𝟏𝟔

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Durante los siguientes días, tuvo que trabajar como el enfermero privado de Floyd a tiempo completo, preparando y dándole la medicina que de alguna forma —que no estaba seguro de querer saber—, Jade consiguió con aterradora velocidad. Jade y Azul le proporcionaban cualquier cosa que pudiese necesitar, y siempre lo mantenían supervisado.

Se sentía observado todo el tiempo, aunque estuviese solo con Floyd en la habitación. 

Por las noches apenas dormía, vigilando cuidadosamente el pulso y la fiebre de Floyd, pues tenía el presentimiento de que si Floyd moría, Jade y Azul le harían acompañarlo al más allá.

Estaba aburrido de estar encerrado en esa lujosa habitación, siempre cerraban la puerta con llave y le dejaban una campanita para que la tocase si necesitaba algo. Mientras cambiaba el paño húmedo que descansaba sobre la frente de Floyd, no pudo evitar pensar en los chicos de vuelta en casa, los pobres debían estar muertos de preocupación.

No pienses en eso, he mandado a Jade a decirles que no te verán en unos días —Azul dijo, como si le hubiese leído la mente—. ¿Cómo está Floyd?

Antes de contestar, respiró hondo.

La fiebre va y viene, pero ya no está tan pálido.

Bien —Contestó a secas, yendo hacia la ventana y abriendo las persianas—. No le quites los ojos de encima, sigue trabajando —Ordenó de forma estricta, no era para nada un jefe leniente.

Yuu miró a Floyd, y frunció el ceño sin siquiera darse cuenta.

Más le valía a ese bastardo extorsionista mejorarse.

Qué molesto... —Azul chasqueó la lengua con fastidio—. Todavía sigue nublado...

Pasaron unos pocos días más

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Pasaron unos pocos días más. Por suerte, aunque Yuu no le tenía esperanza alguna, Floyd era sumamente resistente y fuerte, iba mejorando despacio, pero seguro. Sin duda, había subestimado la forma en la que Floyd se aferraba a la vida con tanta fuerza. 

Te dije que Floyd es fuerte —Azul le dijo sonriente—. Felicidades. Has hecho un buen trabajo, a diferencia de los farsantes que vinieron antes.

Yuu estaba sorprendido con la mejoría de su paciente, pero Jade y Azul no lo estaban en lo absoluto.

Hemos enviado tu pago a casa —Jade le dijo cortés—. Lo verás al llegar.

Entonces... ¿Puedo irme? —Yuu preguntó, inseguro.

El carruaje está listo, te está esperando.

De repente sintió que unos brazos le tomaban desde atrás y lo levantaban del suelo.

¡Creo que hasta voy a extrañarte! —Reconoció la voz de Floyd, cuando de repente lo apretujó tan fuerte que le sacó todo el aire de los pulmones.

𝘽𝙡𝙤𝙤𝙙𝙮 𝙏𝙚𝙖𝙧𝙨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora