban los Weasley esperándolo.
Estaba nervioso. Hoy sería la primera vez que tendría que estar cerca de Granger y el Weasley menor, aunque se sentía un poco mejor al saber que Charlie estaría ahí.
Según lo acordado, se encontraría con el Señor Weasley en la entrada del terreno del estadio, que era la salida del bosque. Después, seguirían a la multitud y finalmente, sería guiado hasta sus asientos junto a Charlie y Ginny.
Con cuidado esquivó a la gente emocionada que iba y venía, y caminó hasta uno de los puestos en la entrada del estadio. Ahí, Arthur Weasley esperaba pacientemente junto a una fila de personas ruidosas.
— ¡Aquí, Harry! —Arthur levantó la mano con entusiasmo.
— Señor Weasley —Harry asintió silenciosamente.
— Vamos, los muchachos deben estar impacientes... es impresionante, ¿no crees? Hay asientos para cien mil personas —explicó el señor Weasley—. Quinientosfuncionarios han estado trabajando durante todo el año para levantarlo.Cada centímetro del edificio tiene un repelente mágico de muggles. Cadavez que los muggles se acercan hasta aquí, recuerdan de repente que teníanuna cita en otro lugar y salen pitando... ¡Dios los bendiga! —añadió entono cariñoso, encaminándose delante de los demás hacia la entrada máscercana, que ya estaba rodeada de un enjambre de bulliciosos magos ybrujas.
— ¡Asientos de primera! —dijo la bruja del Ministerio apostada ante lapuerta, al comprobar sus entradas—. ¡Tribuna principal! Todo rectoescaleras arriba, Arthur, arriba de todo
— Gracias, Malina, ¡desfruta del partido!
Las escaleras del estadio estaban tapizadas con una suntuosa alfombrade color púrpura. Subieron con la multitud, que poco a poco iba entrandopor las puertas que daban a las tribunas que había a derecha e izquierda.
Siguieron subiendo hasta llegar al final de la escaleray se encontraron en una pequeña tribuna ubicada en la parte más elevada delestadio, justo a mitad de camino entre los dorados postes de gol. Conteníaunas veinte butacas de color rojo y dorado, repartidas en dos filas.
Harry miró por encima del hombropara ver con quiénes compartía la tribuna además de Charlie y Ginny. Hasta entonces no había llegadonadie, salvo una criatura diminuta que estaba sentada en la antepenúltimabutaca de la fila de atrás. La criatura, cuyas piernas eran tan cortas queapenas sobresalían del asiento, llevaba puesto a modo de toga un paño decocina y se tapaba la cara con las manos. Aquellas figura con orejas largas como demurciélago le llamaron la atención, decidiendo entablar la misma conversación del pasado e intentar crear un vinculo con la criatura.
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Flechas Obsidiana
FanfictionHarry acepta a la muerte cuando camina hacia el bosque prohibido. Le da la bienvenida, como si de un viejo amigo se tratase. ¿Y la muerte? La muerte se apiada del pobre chicos que es su maestro. ¿Y Destino? Ella solo se mete en los planes de Muerte...