𝟏𝟕

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Yuu se congeló. Miró a Deuce, sus ojos determinados de no dejarlo ir, su mano sosteniéndolo firmemente.

Yo... —Respiró hondo, sintiendo un nudo en su garganta—. Lo siento, Sebek... Lo siento, Silver... —Tragó grueso—. No... No puedo.

Los ojos de Silver se agrandaron con sorpresa, y Sebek frunció el ceño. No entendían qué ataba a Yuu a ese triste y gris lugar. 

¿¡Prefieres quedarte en este pueblo?! ¿¡Con esta gente que te llama bruja?!

¡No puedo dejarlos otra vez, Sebek! ¡No puedo irme! —Gritó, desesperado por que lo comprendieran. Todos los ojos estaban sobre él—. ¡Mi familia está aquí!

¡Tu familia está en el castillo! —Incapaz de mantener la calma, Sebek lo tomó de los hombros con fuerza y le miró directo a los ojos, buscando hacerlo entrar en razón—. ¡Lilia y Malleus te dieron un hogar! ¡Silver y yo!

Se paralizó.

Los pueblerinos empezaron a murmurar entre sí, susurros bajos, pero llenos de veneno y sospecha.

Y-Yo... —Murmuró, sintiéndose minúsculo. No tenía idea de qué hacer, su corazón se retorcía en su pecho—. No puedo...

¿Qué acaso no lo entiendes? ¡Hablas como si tu alma todavía te pertenece! —Sebek estaba perdiendo la paciencia—. ¡No puedes decidirlo!

Su cabeza no lo procesó al momento.

¿A qué te refieres...? —Murmuró, perdido.

Yuu, hiciste un trato... —Silver le recordó—. No hagas esto más difícil... Vamos a casa.

¡Quieras o no, el joven amo se preocupa por ti ahora! —Sebek insistió, ansioso por largarse de aquel pueblo perdido—. ¡Así que no seas un desagradecido y vamos! ¡El olor aquí me enferma!

Yuu... —Silver volvió a llamarlo. Su voz y ojos tranquilos contrastaban con los de Sebek, y parecían estar rogándole—. La aventura ha sido suficiente. Vamos a casa.

Yuu no tiene que ir a ningún sitio que el no quiera —Deuce dijo bruscamente, sosteniendo con fuerza a Yuu por el antebrazo. Se puso de pie frente a él, cubriéndolo—. Su familia está aquí con él. Lárguense.

Yuu se llenó de pánico. Un escalofrío le sacudió la espalda y sintió su corazón palpitar con fuerza. Conocía ese fuego en la mirada en Deuce, esa determinación. Estaba listo para empezar una pelea, y Sebek parecía muy dispuesto a responder.

No estaba seguro de quién ganaría en una pelea, pero no quería averiguarlo.

Deuce, no —Le dijo de repente, y la cara de Deuce se retorció con confusión, con un sentimiento de traición.

¿Qué-

Lo siento —Interrumpió. Sintiendo como si lo apuñalaran en el pecho, desenrroscó los dedos de Deuce de su brazo—. Lo siento, Deuce, me tengo que ir —Tomó sus manos y les dio un apretón. Las lágrimas estaban por escapársele, pero no quería que lo viera llorar—. Pero volveré. Lo juro.

Despacio, dejo ir la mano de Deuce, sintiendo como el alma se le hacía pedazos.

Se dio la vuelta, siguiendo a Sebek y a Silver, aunque un trozo de su corazón se había quedado atrás.

¡No podemos dejar que la bruja se vaya impune! —Un aldeano gritó—. ¡Miren lo que le ha hecho al pueblo! ¡Atrapémos-!

Fue interrumpido por un relámpago que partió el cielo en dos, e hizo retumbar la tierra.

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⏰ Última actualización: Aug 16 ⏰

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