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Sus pasos resonaban en los amplios pasillos del castillo, y podía sentir los engranajes de una gigantesca máquina girar bajo sus pies. Silver fue su guía, y una vez más, no fue muy conversador, únicamente viéndolo de vez en cuando por el rabillo del ojo, manteniendo su mano rozando flojamente el mango la espalda que llevaba envainada a la cintura.

Hasta que, finalmente llegaron a una sala increíblemente amplia, con techos altos y vitrales majestuosos por los que se colaba la luz de las estrellas. Un gigante candelabro con velas que brillaban con fuego verde colgaba del techo, iluminando tenuemente el lugar.

Y frente a sus ojos, una larga, larga mesa. Vagamanete intentó contar las sillas y los platos, pero no sabía contar más allá de veinte.

No pensé que cenaríamos tantas personas hoy... —Yuu murmuró, sin darse cuenta de que lo había dicho en voz alta. 

Solo somos Sebek, Lilia, el joven maestro, tú y yo —Silver contestó con voz tranquila—. Pero tienes razón, no pensé que tendríamos visitas esta noche —Lo vio sonreír por un segundo, pero fue una sonrisa tan débil y fugaz que apenas pudo notarla.

Confundido, miró de nuevo la mesa, o más bien, miró todos los asientos vacíos. Ahora que se fijaba, la mayoría de las sillas tenían telarañas y los platos estaban cubiertos de polvo. La madera incluso se veía algo desgastada y la vajilla algo decolorada, como si se hubiesen cansado de esperar y esperar a que alguien por fin las usara. 

Todo esto... ¿Para solo cinco personas?

Toma asiento por favor 

Silver, como un caballero, espero a que se sentará, y luego arrimó su silla hacia el comedor. 

Yuu, algo nervioso, meció sus piernas en el asiento. La porcelana de su plato estaba tan limpia que podía ver su reflejo en ella, y al lado de su plato, había unas cuatro cucharas y tenedores de diferente tamaño que no tenía idea para qué servían.

¿Te ha gustado el castillo? —Escuchó una voz familiar detrás de él, y dio un pequeño brinco del susto, chocando sus rodillas con la mesa y haciendo los platos y copas tintinear.

¡L-Lilia! —Ahogó un grito, y cuando volteó, lo vio flotando de cabeza en el aire, con una sonrisa juguetona en el rostro—. ¿C-Cuándo llegaste ahí?

No importa —Soltó una leve risa, sentándose en uno de los asientos—. Ah, ¿sabes? Estoy feliz, y es gracias a ti —Y esta vez, por primera vez su sonrisa no fue aterradora para Yuu. En cambio, fue genuina para él—. Por fin nos reunimos en esta mesa después de tanto tiempo. 

¡HUMANO! —Reconoció la escandalosa voz del sujeto de cabello verde—. ¡Más te vale cuidar tus modales en la mesa!

Yuu asintió rápidamente, aunque nunca en su vida había sostenido un tenedor, siempre había comido con las manos.

Todos tomaron asiento, pero la cabecera de la mesa seguía vacía.

Oh, ¿te estás preguntando donde está? Tendrás que perdonarlo—Lilia le dijo—. A veces se toma su tiempo.

¿A que te refier-

No le dio tiempo de terminar la pregunta cuando un relámpago partió el cielo en dos. El trueno que vino poco después hizo mecer el candelabro que colgaba sobre su cabeza. 

El resplandor lo cegó por un segundo, y cuando la brillante luz se deshizo, el asiento en la cabecera de la mesa ya no estaba vacío.

Un hombre alto, con cabello negro e imponente aura ahora estaba sentado a su lado. Sus chispeantes ojos verdes lo miraban intensamente, con un sentimiento que no podía descifrar, pero que le erizaba la piel.

𝘽𝙡𝙤𝙤𝙙𝙮 𝙏𝙚𝙖𝙧𝙨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora