Huesos de Amor

12. Velociraptor.

 Disclaimer: Este es un AU (Universo Alterno) donde no hay Vengadores. Los personajes no me pertenecen, solo los que no reconozcan son míos.

La ciencia nunca resuelve un problema sin crear otros diez más.- George Bernard Shaw

Siempre supe que no era una persona que sabía como mantener sus sentimientos a raya, pero aquello fue un golpe mucho mayor a lo que pensaba. Saber que Steve me había querido en algún momento, me desestabilizó por completo. Cada vez que cerraba mis ojos, lo único que podía ver era aquella noche.

—¿Seguro que no quieres venir?

—¡Ya te he dicho que no, Natasha!

Había hecho mis mayores esfuerzos por ignorar su negativa, pero dolía. Después de todo, solo teníamos diecisiete años y yo conseguiría un hombre que me quisiera tanto como yo a él. No tenía sentido pensar en Steve, me había dejado muy claro que no quería ser más que mi amigo.

—¿Nat? ¿Cariño?—escuché la voz de Steve—¿Bucky? ¿Dónde están? ¡Quedamos que iriamos juntos a comer! ¿Acaso no me esperaron?

Me puse de pie rápidamente, frotándome la cara con las manos. Tenía que sonreír y continuar, no quedaba otro remedio. Estaba atada a ese matrimonio por cinco años.

—¡Steve! ¡En la habitación!—anuncié, odiando lo ronca que sonaba mi voz—¡Ya voy!

Ni siquiera tenía que verme al espejo para saber que estaba hecha un desastre. Desafortunadamente, Steve también lo notó. Acarició mi mejilla cuando traté de esconderle mis ojos, su rostro era un reflejo de preocupación.

—¿Qué fue lo que te pasó, mi amor?—preguntó, su pulgar rozando cariñosamente mi mejilla—¿Tuviste problemas en Geología?

—No es eso—me mordí el labio—no es nada, cariño. Son cosas mías.

Steve me vio con fijeza.

—Nunca han sido cosas solamente tuyas, Nat y ambos lo sabemos—respondió—siempre has confiado en mí, ¿dejarás de hacerlo ahora que estamos casados?

Negué con la cabeza.

—Es tonto...—mencioné por fin, preparando un discurso rápido en mi cabeza—discutí con Bucky. Es algo que iba a terminar por pasar tarde o temprano, ya lo sabes. No nos parecemos en nada—intenté suavizar las cosas para que Steve lo olvidara—De verdad, no es importante. Solo, no quiero ir a comer con ustedes hoy, ¿me perdonas? Te lo compensaré.

Steve me soltó, alejándose unos pasos y apretando los puños.

—¿Qué fue lo que te dijo?—me preguntó con seriedad.

—Realmente no es nada...

—¿Dónde está él ahora?

—No tengo idea—dije, intentando sonar molesta—Seguro fue a buscar a una de las chicas con las que habló en el bar. ¿Por qué no vas con él? Les hará muy bien salir como amigos.

—¡Esa es una tontería! ¡Yo quiero estar contigo!—protestó.

Respiré profundamente, no quería hablar con él porque le iba a decir que yo también lo quería desde ese tiempo y terminaríamos discutiendo.

—Me quiero recostar un rato, me duele la cabeza.

No lo dejé responder antes de entrar a la habitación y encerrarme para que no me siguiera. Escuché que la puerta se abría y pensé que Steve había salido, pero estaba equivocada. Apenas me recosté cuando escuché la voz de mi esposo.