Demonio Real - Katakuri x OC

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Fue obligada a comer en el comedor junto a Robert, Ray y a quien se me imagina la reina consorte, ademas, los estaba acompañando un pequeño niño de cabellos cobrizos y ojos celestes, comprendió de inmediato que era su hermanastro, hijo de la actual reina y su padre, el pequeño debía tener unos cinco años, no sabia cuanto tiempo pasó después de que ella se fuera, para que su padre consiguiera una consorte y un hijo más, el niño le daba miradas cargadas de terror de vez en cuando, también podía observar la curiosidad cruzar sus ojos, ella simplemente comió en silencio, él no tenía la culpa de nada, y no le daría una experiencia horrible a su tan corta edad, ninguno hizo el intento de sacar algún tema de conversación, ella se tenía que alimentar bien, debía tener fuerzas para pelear cuando fuese necesario, debía regresar con su gente.

Al terminar todo lo que los chefs habían preparado y los sirvientes dejado sobre la mesa, se puso de pie, los guardias a su cargo la guiaron de regreso por el pasillo, pero tomaron otro camino, ya se imaginaba que estaba todo muy tranquilo en la mesa, seguramente Robert quería hablar en privado con ella.

La dejaron en el invernadero y se sentó a observar las flores a su al rededor. No era estúpida, sabía que el viejo debe estar tramando algo entre manos, seguramente le explicará su rol en el territorio mágico, o la chantajeara con algo, pero ella no tiene nada que perder, él en cambio...

- Sabía que no era normal que estuvieses comportándote como un ser humano decente - Lo miro aburrida, cuando lo vio caminar hacia ella -

- Cuida tus modales Raphäelle - Se sentó a su lado - Yo soy demasiado indulgente contigo, pero Lilin no lo será, te cortará esa lengua filosa a penas digas algo fuera de lugar.

- Bien, no la necesito mucho - Observo los tulipanes junto a ella -

- No estoy aquí como padre, si es eso lo que piensas - Se sentó a su lado -

- Jamás me atrevería a soñar algo como eso - Rodó sus ojos aburrida -

- Bien, iré directo al grano entonces, tienes que ganarte la confianza de Lilin, tal como lo hiciste con Evangelie y Sarsene.

- No, no haré nada por ti, ya te lo dije, prefiero morir - Arranco una flor -

- Lo sé, si tú muerte no afectará los planes que tengo con el reino mágico me daría lo mismo, créeme - Posó su mano en su hombro apretando con fuerza - Pero te necesito viva, la alianza debe prosperar, por eso no es tu vida la que está en juego -
Guardó silencio un par de segundos - Se cuánto amas a Raymond - Sonrió levemente -

- No le harías nada al príncipe de oro -   Lo observó hastiada de su penosa amenaza -

- Hoy conociste al otro heredero de la corona - Retiro su mano del hombro de ella y se levanto -  Nació mientras tú estabas jugando a la salvaje, la actual reina lamentablemente no me dió otro príncipe de oro, pero llegado el momento, si lo requiero, cumplirá su papel de monarca cuando deba hacerlo - Arrebato la flor de su mano y la observó - Así que si no sigues con esta alianza, no serás tú quien salga perjudicada - Guardó silencio jkoa segundos observando la pequeña flor en su mano - Piensa bien antes de escapar o suicidarte, Raymond es el heredero perfecto, pero puedo sacrificar algunas piezas para obtener el territorio mágico - Aplastó la flor -

- Eres una mierda de padre - Escupió con rabia -

- Lo que digas - Movió sus mano desestimando las palabras de su hija - Pórtate como una princesa, haz valer todos los años que invertí en tu educación, gánate la confianza de Lilin y tráeme el territorio mágico a mis manos.

Ella no dijo nada, observó la flor aún en la mano de su padre, cómo era aplastada al igual que ella, nunca podría ser libre, realmente nació maldita después de todo, jamás podría poner en peligro a su hermano, dudaba realmente del valor de Robert para deshacerse del símbolo de la abundancia, pero él hecho de que exista otro heredero ya  amaneza la vida de Ray, la reina consorte podría interferir y podrir aún más la mente de su padre, incluso tomar accciones por su propia cuenta ,las personas ansiosas por el poder son capaces de muchas cosas con tal de conseguirlo.

- Supongo que has comprendido tu situación - Dejó caer la flor al piso - El matrimonio será aquí dentro de un par de días, te casarás con el tercer hijo de Lilin, Katakuri - Se acercó a la puerta - Tendré los ojos puestos en ti Raphäelle, debes comportarte como corresponde - La dejó sola en el invernadero  -

Katakuri.

Había peleado con él en dos ocasiones, pocas cosas le daban miedo, pero él era una de esas, trago duro, era un tipo fuerte, con un dominio del combate envidiable, y manejaba sus poderes de tal forma que pocas veces dejaba sobrevivientes, la primera vez que se enfrentó a él, quedó totalmente destruida, lo dió todo en la batalla, vio su vida pasar por sus ojos en incontables momentos, dudaba que fuese la piedad lo que lo movió aquel día para dejarla con vida o que simplemente no sé percató que seguía respirando, pero seguía en este mundo solo por el hecho de que fue llamado de urgencia por uno de sus comandantes.

La segunda vez tampoco le fue muy bien, aunque ya conocía su estilo de pelea, él iba tras ella directamente, no la quería muerta, eso estaba claro, simplemente la quería capturar para presentarla ante la reina, así que muchas oportunidades no tuvo, su estrategia fue impecable lo felicitaba por eso.

Cómo podría aguantar lo que venía, recogió la flor del piso y la sacudió un poco quitándole el polvo, era por este motivo que no se permitía amar a nadie, es una las debilidades de todo ser humano, pero ella se sentía segura al amar al príncipe dorado, nadie querría hacerle daño al elegido por el sol, pero estaba equivocada, ahora lo sabía, no importa bajo qué estrella hayas nacido, si la ambición por el poder es más grande, es capaz de acabar con todo a su paso para adquirir aquel trofeo tan llamativo, como lo era el trono.

Finalmente no quedaría nada más que oscuridad.

Quiza la profecía si era cierta.

Y ella no era mas que el demonio oscuro que solo traerá destrucción.