Punto y aparte
(Segunda parte de "No shame." )Había pasado como una semana desde que había visto a Armando. Yo me quedé con los nervios de punta, creo que le solté mucha información en un segundo. No fueron muchas palabras, pero por la expresión que puso, pude imaginar que fue como un baldazo de agua fría.
Tenía muchísimas cosas que aclararle y no sabía cómo, ninguno tenía el contacto del otro, no sabía cómo comunicarme con él, de verdad quería verlo de nuevo.
Hasta que... Se me ocurrió.
Tomé mi celular y me metí a Instagram, por primera vez en años descargaba esa aplicación nuevamente. Cuando acabe de hacer mi cuenta, lo busqué y lo seguí.
Supuse que mucha gente lo sigue día por día, así que sentí que era mejor mandarle un DM.
Ella: Hola, espero te encuentres bien.
Creo que debemos hablar, ¿Crees que puedas?Nuevamente supuse que entre tantos mensajes que recibe puede que nunca llegue a verlo.
Decidí no darle tanta importancia, así que deje mi teléfono en la mesa, tomé las llaves de mi carro y me dirigí a recoger a Armandito de la escuela. Aunque no quisiera pensar en eso, seguía nerviosa por obtener una respuesta.Llegué a la escuela y bajé del coche, cuando me acerqué a la entrada, vi a lo lejos que mi pequeño estaba sentado solito llorando. Me preocupé y me acerqué a él.
- ¿Qué tienes, mi niño? - Le pregunté mientras me sentaba a su lado.
- ¿Por qué nadie me quiere? - Dice con tristeza en su voz.
- ¿Cómo que nadie te quiere? ¿En dónde quedó yo? Yo te amo con todo mi corazón, mi pequeñito. - Abracé sus pequeños hombros.
- Es que eso es lo que dicen mis compañeros, dicen que nadie me quiere, ni siquiera mi papá... Porque no tengo. - Dice aún más triste.
Esas palabras me rompieron el corazón, no solo había lastimado a su padre, sí no que también a mi pequeño.
- Porque no esté no significa que no te quiera, estoy segura que tu papá te quiere tanto como yo.
- Sí tanto me quiere, ¿Por qué no está?
Solté un suspiro y tragué saliva.
- Son... Temas de adultos... Algún día lo entenderás. - Me levanto y lo tomo de la manita. - ¿Qué te parece si, para alegrarte, te llevo a por un helado después del fut?
La tristeza se le borró e inmediatamente esbozó una sonrisa.
- Siii, de chocolate con almendras. - Dice feliz.
- Pero anda, que nos quedamos encerrados en el cole. - Le digo tomando su mochila para cargarla yo.
Llegamos a casa y Armandito se fue inmediatamente a su cuarto de juegos.
- Hey, hey, hey, ¿A dónde tan contento?
- Pues a jugar, mami.
- ¿Y su tarea? - Le pregunto poniendo las manos en mi cadera.
- La hago más tarde. - Dice quejándose.
- Muy bien, entonces no hay nieve.
- Pero, ¿por qué? - Se queja aún más.
- Porque no quieres hacer tu tarea.
- Está bien. - Resignado se acerca a su mochila y me muestra su cuaderno.
Leo lo que la maestra les pidió de tarea.
- Muy bien, solo necesitas una cartulina y ya, tanto te quejabas para eso.