Huesos de Amor | Romanogers AU

21. Iguanodonte

Disclaimer: Este es un AU (Universo Alterno) donde no hay Vengadores. Los personajes no me pertenecen, solo los que no reconozcan son míos. 

"Una experiencia nunca es un fracaso, pues siemmpre viene a demostrar algo" - Thomas Alva Edison.

—¡Yo sabía!—soltó Bucky, prácticamente saltando en su asiento.

Le dediqué una mirada de amonestación, mortificada. Necesitaba que Steve descansara, habíamos pasado uno de los peores días de nuestras vidas. Solo deseba estar en sus brazos, poder omitir el mundo exterior y solamente pensar en dinosaurios.

—¿Quieres callarte?—lo regañé—Les estoy diciendo porque necesito confiar en alguien, no para que alarmen a Steve.

—¡DIOS! ¡Si estás enamorada de él!—exclamó María—¡Es la razón por la que nunca anduviste con nadie! ¡Ni aceptaste citas!

Los fulminé a ambos con la mirada, conteniéndome. Debí haberme dado de gopes con alguien en vez de contar mis secretos más profundos. ¿Por qué mis ideas nunca podían ser lo suficientemente buenas?

—Y él de mi, eso no es nuevo—respondí, agudizando el oído para ver si mi esposo estaba despierto—¡Iré a verlo!

A pesar de ser tan correctos, Bucky y María guardaron el secreto. Ni siquiera le dijeron a Steve que ya sabían o volvieron a comentarlo. No desconfiaba de mis amigos, sabía que nos protegerían por más que estuvieran enojados. Sin embargo, ya sentía más confianza con ellos, no necesitaba confendir

—¡No voy a abrazarte, Steve Rogers! ¡Vas a lastimarte!

—Por favor—imploró—No puedo soportar estar sin abrazar a mi esposa.

—¡Eso es rídiculo!—exclamé, pero sonreía—Pasamos bastante tiempo separados.

—No en las noches y menos para dormir. Además, mañana es el gran día.

Habíamos conseguido hablar con el equipo que dirigía el congreso y la presentación de Steve se portergó tres días más en los que habíamos descansado, bajo la atenta mirada de mis amigos. Bucky se había negado a irse hasta que supiera que estábamos de vuelta en la seguridad de nuestra casa, mientras que María había traido refuerzos con Sam.

—Parece que la que no ha descansado es otra persona, mi vida—dijo Steve, tirando de mi mano para jalarme a la cama—Te hacen falta algunas horas de sueño, ¿me equivoco?

—Tengo trabajo que hacer y un esposo al que cuidar—le respondí con seriedad.

Esos tres días habian pasado demasiado rápido, ni siquiera había podido terminar de revisar los artículos que seguía enviando el doctor Quill. Steve estaba tan preocupado por su ponencia que, por primera vez desde que comenzamos a trabajar juntos, no me preguntó nada de lo que yo hacía y no me molestó.

—Deberías cuidar de ti misma, mi amor—dijo, haciéndome apoyar la cabeza en su pecho—Descansa, es mi turno de velar tus sueños.

—¡Steve! ¡Voy a lastimarte!

—Buenas noches, mi amor—susurró—Mi hermosa esposa.

Su mano ya estaba en mi cabello, jugueteando con él. No pude evitar bostezar, el cansancio se apoderaba de mi. Fuera un orgasmo, unas risas o unos cuantos mimos, la relajación total solo podía alcanzarla en sus brazos. Aquella fue una noche sin pesadillas, ni sueños, inhalando el aroma de Steve hasta que la traicionera luz de la mañana se filtró por las cortinas.

—¡Apágalo, mi vida!—protesté—¡No quiero la luz prendida!

Steve besó mi nariz, haciéndome fruncir el ceño con una sonrisa.