Cartas del Corazón

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La mañana siguiente llegó con un aire de quietud y resignación. Ethan se levantó temprano, aunque no había tenido mucho descanso. Sabía que Chloe se iría de vacaciones con su familia por un mes, y no podía dejar que se fuera sin decirle todo lo que aún tenía en su corazón. Pero en lugar de intentar hablar cara a cara, optó por una forma más segura de expresarse: escribir.

Se sentó en su escritorio, el silencio de la casa envolviéndolo, y comenzó a escribir tres cartas. Cada palabra que plasmaba en el papel era como liberar una pequeña parte del dolor que lo había estado consumiendo. No podía prever lo que sentiría Chloe al leerlas, pero sabía que necesitaba hacerlo, tanto para ella como para él.

La primera carta hablaba del pasado, de los recuerdos que compartían, de cómo su relación había evolucionado desde la infancia hasta lo que era ahora. Ethan se permitió ser nostálgico, recordando los buenos momentos, pero también mencionando cómo esos recuerdos se habían visto empañados por la traición. Era una carta honesta, sin recriminaciones, pero con la verdad al desnudo.

La segunda carta abordaba el presente. Ethan escribía sobre cómo se sentía en ese momento, su confusión, su dolor, pero también su deseo de encontrar un camino hacia la paz, ya fuera con ella o sin ella. Era una carta más difícil de escribir, porque implicaba admitir que no tenía todas las respuestas, que estaba perdido en un mar de emociones.

La tercera carta miraba hacia el futuro. Ethan habló de la esperanza, de la posibilidad de sanar, de que tal vez, algún día, podrían volver a ser amigos o algo más. O tal vez no. Pero lo importante era que ambos pudieran encontrar la felicidad, incluso si eso significaba tomar caminos separados.

Terminó de escribir las cartas justo cuando el reloj marcaba las 9 de la mañana. Sabía que Chloe y su familia saldrían pronto, así que se vistió rápidamente y salió de su casa. El aire fresco de la mañana lo despejaba un poco, pero el peso de lo que estaba a punto de hacer seguía oprimiendo su pecho.

Cuando llegó a la casa de Chloe, vio que la familia estaba terminando de cargar el auto. Chloe estaba en la entrada, hablando con su madre, y no lo vio acercarse hasta que estuvo justo a su lado.

—Ethan... —dijo Chloe, sorprendida al verlo ahí tan temprano.

Ethan no perdió tiempo en explicaciones. Le extendió las tres cartas que había escrito, sus manos temblando ligeramente mientras lo hacía.

—Quiero que leas estas cartas —dijo con voz firme, aunque sus ojos delataban su vulnerabilidad—. Una cada diez días. Es importante para mí.

Chloe tomó las cartas, notando que cada una tenía un número escrito en la parte superior: 1, 2, 3.

—¿Cuál debería leer primero? —preguntó ella, intentando mantener la compostura.

Ethan esbozó una pequeña sonrisa, señalando los números en las cartas.

—Empieza por la primera, y sigue el orden. No te saltes ninguna.

Hubo un momento de silencio entre ellos, cargado de todo lo que no se habían dicho, de todo lo que aún sentían pero no podían expresar. Finalmente, Chloe dio un paso hacia él y lo abrazó. No fue el tipo de abrazo que solían compartir, lleno de calidez y cercanía, sino uno tenso, un poco incómodo, pero que aún contenía vestigios del afecto que alguna vez habían tenido.

—Gracias, Ethan —murmuró Chloe, apretando las cartas contra su pecho mientras se alejaba lentamente.

—Cuídate, Chloe —respondió Ethan, sintiendo que con esas palabras estaba cerrando un capítulo importante de su vida.

Chloe se subió al auto, y mientras se alejaban, Ethan se quedó de pie en la acera, observando cómo el vehículo se desvanecía en la distancia. Sabía que el próximo mes sería largo y solitario, pero también entendía que necesitaba ese tiempo para recomponerse, para encontrar claridad en medio del caos que había invadido su vida.

Mientras caminaba de regreso a su casa, Ethan se sintió ligeramente aliviado, como si un pequeño peso hubiera sido levantado de sus hombros. Había hecho lo que sentía que debía hacer, y ahora solo quedaba esperar, dejar que el tiempo hiciera su trabajo y ver qué depararía el futuro para ambos.

El Síndrome del Amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora