El dolor de dejarla ir me consumió de nuevo, tanto que mi instinto fue hacer lo único que sabía: huir. Regresé al barrio donde había crecido desde mis 13 años, donde los callejones oscuros y las esquinas llenas de peligro se sentían como una vieja amiga. Volví a las movidas, vendiendo droga, saliendo a robar. Durante el día, podía distraerme, llenar el vacío con adrenalina y caos. Pero cuando llegaba la noche, cuando las calles se quedaban en silencio, el dolor regresaba con toda su fuerza. Mi corazón se partía en mil pedazos cada vez que recordaba a mi niña, a mi pequeña Josefina.
No podía seguir así. Necesitaba verla, aunque fuera solo un poco. Le pedí a Gabriela si podía visitarla los fines de semana, y para mi alivio, ella y Martín aceptaron. Desde ese momento, viví esperando con ansias que llegara el viernes, solo para poder ver a mi hija. Esos momentos con ella eran todo lo que me mantenía en pie. Agradezco a Gabriela y Martín por dejarme ser parte de su vida, aunque solo fuera un poquito. Ver cómo crecía, cómo sonreía, llenaba mi corazón de una alegría que no podía encontrar en ningún otro lugar.
Por un tiempo, todo marchaba bien. Me había acostumbrado a esa rutina extraña, entre la vida peligrosa en el barrio y los fines de semana con mi niña. Pero entonces, dos años después, recibí una llamada que lo cambió todo. Era Lionay. Desde el primer momento en que escuché su voz, supe que algo no estaba bien. Había una urgencia en su tono, algo que me llenó de preocupación. Me obligó a regresar a Los Santos. Mi hermano no estaba bien, y aunque no me lo dijo directamente, pude sentirlo.
Decirle adiós a Josefina fue lo más doloroso que he hecho. La abracé con todas mis fuerzas, sintiendo su calor, su suavidad. Le prometí que regresaría, que la visitaría seguido, pero en el fondo, sabía que no podía garantizarlo. El estilo de vida que llevaba era peligroso, y sabía que cada día que pasaba, las probabilidades de terminar presa o algo peor aumentaban.
Mientras me alejaba, con la promesa de regresar, mi corazón se rompía en pedazos. Sabía que debía volver a Los Santos, que mi hermano me necesitaba, pero dejar a mi hija... eso era como arrancarme una parte de mi alma. Me sentía atrapada entre dos mundos, sin saber cuál de los dos me destruiría primero...
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LoveTheLife
Novela JuvenilY todo Comenzo atraves de un "Donde la llevo Bebe" Historia de amor, con giros, dramas y accion.