14. Desastre en Clases

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14. Desastre En Clases

Las clases del día comenzaron a las 8:00 de la mañana con Cuidado de Criaturas Mágicas.

- ¡Vamos, vamos, dense prisa! -Hagrid gritó a medida que se aproximaban los alumnos-. ¡Hoy tengo algo especial para ustedes! ¡Una gran lección! ¿Ya está todo el mundo? ¡Bien, síganme!

Durante un largo minuto, Harry temió lo que iba a pasar, intentado decidir si detener lo que iba a pasar o no. Hagrid los conducía por el límite de los árboles y cinco minutos después se hallaron ante un prado donde no había nada.

- ¡Acerquense todos a la cerca! -gritó- Asegúrense de tener buena visión. Lo primero que tienen que hacer es abrir los libros...

- ¿De qué modo? -dijo la voz fría y arrastrada de Malfoy.

- ¿Disculpa?

- ¿Cómo abrimos los libros? -Repitió Malfoy. Saco su ejemplar de El monstruoso libro de los monstruos, que había atado con una cuerda. Otros lo imitaron. Unos lo habían metido muy apretado en sus mochilas, o lo habían sujetado con pinzas.

- ¿Nadie ha sido capaz de abrir el libro? -preguntó Hagrid decepcionado.

La clase, exceptuando a Harry, negaron con la cabeza.

- Solo tiene que acariciar su lomo -Dijo Hagrid, como si fuera lo más obvio del mundo-. Miren...

Tomo el ejemplar de Hermione y desprendió el celo mágico que no sujetaba. El libro intentó morderlo, pero harry le pasó por el lomo su enorme dedo índice, y el libro se estremeció, se abrió y quedó tranquilo en su mano.

- ¡Qué tontos hemos sido todos! -dijo Malfoy despectivamente-. ¡Teníamos que acariciarlo! ¿Cómo no se nos ocurrió?

- Yo... yo pensé que les haría gracia -le dijo Hagrid a Hermione, dubitativo.

- ¡Ah, que gracias nos hace...!-dijo Malfoy- ¡Realmente ingenioso hacernos comprar libros que quieren comernos las manos!

Hagrid pareció deprimido por un momento antes de que Harry le tomara golpeara levemente su costado.

- Malfoy, 5 puntos menos Slytherin.

- ¡¿Que?! ¡No puedes hacer eso!

- Soy el profesor, puedo, y ya lo hice. Ahora, ya tienen los libros, solo hacen falta las criaturas mágicas. Si, así que iré por ellas. Esperen aquí un momento... -dijo mientras se alejaba de ellos, adentrándose en el bosque.

- Dios mío, este lugar está en decadencia -dijo Malfoy en voz alta-. Estas clases idiotas... A mi padre me dará el patata cuando se lo cuente.

- ¿Es que no puedes vivir sin hablar de tu patético padre por un segundo de tu vida, Malfoy? -Harry entorno los ojos.

- Cuidado, Potter, Hay un dementor detrás de ti.

- ¡Uuuuuh! -Gritó Lavander Brown, señalando hacia la otra parte del prado, sin embargo, Harry no se inmutó.

- Madura de una vez, Malfoy. Quisiera verte a ti frente a uno. -Dijo, ignorando a Malfoy y viendo hacia donde la chica Griffindor apuntaba.

Trotando en dirección a ellos se acercaba una docena de criaturas, una de las que más admiraba Harry. Tenían el cuerpo, las patas traseras y la cola de un caballo, pero las patas delanteras, las alas y la cabeza eran la de un águila gigante. El pico era de un color similar al del acero y los ojos de un naranja brillante. Las garras de las patas delanteras eran de quince centímetros cada una y parecías armas mortales.

Cada bestia llevaba un collar de cuero grueso alrededor del cuello, atado a una larga cadena. Hagrid sostenía en sus grandes manos el extremo de todas las cadenas. Se acercaba corriendo por el prado, detrás de las criaturas. Todos se echaron un poco hacia atrás cuando Hagrid llegó a donde estaban ellos y ató a los animales a la cerca- ¡Hipogrifos! -Gritó Hagrid alegremente, haciendo a sus alumnos una señal cola mano- ¿Verdad que son hermosos?

Flechas ObsidianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora