El Ascenso de un Dios Egipcio (yo en bnha)

Capitulo 6:Adaptarse y Su juego

**Hablar:** Hola

**Susurrar:** |hola|

**Gritar:** ¡HOLA!

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POV Alex:

La primera vez que utilicé esa aura morada espesa, lo hice sin pensar. Fue un reflejo, una respuesta a la desesperación. Enfrentarme a ese villano, sentir que mi vida pendía de un hilo, me empujó a lugares oscuros dentro de mí. Pero, a medida que los días pasaron, empecé a explorar esa energía con más intención.

El aura, que al principio era una manifestación fugaz de mi Quirk, comenzó a sentirse más natural, más controlable. Cuando la invocaba, sentía cómo mis músculos se llenaban de una fuerza que no era mía, cómo mi velocidad aumentaba, cómo mi cuerpo se volvía más resistente. Los científicos lo notaron de inmediato, y aunque no entendían completamente lo que estaba pasando, vieron el potencial en ello.

No tardaron en hacerme enfrentarme a desafíos cada vez más mortales. Primero fueron villanos menores, criminales que habían sido capturados por héroes y que ahora eran utilizados como conejillos de indias en esos experimentos. Los enfrenté uno tras otro, y con cada combate, el aura morada se volvía más intensa, más densa. Sentía cómo mi cuerpo se adaptaba, cómo el poder se hacía parte de mí.

Pero junto con el poder, también vino algo más oscuro. Los científicos querían ver hasta dónde podía llegar, y empezaron a ponerme en situaciones donde no había otra opción más que matar. Al principio, me negué, traté de buscar una salida, pero ellos me obligaron, me empujaron al límite hasta que no quedó más remedio.

La primera vez que tomé una vida, algo dentro de mí se rompió. El aura morada, que antes solo había sido una herramienta para sobrevivir, se volvió más siniestra, más pesada. Sentía el peso de mis acciones, pero no podía escapar de ese ciclo de violencia en el que me habían atrapado.

Los enfrentamientos continuaron, y con cada muerte, esa sombra dentro de mí crecía. Empecé a sentirme atrapado entre el poder que me ofrecía el aura y la culpa que venía con cada vida que tomaba. Sabía que si quería sobrevivir, tendría que seguir usando esa fuerza, pero cada vez que lo hacía, me alejaba un poco más de la persona que alguna vez fui.

Y entonces, los sueños cambiaron.

Anubis seguía apareciendo, con su imponente figura y su aura dorada, pero ya no estaba solo. Las sombras de las personas que había matado empezaron a manifestarse en mis sueños, sus rostros contorsionados por el dolor y la rabia. Me miraban, sus ojos llenos de una acusación muda, como si me culparan por su destino.

"¿Por qué?" parecía que preguntaban, pero yo no tenía respuestas. En mis sueños, trataba de evitarlos, de huir, pero siempre me encontraban, sus voces susurrando en mi mente, recordándome lo que había hecho. El poder que antes sentía como un escudo ahora se volvía una carga, una cadena que me ataba a mis acciones.

Durante el día, luchaba por mantenerme enfocado, por no dejar que esos sueños me consumieran, pero el peso de la culpa era cada vez más difícil de ignorar. Me preguntaba cuánto más podría soportar antes de quebrarme por completo.

Los científicos no parecían notar mi conflicto interno, o si lo hacían, no les importaba. Para ellos, yo solo era un sujeto de pruebas, una herramienta para desentrañar los misterios de mi Quirk. Y yo, sin saber cómo escapar, seguía jugando su juego, cada vez más atrapado en un ciclo de violencia y poder que no sabía cómo detener.

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Después de varios combates, los científicos comenzaron a preocuparse por el poder que estaba desarrollando. No podían permitirse perder el control sobre mí. Así que decidieron tomar precauciones adicionales. Un día, me llevaron a una sala diferente, una que nunca había visto antes. Allí, sobre una mesa de metal, vi lo que parecía un collar.

El hombre de las gafas, siempre con su expresión calculadora, me explicó con una frialdad que helaba los huesos.

Científico:
"Este collar está diseñado para garantizar que sigas nuestras órdenes. Contiene bombas diminutas que se activarán si intentas escapar o romperlo. La muerte será instantánea."

Sentí cómo la desesperación me invadía, pero no tenía opción. Me lo colocaron, y en ese momento, supe que mi vida estaba más controlada que nunca. Ya no solo tenía que preocuparme por los experimentos y los combates, sino que cualquier intento de libertad ahora significaba la muerte segura.

A partir de entonces, comenzaron a enviarme en misiones fuera del laboratorio. El hombre de las gafas me lo dejó claro: debía eliminar a ciertas personas, objetivos que ellos designaban, y cualquier error significaría la activación del collar. Estaba atrapado en su juego, obligado a matar para sobrevivir.

Con cada misión, mi corazón se endurecía. Creé un muro dentro de mí, una barrera emocional que me protegía del horror de lo que estaba haciendo. Me volví frío, calculador, tratando de no sentir, de no pensar en las vidas que estaba tomando. Era la única forma en que podía seguir adelante sin volverme loco.

Pero incluso con ese muro, las pesadillas continuaban. Las personas que había matado no me dejaban en paz, sus rostros atormentados aparecían en mis sueños, recordándome lo que había hecho. Anubis seguía allí, observándome desde la distancia, su aura dorada cada vez más brillante, pero las sombras de mis víctimas lo eclipsaban, convirtiendo mis noches en un campo de batalla mental.

Durante el día, me movía como un autómata, cumpliendo con las misiones que me asignaban, sin mostrar emoción alguna. Pero por dentro, sentía que estaba en un punto de quiebre. El peso de las vidas que había tomado, la constante amenaza del collar, y las pesadillas que me acosaban estaban destrozando mi alma. Sabía que no podía seguir así para siempre, pero no veía una salida.

Cada vez que regresaba al laboratorio, los científicos me observaban, tomando notas, estudiando mis reacciones. Estaban más interesados en ver hasta dónde podía llegar, hasta dónde podían empujarme antes de que finalmente me rompiera.

Y yo, atrapado en su juego, seguía adelante, manteniendo mi fachada fría, pero sabiendo que por dentro, cada día, me estaba desmoronando un poco más.

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