Chapter 33: Epílogo

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Epílogo

Ocho años después.

Kara y Nanny, intercambiaron unas sonrisas mientras Alex cruzaba el escenario para aceptar su diploma.

—Resulta difícil de creer que ya es adulta, ¿no? —comentó Nanny.

Kara asintió. No parecía posible que su hermana pequeña se estuviese graduando del instituto. En otoño, Alex iba a ir al college para estudiar Antropología, Parapsicología, y Astronomía.

Kara miró la fila de asientos tras ella. Toda la gente que más quería estaba allí esa noche. Había lágrimas en los ojos de Nana mientras Alex aceptaba su diploma; Bella Zimmermann estaba rebosante de orgullo.

Mirando hacia las filas situadas más atrás, divisó a Lena. Estaba sentada en el asiento del pasillo, tan guapa como siempre.

Ella buscó su mirada y le guiñó un ojo.

Te amo.

Ella sintió una sonrisa juguetear en sus labios.

Y yo a tí.

Aún la sorprendía estar casada con una mujer tan increíble. Habían sucedido tantas cosas en los últimos ocho años... Sus libros, ahora escritos bajo su propio nombre, estaban contínuamente a la cabeza de la lista de Best Seller del New York Times. Su familia estaba aumentando...

Sonrió a sus tres hijas. Todas eran hermosas, todas perfectas, desde su primogénita, Lori, que ahora tenía siete años, hasta su hija menor, de dos años.

Kara reposó su mano sobre su vientre hinchado. Su cuarto hijo nacería en otras siete semanas. Su hijo, estaba esperando que fuese un chico, para nivelar la situación.

Todos los temores de Lena habían carecido de base. Lori había nacido con un mínimo de dolor y jaleo, al igual que sus dos hijas: Lara y Elle. La única pista de su herencia extraterrestre era la línea marrón pálido que oscurecía sus espinas. Los médicos habían dicho que no había nada por lo que preocuparse, que sólo era una peculiar marca de nacimiento que se difuminaría con el tiempo.

En cuanto a sí misma, ella no había sufrido ningún efecto negativo por recibir la sangre de Lena. Más bien lo opuesto. En los últimos ocho años, no había envejecido en absoluto. En cuanto a sus hijas, todas ellos habían sido bendecidas con una salud notable. Ninguna de ellas había estado enferma un sólo día de sus vidas. Lena le había contado que los niños ErAdonianos crecían hasta alcanzar la madurez de forma normal y que luego el proceso de envejecimiento se ralentizaba. Estaba por verse qué efectos a largo plazo tendría su unión sobre sus hijas.

Ella sabía que tendrían que abandonar Midvale pronto, antes de que la gente comenzase a preguntarse por qué las Luthor parecían no envejecer. Sería duro dejar ese lugar, pero a ella realmente no le importaba. Tanto como amaba la casa de Lena, ésta era, después de todo, simplemente una casa. Lena era su hogar, su vida, y ella la seguiría voluntariamente a través del país, o del mundo.

La graduación acabó y ella se puso en pie, aplaudiendo junto con todos los demás.

Y luego Lena estaba a su lado, uno de sus brazos deslizándose en torno a sus hombros, sus verdes ojos tornándose cálidos con amor mientras colocaba una mano sobre su abdomen.

—¿Te sientes bien?

—Bien. ¿Estás lista para ir a casa?

—Cuando tú lo estés.

—Sólo déjame darle a Alex su regalo. Va a ir a una fiesta con Wendy y Stephanie que durará toda la noche.

Lena asintió, y luego le guiñó un ojo.

—Steve y María dijeron que ellos nos cuidarían a los niños.

—¿Por qué?

Ella palmeó su estómago gentilmente, sintiendo a su hijo dar una vigorosa patada.

—Decidí que si quería pasar algún tiempo a solas contigo, más me valía hacerlo pronto —dijo, besándola en la mejilla—. Así que he planeado una pequeña fiesta propia. Y tú eres la invitada de honor.

—Vamos entonces —dijo Kara, sonriéndole—. Estoy comenzando a sentirme hambrienta.

Lena rio suavemente mientras se inclinaba para besarla de nuevo.

—Yo también, Natayah —susurró ella con voz ligeramente ronca—. Y después de que haya satisfecho tu hambre, conseguiremos algo de comer.

Fin

Deeper than the nightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora