El Silencio que Habla

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Las horas pasaron lentamente, pero para Chloe, cada minuto que transcurría solo aumentaba la presión en su pecho. No podía soportar más la distancia, el silencio, la culpa que la consumía. Finalmente, decidió que debía hacer algo. No podía quedarse allí, esperando que las cosas mejoraran por sí solas. Tenía que enfrentarse a Ethan, aunque no supiera qué decirle o cómo reparar el daño.

Con una determinación que apenas lograba sostener, se levantó y salió de su casa, dirigiéndose hacia la de Ethan. Su corazón latía con fuerza mientras caminaba, el miedo y la ansiedad luchando contra su resolución. Pero no se detuvo. Sabía que esta era la única forma de intentar sanar lo que había roto.

Al llegar a la puerta de la casa de Ethan, respiró hondo y tocó el timbre. El sonido resonó en su pecho como un eco distante, y por un momento, deseó poder dar marcha atrás. Pero era demasiado tarde para eso.

La puerta se abrió lentamente, revelando a la madre de Ethan, quien la recibió con una sonrisa cálida, aunque algo preocupada.

—Chloe, qué sorpresa verte por aquí. ¿Puedo ayudarte en algo? —preguntó la madre de Ethan, con la amabilidad que siempre la había caracterizado.

Chloe dudó un instante antes de responder, sintiendo un nudo en la garganta.

—Hola, señora... ¿Podría hablar con Ethan? —preguntó con voz suave, tratando de mantener la compostura.

La madre de Ethan asintió, sin sospechar la tensión que había entre los dos jóvenes.

—Claro, cariño. Está en su habitación. Puedes subir —dijo, abriéndole paso para que entrara.

Chloe sonrió ligeramente en agradecimiento y se adentró en la casa. Con cada paso que daba hacia la habitación de Ethan, su corazón latía más rápido. No estaba segura de cómo reaccionaría él al verla, pero ya no podía retroceder. Al llegar frente a la puerta, se detuvo un momento, tomando aire antes de tocar suavemente.

Desde el otro lado de la puerta, Ethan escuchó el golpe sordo y se levantó lentamente de la cama. Al abrir la puerta y encontrarse con Chloe, el tiempo pareció detenerse. Por un instante, no hubo palabras, solo el peso del silencio entre ellos. Sin decir nada, Ethan dejó la puerta abierta y se alejó, sentándose nuevamente en la cama, con la mirada perdida en el suelo.

Chloe, sin saber qué hacer, dio un paso adelante y entró en la habitación. Cerró la puerta detrás de ella y se quedó de pie, observando a Ethan. El silencio que los envolvía era denso, lleno de todo lo que ambos querían decir pero no podían expresar. Chloe quería acercarse, pero sus pies se sentían pesados, como si estuviera atrapada en una pesadilla de la que no podía despertar.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, Chloe se atrevió a romper el silencio.

—Ethan... —comenzó, su voz apenas un susurro—. No sabía qué decirte, pero no puedo seguir así, sin intentar arreglar lo que rompí...

Ethan no levantó la vista, sus manos apretadas en su regazo mientras luchaba por contener las emociones que lo abrumaban. Las palabras de Chloe flotaban en el aire, pero no encontraba una respuesta.

Chloe se mordió el labio, tratando de encontrar el valor para continuar.

—Sé que te lastimé, y sé que lo que hice no tiene perdón... pero... —hizo una pausa, buscando la mirada de Ethan—. Pero necesito que sepas que nunca quise hacerte daño. Me siento... horrible por todo esto...

Ethan respiró hondo, cerrando los ojos por un momento antes de finalmente hablar, su voz fría y distante.

—Chloe, no sé qué esperas que te diga... —sus palabras salieron con dificultad—. Ya nada va a ser como antes. No sé si pueda volver a confiar en ti... o en Aiden...

Chloe sintió cómo las lágrimas comenzaban a llenar sus ojos, pero se las tragó, negándose a dejarse llevar por la emoción.

—No espero que todo vuelva a ser como antes... solo... solo quería que supieras que lo siento... y que me duele ver cuánto te lastimé... —respondió, su voz quebrándose al final.

Ethan finalmente levantó la vista, encontrando los ojos de Chloe llenos de una tristeza que reflejaba la suya propia.

—Lo sé... —murmuró, sintiendo que las palabras no eran suficientes para abarcar lo que sentía.

Chloe dio un paso más hacia él, con la mano temblorosa, como si quisiera tocarlo, pero se detuvo a mitad de camino, temiendo que cualquier contacto rompiera la frágil paz que había entre ellos.

—Ethan, por favor... No quiero que esto termine así... No quiero que nos perdamos el uno al otro... —susurró, desesperada por encontrar alguna señal de esperanza en su mirada.

Ethan la observó, sintiendo cómo el dolor y la rabia se mezclaban con un deseo de creer en sus palabras, pero sabía que era más complicado que eso.

—Chloe... No sé si podamos arreglar esto. No sé si pueda verte como antes... —dijo con voz entrecortada, sintiendo el peso de la realidad aplastando cualquier ilusión de reconciliación.

Ambos quedaron en silencio una vez más, la habitación llena de todo lo que no podían decir. Chloe se sentía rota, mientras que Ethan luchaba por mantenerse entero. Sabían que, aunque sus corazones anhelaban sanar, las cicatrices de lo que habían vivido eran profundas, y las palabras, por sí solas, no podían repararlas.

Chloe finalmente bajó la cabeza, sintiendo la impotencia de la situación.

—Lo siento tanto... —susurró, con las lágrimas rodando por sus mejillas.

Ethan asintió levemente, sin decir nada más. Ambos sabían que el camino por delante sería largo y doloroso, y en ese momento, no había respuestas fáciles. El silencio entre ellos volvió a llenarse de todo lo que no se atrevieron a decir, pero esta vez, no fue una barrera insuperable, sino un recordatorio de lo que alguna vez compartieron y lo que tal vez, algún día, podrían volver a construir.

El Síndrome del Amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora