Chapter 6: EL DON OSCURO capítulo lll

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Capítulo 6

Ella estaba esperándola, sentada en el columpio como lo había estado la noche antes. Lena sintió su presencia incluso antes de saltar sobre la valla, aterrizando suavemente sobre sus pies. Ella podía verla a través de la oscuridad, una esbelta figura ataviada en pantalones verdes y una blusa blanca que dejaba los hombros al descubierto.

Mientras cubría la distancia entre ambas, Kara se puso de pie y comenzó a caminar hacia ella. Se encontraron junto a un melocotonero en flor. Por un momento, sus miradas se encontraron, y luego ella estaba en sus brazos y Lena estaba besándola, abrazándola como si jamás fuese a dejarla ir.

—Kara —la retuvo cerca, deseando atraer su bondad dentro de sí.

Ella olía a luz del sol y flores. Su piel era suave y cálida. Cerrando los ojos, se permitió empaparse de su cercanía, su calidez.

Doscientos años —pensó.

Habían pasado doscientos años desde la última vez que había abrazado a una mujer que le importase; doscientos años desde que había dejado que una mujer se preocupase por ella. Había olvidado lo maravilloso que era abrazar y ser abrazada de vuelta.

—Te he echado de menos —dijo Kara.

Levantó la vista hacia ella, sorprendiéndose ante la intensidad de su mirada.

—¿Lo has hecho? —su voz era profunda, ronca y vacilante.

—Sí. Pensé en tí todo el día —ella desvió la mirada, y luego volvió a encontrar la de Lena—. ¿Tú pensaste en mí?

—Cada momento que estuve despierta — deslizó un brazo en torno a su cintura y las dos caminaron hasta el columpio y se sentaron.

—Recibí una llamada telefónica del hospital hoy —dijo Karaa—. Quieren que vaya al hospital Central mañana para hacerme unas pruebas.

—¿Qué clase de pruebas?

—No estoy segura. Análisis sanguíneos de algún tipo.

—¿Pasa algo malo?

—No lo sé. Cuando estuve en el hospital, lo único de lo que hablaban los médicos era la notable recuperación que yo había tenido, pero ahora quieren hacer más pruebas. ¿No crees que la sangre que me dieron estuviese contaminada, no? —ella no podía obligarse a dar voz a sus peores miedos, pero la amenaza de alguna enfermedad mortal pesaba con fuerza sobre su mente.

—Estoy seguro de que no lo estaba.

Lena contempló el horizonte. Sabía lo que ellos habían encontrado... un rastro de sangre, su sangre...

—¿Por qué no tienes teléfono?

—Encuentro que esos aparatos son una invasión de mi vida, de mi privacidad.

—¿Pero ¿cómo te mantienes en contacto con tu editor?

—Por correo. Escribo durante el día, y prefiero no ser molestada por un teléfono sonando. Me he dado cuenta de que rompe mi concentración —Lena tomó sus manos en las suyas—. ¿Intentaste llamarme?

Kara asintió.

—Hace un par de semanas —admitió ella—. Y luego hoy, después de que recibí las noticias del hospital, deseé poder llamarte.

—Quizás debería conseguirme un teléfono, entonces.

Kara le sonrió como si acabase de ganar la lotería.

Deeper than the nightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora