Mía
Desde que Mateo y yo terminamos, mi vida había seguido su curso, aunque no sin dificultades. Al principio, la separación fue un proceso doloroso, pero con el tiempo, empecé a aceptar que había sido la decisión correcta. Sin embargo, el regreso de Mateo a mi vida siempre fue una posibilidad que rondaba en mi mente. A veces me preguntaba cómo estaría, qué estaría haciendo, si había cambiado, si había aprendido algo de nuestra relación pasada.
Un día, mientras estaba en casa, preparándome para la rutina diaria, recibí un mensaje de él. Mi corazón dio un vuelco al ver su nombre en la pantalla de mi teléfono. La invitación era simple: quería verme para hablar. Me invadió una mezcla de emoción y nerviosismo. No sabía si estaba lista para enfrentar lo que Mateo tenía que decir, pero sentí que debía escucharle.
Cuando llegó el día del encuentro, me tomé un momento para prepararme mentalmente. A medida que Mateo se acercaba a mi puerta, traté de calmar los nervios que sentía en el estómago. Lo vi de lejos y me di cuenta de que, aunque el tiempo había pasado, él seguía siendo el mismo de siempre. Llevaba una expresión que no lograba descifrar: parecía decidido pero también vulnerable.
Lo saludé y lo invité a pasar. La sala estaba tranquila, con el aroma a café y pan recién horneado llenando el aire. Nos sentamos en el sofá, y él comenzó a hablar. Su voz temblaba un poco al principio, como si cada palabra que salía de su boca fuera cuidadosamente pensada. Me contó sobre las conversaciones que había tenido con su padre y su mejor amigo, Camilo, y cómo esos intercambios lo habían llevado a tomar la decisión de hablar conmigo.
—He estado hablando con mi viejo y con Camilo —dijo, tratando de sonar firme pero claramente nervioso—. Ambos me han dado consejos valiosos, pero al final, la decisión es mía. Siento que lo que tuvimos fue algo especial, y aunque las cosas no salieron como esperábamos antes, creo que he aprendido mucho desde entonces. Estoy dispuesto a enfrentar los desafíos que puedan venir si tú también lo estás.
Mientras hablaba, observaba su expresión. Había algo en la forma en que hablaba, en la sinceridad de sus ojos, que me hizo pensar que realmente estaba buscando una oportunidad para enmendar sus errores. Sin embargo, no podía ignorar las dudas que tenía. Las heridas de nuestra relación pasada aún estaban frescas en mi memoria, y me preguntaba si todo había cambiado lo suficiente como para intentar algo nuevo.
—Mateo —empecé, tratando de encontrar las palabras adecuadas—, también he estado pensando mucho en nosotros. La verdad es que nuestra relación fue importante para mí, y aunque el tiempo nos ha separado, no puedo negar que tus palabras me hacen pensar en lo que podría haber sido. Pero tengo que ser honesta: hay cosas que no puedo olvidar tan fácilmente. No quiero volver a pasar por lo mismo si no estamos realmente dispuestos a trabajar en ello.
Mateo asintió lentamente, aceptando mis palabras sin interrumpirme. Sabía que la sinceridad era esencial en ese momento, y aprecié que él también estuviera dispuesto a escuchar. Su rostro mostraba una mezcla de esperanza y preocupación, y me di cuenta de que había estado reflexionando profundamente sobre lo que había sucedido entre nosotros.
—Sé que cometí errores —dijo finalmente—. Y sé que no todo puede solucionarse de inmediato. Pero estoy dispuesto a trabajar en eso. Quiero que sepas que he aprendido mucho y que estoy comprometido a hacer las cosas de manera diferente esta vez. También entiendo que el proceso no será fácil, y que habrá momentos difíciles, pero estoy dispuesto a enfrentarlos si tú también lo estás.
Su compromiso y su voluntad de enfrentar los desafíos eran evidentes, pero también sabía que nuestras conversaciones no podían ser una simple promesa vacía. Necesitábamos ser realistas sobre lo que significaba intentar reconectar. No se trataba solo de desear que las cosas fueran diferentes; se trataba de estar dispuestos a poner en el esfuerzo necesario para que funcionaran.
—Lo que dices suena sincero, Mateo —le respondí—. Pero también es importante que ambos estemos en la misma página. No solo se trata de lo que tú sientes, sino de lo que ambos estamos dispuestos a dar para que esto funcione.
Mateo me miró con una intensidad que nunca había visto antes. Sus ojos reflejaban una mezcla de emoción y seriedad, como si estuviera intentando medir el peso de cada palabra que decía. Me di cuenta de que estaba poniendo todo su corazón en esta conversación, y aunque eso me conmovía, también sabía que necesitábamos tiempo para explorar si nuestras intenciones eran realmente compatibles.
—Entiendo —dijo finalmente—. Y estoy dispuesto a dar el primer paso, pero también quiero que sepas que estoy preparado para cualquier resultado. A veces las cosas no salen como uno espera, pero eso no significa que no haya valor en el intento.
Me sentí reconfortada por su actitud madura y su disposición a aceptar cualquier resultado. Había una parte de mí que deseaba profundamente que pudiéramos encontrar una manera de hacer que las cosas funcionaran, pero también sabía que el camino no sería fácil. La decisión de intentarlo significaba que tendríamos que enfrentarnos a nuestros errores pasados y trabajar juntos para construir algo nuevo.
Después de nuestra conversación, me di cuenta de que tenía que reflexionar más sobre lo que realmente quería. Mateo había sido honesto y abierto, pero también necesitaba tiempo para procesar todo lo que había dicho. Me costaba imaginar cómo sería retomar una relación después de todo lo que habíamos pasado, y tenía que estar segura de que estaba tomando la decisión correcta.
Pasaron unos días, y durante ese tiempo, traté de poner en orden mis pensamientos. Hablé con amigas cercanas, quienes me dieron diferentes perspectivas. Algunas me alentaban a darle una oportunidad a Mateo, mientras que otras me advertían sobre el riesgo de volver a caer en viejos patrones. Sus opiniones eran valiosas, pero al final del día, la decisión final debía ser mía.
Finalmente, decidí hablar con mi madre. Ella siempre había sido mi refugio y mi guía en los momentos difíciles. Cuando fui a visitarla, estaba en la cocina, preparando mate como de costumbre. El aroma familiar me dio una sensación de calma y seguridad.
—Hola, mamá —dije mientras entraba en la cocina—. Necesito hablar contigo sobre algo importante.
Ella me miró con curiosidad y preocupación. Me pasó un mate y se sentó a mi lado en la mesa.
—¿Qué pasa, hija? —preguntó con una sonrisa cálida.
Le conté sobre la conversación que había tenido con Mateo y sobre mis sentimientos encontrados. Mi madre escuchó atentamente, sin interrumpirme, y cuando terminé, me miró con una mezcla de comprensión y sabiduría.
—Mateo ha sido parte importante de tu vida —dijo finalmente—. Y el amor es complicado. Si sientes que lo que tuviste con él fue especial y crees que ambos han crecido desde entonces, entonces deberías considerar darle una oportunidad. Pero también debes recordar que una relación necesita trabajo y compromiso. No puedes esperar que todo sea perfecto de una vez.
Sus palabras resonaron profundamente en mí. Sabía que el amor no era simple y que requería esfuerzo y dedicación. Mi madre tenía razón: si íbamos a intentarlo, tendríamos que estar dispuestos a enfrentar los desafíos juntos y trabajar en los problemas que habíamos tenido antes.
—Lo sé, mamá —le respondí—. Estoy dispuesta a enfrentar los desafíos. He aprendido mucho y creo que puedo manejar mejor los problemas que tuvimos antes. También espero que Mateo esté dispuesto a hacer su parte.
—Eso está bien —dijo mi madre—. Lo importante es que te prepares para cualquier resultado. A veces, las cosas no salen como esperamos, pero eso no significa que no haya valor en el intento. Si sientes que es lo correcto, entonces sigue adelante con confianza.
Me sentí reconfortada por el apoyo de mi madre. Su sabiduría y comprensión me dieron la claridad que necesitaba para tomar una decisión. Sabía que no había garantías, pero estaba lista para enfrentar lo que el futuro nos deparara.
Con todas estas perspectivas en mente, me sentí más preparada para dar el siguiente paso. Mateo había sido sincero y había mostrado un compromiso genuino, y mi familia y amigos también me habían apoyado en esta decisión. Ahora era el momento de ver si podíamos construir algo nuevo sobre lo que ya habíamos vivido.
Finalmente, entendí que el amor a veces requiere un acto de valentía, y estaba dispuesta a enfrentar ese desafío. Con el corazón abierto y la mente clara, decidí darle una oportunidad a Mateo, con la esperanza de que, con el tiempo, pudiéramos encontrar algo bueno en el proceso y construir una relación más fuerte y madura.
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Una segunda oportunidad || Trueno
FanfictionMía Agüero Maradona, hija del Kun Agüero y nieta de Maradona, apenas está comenzando en la música pero los números no mienten y por lo que se ve ella hace muy bien su trabajo. Conoce a Mateo Palacios (Trueno) y no se esperaba que lo que le decía su...