Luces en la Oscuridad

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La noche había caído completamente, y el mundo exterior estaba sumido en un silencio profundo. Sin embargo, dentro de su habitación, la oscuridad era apenas una cortina que cubría un torbellino de emociones. Incapaz de dormir, se levantó de la cama con un suspiro pesado y encendió la lámpara de su escritorio. La luz inundó la habitación, llenándola de un calor que contrastaba con el frío que sentía en su interior.

Tomó sus audífonos y los conectó a su teléfono, buscando desesperadamente algo que pudiera distraerlo de la marea de pensamientos que no dejaban de acosarlo. Seleccionó una lista de reproducción de canciones que siempre le habían calmado, pero esta vez, subió el volumen al máximo, como si el ruido pudiera ahogar el dolor que sentía.

Con la música resonando en sus oídos, se dirigió a su estantería y sacó un libro al azar. Se sentó en el escritorio, abriendo el libro sin realmente ver las palabras. Era como si su mente se negara a concentrarse en otra cosa que no fuera el doloroso recuerdo del día anterior. Sin embargo, insistió, forzándose a leer, esperando que las palabras impresas pudieran llevarlo a un lugar diferente, aunque solo fuera por un momento.

Las páginas pasaban, pero la historia no penetraba en su conciencia. Cada línea que leía se sentía vacía, como si las palabras estuvieran perdiendo su significado. Mientras tanto, la música continuaba, una mezcla de sonidos que lo envolvía, pero que no lograba ahogar sus pensamientos.

En la casa de al lado, ella también estaba despierta. Después de un día lleno de incertidumbre y remordimientos, no había podido conciliar el sueño. Se había quedado mirando el techo, repasando en su mente lo que había sucedido, deseando poder retroceder el tiempo. Se levantó de la cama y caminó hacia la ventana, con la esperanza de ver alguna señal de él, algo que le indicara que estaba bien.

Fue entonces cuando notó la luz en su ventana. Su corazón dio un vuelco. Sabía que algo andaba mal, que él estaba sufriendo, y la idea de que él pudiera estar despierto, solo, lidiando con ese dolor, la llenó de una mezcla de preocupación y culpa.

Sin pensarlo dos veces, tomó su teléfono y le envió un mensaje.

*"Hola, ¿estás despierto?"*

El sonido del mensaje llegó a él, vibrando suavemente en la mesa. Bajó la mirada y vio la notificación en la pantalla, el nombre que antes lo llenaba de felicidad ahora solo le traía una punzada de dolor. Las palabras simples, tan comunes, ahora le parecían cargadas de un peso que no podía soportar.

Podía sentir su corazón acelerándose, pero no podía responder. No podía encontrar las palabras, ni siquiera un simple "sí". En su lugar, dejó el teléfono en la mesa, sin apagar la pantalla, y volvió a sumergirse en el libro, aunque sus ojos estaban ahora borrosos por las lágrimas que comenzaban a caer. Cada palabra en la página se volvía más difícil de leer, mientras las lágrimas corrían por su rostro, mojando las hojas.

Ella, al otro lado, vio que su mensaje había sido leído, pero la falta de respuesta solo aumentó su ansiedad. Se quedó mirando la pantalla, esperando, deseando que él dijera algo, cualquier cosa. Pero el silencio que siguió fue ensordecedor.

Las lágrimas en sus ojos no se detenían, y pronto ya no pudo seguir leyendo. Cerró el libro de golpe, dejando que sus manos cayeran sobre el escritorio. La música seguía sonando, pero ahora se sentía como un eco distante, algo que no podía alcanzar. Todo lo que podía sentir era el dolor, el peso insoportable de la traición y la soledad que lo envolvía.

Esa noche, mientras las horas pasaban, ambos permanecieron despiertos, separados por más que solo una pared. Ella, con su teléfono aún en la mano, esperando un mensaje que nunca llegó. Y él, atrapado en un torbellino de emociones, incapaz de encontrar consuelo, mientras las lágrimas seguían cayendo a chorros, como un río imparable de dolor.

El Síndrome del Amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora