18-Halloween//Navidad

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Era una noche oscura y misteriosa, el aire fresco de octubre envolvía el vecindario en un manto de expectación. Las casas estaban decoradas con telarañas, calaveras y luces parpadeantes que danzaban al ritmo del viento. Missa, un padre soltero de veinticinco años, se encontraba en la cocina de su modesta casa, preparando la merienda para su pequeño Chayanne, quien estaba ansioso por salir a buscar dulces.

Chayanne, un niño de cuatro años con una energía inagotable y una imaginación desbordante, había elegido disfrazarse de superhéroe. Su traje azul brillante y capa roja lo hacían sentir invencible. Mientras Missa ataba la cinta de su capa, recordó cómo había llegado a ser padre soltero. La vida había cambiado drásticamente desde que su esposa decidió dejarlo; pero Chayanne era su luz, su razón de ser.

—¡Papá! ¡Ya estoy listo! —gritó Chayanne, corriendo hacia él con una gran sonrisa.

Missa sonrió y le dio un abrazo. —Eres el mejor superhéroe que he visto. ¿Estás listo para la aventura?—

—¡Sí! Vamos a conseguir un montón de dulces—

Al llegar a la casa de la señora Margot, el bullicio de risas y gritos infantiles llenaba el aire. La señora Margot era conocida en el vecindario por sus extravagantes decoraciones de Halloween y por ser la anfitriona de la fiesta anual. La casa estaba adornada con esqueletos que parecían bailar y calabazas talladas que sonreían con luces internas, cosa que a Missa le encantaba y admiraba cada detalle como si el también fuera uno de los niños pequeños que asistían a la fiesta.

El azabache sintió una mezcla de nerviosismo y emoción. Había pasado mucho tiempo desde que había socializado con otros padres. Mientras Chayanne corría hacia un grupo de niños, Missa se dirigió hacia los adultos, intentando no parecer demasiado fuera de lugar.

Entre los padres, conoció a Philza, un hombre alto con una sonrisa cálida y ojos brillantes que reflejaban alegría. Philza llevaba a su pequeña Thallula, que estaba disfrazada de bruja, con un sombrero negro puntiagudo y una varita mágica en la mano. Thallula era una niña encantadora, llena de energía y risas contagiosas.

—¡Hola! Soy Philza —dijo el hombre extendiendo su mano.

—Hola, soy Missa —respondió mientras estrechaba la mano de Philza.

La conversación fluyó naturalmente entre ellos. Compartieron historias sobre sus hijos; Missa habló sobre las travesuras de Chayanne, mientras Philza contaba anécdotas sobre Thallula y su amor por las flores y la música. A medida que hablaban, Missa se dio cuenta de que había algo especial en Philza. No solo era un buen padre, sino también alguien que parecía entender sus desafíos.

Chayanne y Thallula pronto se hicieron amigos, corriendo juntos por el jardín mientras los adultos intercambiaban más historias. Missa observó cómo su hijo reía y disfrutaba, lo que le llenaba el corazón de alegría. En ese momento, se dio cuenta de lo importante que era para él encontrar amistades que también beneficiaran a Chayanne.

Cuando llegó el momento del concurso de disfraces, ambos hombres decidieron apoyar a sus pequeños. El escenario estaba decorado con telarañas y luces parpadeantes, creando un ambiente mágico. Chayanne subió al escenario con confianza, haciendo poses heroicas mientras los aplausos resonaban en el aire.

—¡Vamos, Chayanne! —gritó Missa desde la multitud, sintiendo una oleada de orgullo.

Después del concurso, Philza sugirió que todos fueran a la fogata en el patio trasero. La idea fue recibida con entusiasmo por los niños. Mientras las llamas danzaban y las sombras se alargaban, Missa sintió que el ambiente era perfecto para abrirse un poco más.

—¿Cómo ha sido tu experiencia como padre soltero? —preguntó Philza mientras miraba las llamas.

Missa tomó un respiro profundo. —Es complicado a veces. Hay días en los que me siento abrumado, pero Chayanne es mi razón para seguir adelante. Me esfuerzo por ser el mejor padre posible—

Deathduo Month Donde viven las historias. Descúbrelo ahora