33; solo por vos

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Mateo

Estaba tirado en la cama, mirando el techo, tratando de organizar el caos que tenía en la cabeza. Las palabras de Camilo seguían repitiéndose en mi mente: "Si no te aclarás con Mía, nunca vas a poder seguir adelante". Sabía que tenía razón, pero la realidad era que no podía encontrar el valor para enfrentarlo. Cada vez que intentaba pensar en cómo decirle todo lo que sentía, las palabras se me atoraban en la garganta. ¿Cómo expresarle lo que había quedado sin decir durante todos estos años? ¿Cómo mostrarle que, a pesar de todo, nunca había podido olvidarla?

Me levanté de la cama con frustración, necesitaba distraerme, hacer algo para evitar seguir dando vueltas al mismo asunto. Empecé a revolver en los cajones del escritorio, sin buscar nada en particular. Era una forma de despejarme, de sentir que al menos podía organizar algo, aunque fuera el desorden de mi pieza.

Mientras revisaba los papeles viejos y cuadernos, encontré una carta doblada entre un montón de documentos olvidados. La reconocí al instante, aunque hacía años que no pensaba en ella. Era una carta que había escrito para Mía cuando teníamos 16, tal vez 17 años. La había olvidado en el fondo de un cajón, como si nunca hubiera tenido la intención de volver a leerla.

Desdoblé la carta con cuidado, como si fuera algo frágil que no quería romper. Cuando vi las palabras escritas en esa hoja, me invadió una oleada de emociones. Ahí estaba yo, un pibe enamorado, tratando de poner en palabras lo que sentía por ella. Me costaba creer que había olvidado esto, que había dejado pasar el tiempo sin decirle lo que sentía. No pude evitar que unas lágrimas empezaran a caer, mojando la hoja amarillenta. Me sorprendí al darme cuenta de cuánta tristeza y arrepentimiento cargaba dentro.

Las lágrimas caían sobre el papel, y cada gota parecía llevarse un poco de la pesadez que sentía en mi pecho. Leí la carta de nuevo, y cada línea me golpeó con la intensidad de esos sentimientos que había guardado por tanto tiempo. "Solo por vos", decía en varias partes. "Sé que a veces debes pensar que no te pienso, mientras planeo borrarte la inseguridades a los besos, a la luna le pregunto si estás bien cuando no estoy
Mientras que desde acá estoy contando los días como un preso". Las palabras parecían cobrar vida, reflejando todo lo que había intentado expresar y no había podido decir en persona. Sentí una mezcla de nostalgia, tristeza y una profunda frustración conmigo mismo por no haber tenido el valor de hablarle directamente.

La idea de hacer una canción surgió de forma casi natural, como un destello de claridad en medio de la tormenta emocional. La carta había sido un testimonio sincero de lo que sentía, y convertir esas palabras en una canción parecía una manera adecuada de expresar todo lo que había acumulado en mi corazón. La música siempre había sido mi refugio, y ahora parecía el medio perfecto para transformar esos sentimientos en algo tangible.

Me levanté de golpe, agarré la guitarra que estaba en la esquina de la habitación y me senté en la cama con la carta a un costado. Empecé a tocar, buscando acordes que pudieran acompañar las palabras que había leído. La idea era clara: la canción tenía que capturar la esencia de lo que había escrito en la carta, pero con un toque más maduro, más acorde con lo que sentía en el presente.

"Bajo por la noche cuando cae el sol, buscando la luna solo por vos, baby," comencé a cantar en voz baja, mientras rasgueaba las cuerdas. La melodía parecía fluir naturalmente, como si las palabras de la carta estuvieran esperando ser transformadas en música. Cada verso se entrelazaba con los acordes, y sentí que la canción empezaba a tomar forma, convirtiéndose en un vehículo para comunicar lo que había sido incapaz de expresar en el pasado.

Me sumergí en el proceso, tocando y escribiendo durante horas. La canción iba creciendo, tomando forma a medida que las palabras de la carta se transformaban en versos y estribillos. Cada línea, cada nota, parecía ser una extensión de los sentimientos que había guardado por tanto tiempo. El tiempo pasó sin que me diera cuenta, absorbido por la creación.

Cuando finalmente terminé, sentí un alivio profundo. Había logrado convertir esos sentimientos en algo concreto, algo que podía compartir. Pero, al mismo tiempo, también sentía un peso. Sabía que mostrar la canción a Mía era un paso crucial, pero me preguntaba si realmente estaba listo para hacerlo. La canción no solo era una declaración de lo que había sentido en el pasado, sino también una esperanza de lo que podría ser en el futuro.

No estaba seguro de si debía sacar la canción ahora o guardarla para más adelante. Las cosas entre Mía y yo seguían siendo complicadas, y temía que la canción pudiera ser malinterpretada o que no tuviera el impacto que deseaba. La idea de dejarla en el olvido hasta que las cosas con Mía volvieran a la normalidad era tentadora, pero al mismo tiempo, sentía que tenía que hacer algo. La canción era una forma de poner en palabras lo que había sido incapaz de expresar antes, y quizás era el momento de compartirlo.

"Siempre fuiste un punto a parte entre tanta gente," decía el final de la canción. Esa línea encapsulaba todo lo que sentía por Mía, cómo ella había sido especial y única en mi vida, a pesar de todo lo que había pasado. La canción se había convertido en un puente entre el pasado y el presente, una manera de conectar con lo que había sido y con lo que podía ser.

Me recosté en la cama, agotado pero satisfecho. Sabía que la canción era importante, pero aún no estaba seguro de cómo iba a manejarla. ¿Debería dejarla en el olvido hasta que las cosas se resolvieran? ¿O era el momento de darle a Mía una prueba tangible de lo que sentía? La duda seguía presente, pero al menos había encontrado una forma de expresar mis sentimientos, y eso era un primer paso hacia la claridad.

"Solo por vos," repetí en mi mente, como un mantra. Todo esto lo hacía por ella, esperando que, de alguna manera, pudiera entender lo que significaba.

Una segunda oportunidad || TruenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora