Parte 8: La Caida..

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Salir del hospital fue como despertar de una pesadilla solo para descubrir que la realidad era aún peor. Me sentía rara, como si una parte de mí hubiera quedado atrapada en ese cuarto oscuro donde me torturaron. La culpa por lo que había pasado con Marissa y los mellizos me consumía. Cada vez que veía a Lionay o a Ivette, el dolor se hacía más fuerte. No podía quedarme en Los Santos; todo en esa ciudad me recordaba lo que había perdido.

Decidí irme. Necesitaba escapar de todo, de mis hermanos, de los recuerdos, de la vida que habíamos construido sobre cimientos tan frágiles. España parecía un lugar lo suficientemente lejos para intentar empezar de cero, así que me fui sin mirar atrás.

Al principio, pensé que podría dejar atrás el pasado. Busqué una vida nueva, alejándome de los robos y de todo lo que habíamos hecho. Pero pronto me di cuenta de que el dolor no desaparecía simplemente por cambiar de lugar. Me sentía vacía, sin rumbo, y la culpa seguía siendo una carga que no podía soltar.

Fue entonces cuando empecé a caer. Las fiestas eran una manera de escapar, aunque solo fuera por unas horas. El alcohol y las drogas se convirtieron en mi refugio, la única forma de adormecer el dolor y la culpa que me atormentaban día y noche. No quería pensar, no quería sentir, solo quería olvidar, aunque fuera por un rato.

En medio de ese caos, conocí a Manuel. Al principio, fue solo alguien con quien pasar el rato, pero con el tiempo, se convirtió en mi único sostén. No éramos nada oficial, solo sexo y compañía en medio de la soledad. Manuel no sabía todo lo que había vivido, pero supongo que reconocía la oscuridad en mí, porque tenía su propia batalla interna.

Sin embargo, los viejos hábitos no mueren fácilmente. La necesidad de adrenalina, de volver a sentir algo, me llevó de nuevo por el camino que había intentado dejar atrás. Empecé a robar de nuevo, a vender, y esta vez, arrastré a Manuel conmigo. Pensé que tal vez, si volvía a lo que conocía, podría encontrar alguna forma de sentirme viva otra vez. Pero en lugar de eso, me hundí aún más en el abismo.

La vida en España se convirtió en una espiral descendente. Cuanto más intentaba escapar de mi pasado, más me hundía en él. Estaba perdida, y aunque lo sabía, no podía detenerme. Manuel era la única constante, pero incluso él no podía salvarme de mí misma. Todo lo que había querido dejar atrás, todo lo que había intentado olvidar, seguía ahí, arrastrándome hacia el fondo. Y cada día, la distancia entre la persona que una vez fui y la persona en la que me había convertido se hacía más grande. 

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Mil Perdon, ayer no subi ningun Capitulo.. Hoy les dejare uno mas :) 

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