Huesos de Amor

18.. Chasmosaurio

Disclaimer: Este es un AU (Universo Alterno) donde no hay Vengadores. Los personajes no me pertenecen, solo los que no reconozcan son míos.

"Nada en la ciencia tiene sentido hasta que lo explicamos." - Stephen Hawking

Nuestra suerte cambió como cambia el clima entre estaciones. Steve y yo no podiamos ocultar los nervios que sentíamos al presentarnos en la oficina del sheriff, después de tener que hacer la mejor actuación de nuestra vida para conseguir pruebas acerca del robo.

—No podemos llegar a ratificar la denuncia sin ninguna prueba, Steve—le había dicho, sosteniendo sus manos para que no fuera en ese momento a la policia—¿Cómo podemos hacerlo? Nadie nos va a creer.

Me sostuvo en sus brazos, respirando profundamente sin poder contener la rabia.

—¿Alguna Idea, mi vida?—dijo, después de unos minutos en silencio.

—Si, pero no te va a gustar en lo absoluto—musité.

—Definitivamente no te voy a poner en riesgo, Natasha—dijo con firmeza—No permitiré que te enfrentes a ellos.

Fruncí el ceño, confundida.

—Yo estaba pensando en comprar uno o dos de los fósiles que están vendiendo, de esa manera podriamos compararlos con los números de inventario y tener la prueba que necesitamos.

—Esa es una muy buena idea, de hecho. ¿Por qué no me habría de gustar?

—Porque siempre has estado en la contra de las compras ilegales, amor—sonreí de lado.

—Tengo que aceptar que, a veces, el fin justifica los medios.

No pude evitar soltar una carcajada.

—¡Ese es el hombre maquiavelico que yo amo!

Actuamos rápido, antes de que el padre y el niño a los que nos habíamos encontrado esparcieran la voz acerca de nosotros. Algo me decía que los vendedores seguían vagando por el bazar, asegurándose de que nadie descubriera que solo ibamos con una dirección. Sonreí muy segura cuando vi al vendedor, dejando que la rabia no flujera como realmente deseaba.

—Buenas tardes—Steve sonrió encantadoramente—¿qué es eso?—preguntó, señalando una pieza de cráneo que pertenecía a un triceratops.

—Un hueso de Chasmosaurio, está valuado en 200 dólares.

Steve y yo cruzamos una mirada, suspirando. No estábamos seguros de si nos devolverian ese dinero pero teníamos que hacerlo para tener las pruebas que necesitamos.

—Te pagaré eso—dije sin pensarlo—Mi esposo está buscando algo así para su colección de objetos extraños de Carolina del Norte.

La vendedora nos vio, desconfiada.

—¿De verdad coleccionan estas piedras?—respondió—Aquí pagan mucho dinero por ellas.
—¿Venderlas o comprarlas?

Steve había aprovechado la conversación que yo tenía para tomar fotografías del lugar que vendía los fósiles que habíamos recolectado. Esas dos cosas serían la mejor prueba que podíamos tener para enfrentarnos a esa gente.

—Nunca las he comprado yo—dijo la chica—No entiendo que son o para que sirven, pero debe ser algo importante. Mi novio las estudia en su posgrado.
—Debe ser impresionante—no tenía que fingir emoción mientras veía cada una de las piezas—Si esta es la colección que tienen aquí, ¡no quiero imaginarme cuantos tienen en casa!
—¡Nada de eso!—se río la vendedora—Todo lo vendemos, es mejor así.
—¿Llevaremos este?—preguntó Steve, la señal que necesitaba para saber que había conseguido las imágenes que quería—¿hay algo más que te guste, mi amor?
—Me gusta—aprobé—¡Perfecto para nuestro hogar!