19

25 3 1
                                    

Después de la gala, el regreso a la finca fue silencioso. El aire estaba cargado de una tensión que ninguno de los dos se atrevía a romper. Sentada en el auto junto a Juan, podía sentir cómo la frustración y los celos hervían bajo su superficie. No me atrevía a decir nada, temiendo que cualquier palabra pudiera desencadenar una discusión.

Al llegar a la finca, Juan salió del auto rápidamente, casi sin esperar a que yo lo siguiera. Lo observé caminar hacia la casa, su postura rígida y su paso firme, y supe que debía hablar con él antes de que las cosas empeoraran.

Lo encontré en su oficina, de pie junto a la ventana, mirando hacia el exterior con el ceño fruncido. Me acerqué lentamente, intentando no provocarlo más de lo que ya estaba.

—Juan... —dije en voz baja, deteniéndome a unos pasos de él.

—¿Qué? —Su tono era cortante, sin volverse para mirarme.

—No fue nada, de verdad. Solo estaba siendo amable conmigo —dije, tratando de aliviar la tensión.

Juan se giró lentamente hacia mí, su expresión llena de una mezcla de celos y algo más profundo, quizás miedo de perder el control sobre la situación.

—No me gusta cuando otros hombres se acercan a ti, Isabel —admitió, su voz grave pero con un matiz de vulnerabilidad que no había esperado escuchar. —Eres mía, y no puedo soportar la idea de que alguien más quiera algo contigo.

Me quedé en silencio, sin saber cómo responder a esa declaración tan directa. Aunque había algo en su posesividad que me asustaba, también había una parte de mí que se sentía atraída por su intensidad.

—Juan, yo... —empecé a decir, buscando las palabras correctas.

—No quiero que te acerques a él de nuevo —dijo, acercándose a mí y tomando mis manos entre las suyas. —Te quiero solo para mí, Isabel. Y haré lo que sea necesario para proteger lo que es mío.

Sentí cómo sus manos, grandes y cálidas, apretaban las mías con una firmeza que no era dolorosa, pero sí imposible de ignorar. Mi corazón latía con fuerza mientras lo miraba a los ojos, viendo el conflicto interno que luchaba por controlar. Juan estaba acostumbrado a tener todo lo que quería, a dominar cada aspecto de su vida, y yo me había convertido en una parte fundamental de eso.

—No tienes que preocuparte —dije suavemente, queriendo calmar sus temores. —No quiero a nadie más, Juan. Estoy aquí contigo, y lo que pase entre nosotros es lo que importa.

Sus ojos se suavizaron un poco ante mis palabras, pero aún podía ver la tormenta de emociones que se agitaba dentro de él. Juan era un hombre acostumbrado al poder, a la lealtad absoluta, y aunque su amor por mí era evidente, también lo era su miedo a perderme.

Juan me atrajo hacia sí, abrazándome con fuerza, como si temiera que me desvaneciera si me soltaba. Sentí el calor de su cuerpo contra el mío, y aunque su abrazo era intenso, también había en él una ternura que me sorprendió.

—Isabel, te necesito conmigo. No puedo perderte —susurró contra mi cabello, su voz quebrándose ligeramente.

Me quedé en silencio, permitiendo que la realidad de sus palabras se asentara en mi mente. Sentí cómo su respiración se calmaba poco a poco, y después de un rato, su agarre se suavizó. Nos quedamos así, envueltos en la oscuridad y en la complejidad de nuestros sentimientos, sin decir nada más.

Esa noche, cuando finalmente nos retiramos a la cama, el ambiente era diferente. No había la habitual distancia entre nosotros, sino una cercanía nueva, un entendimiento tácito de que ambos estábamos atravesando un terreno emocionalmente peligroso. Cuando Juan se acercó a mí en la cama, sentí su mano deslizarse por mi cintura, y aunque no dijo nada, su toque transmitía una necesidad de seguridad y afecto.

Esa noche dormí en sus brazos, sintiendo que, por primera vez, habíamos logrado conectar de una manera más profunda, aunque el camino hacia ese entendimiento había estado lleno de obstáculos.

𝕸𝖆𝖋𝖎𝖆: In The Morning 🚬💵 Juansguarnizo X Tnજ⁀➴𝑰ssabel ⌇🟣 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora