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Los días en la mansión seguían fluyendo con una extraña mezcla de monotonía y tensión. Juan continuaba con sus visitas esporádicas y sus momentos de vulnerabilidad, que contrastaban con su imponente presencia en el mundo exterior. Mientras tanto, yo trataba de encontrar mi propio equilibrio entre la obediencia y el deseo de comprender más sobre mi captor y mi entorno.

La servidumbre, aunque amable, seguía tratándome con una mezcla de respeto y condescendencia. Carmen y Manuel, en particular, se mostraban siempre dispuestos a atenderme con un cuidado que a veces me hacía sentir como una niña consentida. Sus gestos de amabilidad y preocupación eran genuinos, pero también me recordaban constantemente mi posición en la mansión: atrapada entre el rol de prisionera y una especie de protegida.

Uno de los días, mientras Carmen estaba en la cocina preparando algo especial para el almuerzo, me encontré con una conversación inesperada. Carmen, al parecer, necesitaba desahogarse un poco y comenzó a hablarme sobre los desafíos que enfrentaban en el trabajo.

—¿Sabes, Isabel? —empezó, mientras picaba verduras—. A veces, siento que la vida aquí es como estar en un escenario donde todos están actuando un papel. Juan es una persona muy complicada, pero también tiene sus momentos de debilidad, aunque rara vez los muestra.

Le presté atención, sintiendo que sus palabras eran una ventana a la vida de Juan que no había visto antes.

—¿Qué quieres decir con eso? —pregunté, tratando de entender más.

Carmen suspiró, deteniéndose un momento para mirarme con una expresión seria.

—No es fácil estar en la cima de una organización como la suya. Hay muchas presiones, muchas decisiones difíciles que tomar. Y a veces, el peso de todo eso se refleja en cómo trata a los demás. En su corazón, creo que Juan busca algo que no puede encontrar en su mundo de sombras y poder.

Sus palabras resonaron en mí. Aunque a veces me sentía atrapada y vulnerable, empezaba a comprender que Juan también llevaba una carga emocional que no podía compartir fácilmente.

Esa noche, Juan volvió tarde, como solía hacerlo, y se dirigió directamente a mi habitación. Como era habitual, se tumbó a mi lado en la cama, buscando mi cercanía como un refugio. Me envolvió en sus brazos, y el calor de su cuerpo era un contraste suave con la frialdad de sus días.

—Hoy fue un día difícil —murmuró contra mi cabello—. A veces siento que todo está en mi contra. Pero cuando estoy aquí contigo, todo parece un poco más soportable.

Sus palabras me hicieron reflexionar sobre la dualidad de su existencia. Aunque su comportamiento era una mezcla de control y afecto, había momentos en los que su humanidad se hacía evidente. Era en esos momentos cuando me sentía más confundida sobre mis propios sentimientos hacia él.

Una mañana, mientras exploraba el jardín de la mansión, encontré un rincón tranquilo donde solía sentarme a leer. Era un lugar apartado, con una pequeña fuente y bancos cubiertos de enredaderas. En un impulso, decidí que era el momento adecuado para tomar un riesgo y comenzar a explorar más a fondo la mansión, con la esperanza de descubrir algo que pudiera utilizar a mi favor.

En uno de mis recorridos, me encontré con una habitación cerrada que había estado evitando. Me preguntaba qué podría haber detrás de esa puerta cerrada. Aunque mi curiosidad era fuerte, también sabía que la curiosidad podía ser peligrosa. Sin embargo, decidí que era momento de enfrentarlo.

Usando una de las llaves que había encontrado en el despacho de Juan, abrí la puerta lentamente. Al entrar, me encontré en una oficina privada, llena de documentos y archivos que claramente estaban relacionados con los asuntos del cartel. Entre los papeles, encontré un diario de Juan, con anotaciones sobre sus pensamientos y preocupaciones. Las páginas estaban llenas de detalles sobre las operaciones del cartel y también sobre sus propias reflexiones personales.

Mientras hojeaba el diario, me encontré con una entrada que llamaba mi atención. Hablaba sobre el deseo de encontrar a alguien con quien compartir su vida, alguien que pudiera entender la complejidad de su existencia. Las palabras estaban llenas de anhelo y vulnerabilidad, revelando una parte de Juan que rara vez mostraba.

De repente, escuché pasos acercándose a la oficina. Me apresuré a cerrar el diario y salí de la habitación antes de que me descubrieran. Aunque había logrado escapar sin ser vista, la lectura me había dejado con una comprensión más profunda de Juan y su búsqueda desesperada de conexión.

Esa noche, mientras cenaba con Juan, decidí hablar con él de manera más abierta, aprovechando la confianza que había construido entre nosotros.

—¿Alguna vez te has preguntado qué harías si pudieras empezar de nuevo? —le pregunté, mientras miraba sus ojos con sinceridad.

Él se quedó en silencio por un momento, sus ojos mostrando una mezcla de sorpresa y reflexión.

—A veces lo pienso —admitió finalmente—. Pero en este mundo, no hay espacio para esos sueños. Todo está definido por las decisiones que tomas y las consecuencias que enfrentas.

Sus palabras resonaron en mí, y aunque aún me encontraba atrapada en un mundo lleno de riesgos y peligros, empezaba a entender que, a pesar de todo, Juan también era un ser humano con deseos y miedos. Y mientras yo continuaba adaptándome a mi nueva realidad, sabía que cualquier paso en falso podría ser fatal. Pero también sabía que, en medio de todo, había una conexión que debía explorar, con la esperanza de encontrar una salida en el enigma que era Juan.

𝕸𝖆𝖋𝖎𝖆: In The Morning 🚬💵 Juansguarnizo X Tnજ⁀➴𝑰ssabel ⌇🟣 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora