Parte 9: Cayendo en el Abismo

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Esa noche, la fiesta parecía como cualquier otra, una más en la lista interminable de escapadas de la realidad. Manuel estaba conmigo, como siempre, cuidándome como si fuera su misión personal. Sabía que estaba enamorado de mí, pero yo no podía corresponderle. Ni siquiera podía amarme a mí misma, así que ¿cómo podría amar a alguien más?

Mezclé más de lo que debería esa noche: alcohol, drogas, todo lo que podía encontrar para apagar la tormenta en mi cabeza. La fiesta estaba en una casa country, un lugar nuevo para nosotros, pero no importaba. Todas esas fiestas eran iguales, solo cambiaban los rostros y los escenarios.

Recuerdo que Manuel me dejó en la sala para ir al baño. Apenas podía mantenerme en pie, la realidad se desvanecía a mi alrededor, convirtiéndose en un borrón de luces y sonidos distorsionados. Cuando él regresó, yo ya no estaba ahí.

Lo siguiente que recuerdo es un par de manos, fuertes y frías, levantándome. Estaba tan fuera de mí que no podía luchar, no podía gritar. Me llevaron fuera, hacia un auto. El sonido de la música quedaba atrás mientras me metían en el asiento trasero. Mis pensamientos eran lentos, borrosos, y la realidad se mezclaba con el delirio.

En el auto, sentí esas mismas manos empezando a tocarme. Intenté moverme, pero era como si mi cuerpo no me respondiera. Me desnudaron, y luego vino el dolor, un dolor que me atravesaba el alma mientras me abusaban una y otra vez. Todo sucedió en un vacío, como si mi mente se hubiera desconectado para protegerme del horror de lo que estaba pasando.

Desperté sobre una playa, con el frío del amanecer en mi piel y el sabor amargo de la bilis en mi boca. Mi cuerpo dolía en lugares que no puedo describir, y lo peor de todo era la sensación de suciedad, de no ser pura. Algo en mí se había roto esa noche, algo que sabía que nunca podría arreglarse.

Me quedé ahí, tumbada en la arena, incapaz de moverme, de pensar, de sentir algo más que una profunda desesperación. Sabía que tenía que irme, pero ¿a dónde? No podía volver a casa de Manuel en ese estado, no podía enfrentarme a él. Sabía que me buscaría, que se preocuparía, pero no podía soportar que me viera así, rota y vacía.

Todo lo que quería era desaparecer, dejar de existir, porque la realidad era demasiado insoportable para enfrentarla. Esa noche, algo en mí murió, y lo que quedó fue solo una sombra de la persona que alguna vez fui... 


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Espero les este Gustando. Gracias por leerlo :) 

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