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Mateo

Después de la tarde en el parque y el beso que compartimos, la noche se presentó de manera tranquila y natural. El cielo se había oscurecido y las estrellas empezaban a asomar, llenando el ambiente de una calma que contrastaba con la agitación interna que ambos sentíamos. Decidimos regresar a mi casa, y mientras caminábamos juntos, nuestras manos entrelazadas, sentía una conexión más fuerte que nunca.

—Che, Mía —le dije mientras abría la puerta de mi casa—, ¿te gustaría quedarte a cenar? Puedo preparar algo rápido y así seguimos charlando un rato más.

Ella sonrió y asintió, mostrando una combinación de sorpresa y entusiasmo.

—La verdad es que me encantaría. ¿Qué tenés en mente?

—Nada muy elaborado —respondí con una sonrisa—. Pensaba en preparar unas pastas caseras y, si te parece, podemos ver una peli o simplemente seguir charlando.

Entramos en la casa, y me puse a preparar la cena mientras Mía me ayudaba a poner la mesa y a elegir una película. La atmósfera en la cocina era relajada, y la conversación fluía sin esfuerzo. La familiaridad de la rutina diaria y la cercanía de tener a Mía en mi espacio me hacían sentir como si estuviéramos en casa, y eso me llenaba de una sensación de confort.

—Che, Mateo —dijo Mía mientras revolvía la ensalada—, me alegra mucho que estemos pasando tiempo juntos así. Esta noche se siente especial.

—Sí, es cierto —le respondí—. Me hace bien tenerte acá. A veces, lo simple es lo mejor.

La cena fue una experiencia agradable y sin pretensiones. Comimos, reímos y disfrutamos de la compañía mutua, dejando que la conversación fluyera naturalmente. Después de comer, nos acomodamos en el sofá, y la película comenzó a sonar de fondo, pero no era la trama lo que mantenía nuestra atención. En cambio, era la proximidad y la conexión entre nosotros lo que realmente importaba.

—¿Te parece si dejamos la peli para otro momento? —le propuse, notando que la atención de Mía estaba más en mí que en la pantalla.

Ella me miró con una sonrisa que iluminó la habitación.

—Claro, Mateo. Si prefieres hablar, estoy aquí para eso.

Nos movimos más cerca en el sofá, y nuestras piernas se rozaron. La cercanía era eléctrica, y el espacio que había entre nosotros se volvió cada vez más pequeño. La conversación se volvió más íntima y personal, y pude sentir cómo la conexión entre nosotros se profundizaba con cada palabra compartida.

—¿Sabés, Mía? —dije con voz suave—, me he dado cuenta de lo mucho que disfrutamos de nuestra compañía. Me hace sentir que podríamos estar así por mucho tiempo, hablando y compartiendo.

Ella asintió, su mirada llena de comprensión.

—Yo también lo siento. Estos momentos juntos me hacen darme cuenta de lo importante que sos para mí.

Nos miramos a los ojos, y había una intensidad en la mirada de ambos que parecía pedir algo más. Sin decir una palabra, nos acercamos lentamente, y nuestros labios se encontraron en un beso suave y lleno de ternura. El beso creció en intensidad, y la conexión entre nosotros se volvió aún más fuerte.

El contacto de nuestros labios, el calor de nuestras respiraciones entrelazadas, era todo lo que necesitábamos para sentirnos completamente conectados. Nos dejamos llevar por el momento, explorando la familiaridad de nuestros besos, que ahora se sentían como algo nuevo y emocionante.

—Mateo —susurró Mía entre besos—, esto se siente tan bien. Me alegra que estemos aquí.

—A mí también me alegra, Mía —respondí—. No puedo describir lo bien que me hace estar contigo así.

Nos levantamos del sofá y, con una mirada llena de entendimiento, nos dirigimos hacia mi habitación. La atmósfera en el cuarto era acogedora y tranquila. La luz suave de una lámpara de mesa proyectaba una cálida luz dorada sobre la habitación, creando un ambiente íntimo.

—Che, Mía —dije mientras apagaba la luz—, no quiero apresurarnos. Solo quiero que estemos cómodos y disfrutemos del momento.

Ella me miró con una sonrisa y asintió, mientras se acercaba a la cama. La noche se desarrolló de manera natural y respetuosa, sin prisa ni presión. Nos desvestimos lentamente, tomándonos el tiempo para explorar nuestras sensaciones y sentir la conexión entre nosotros. La intimidad era un proceso gradual, lleno de cariño y de una profunda comprensión mutua.

Nos abrazamos y nos acariciamos con ternura, explorando cada rincón de nuestro ser con respeto y cariño. La conexión que compartíamos era profunda y significativa, y cada gesto, cada toque, era una manifestación de la conexión emocional que habíamos estado construyendo.

El encuentro fue una experiencia hermosa y significativa. Ambos estábamos en sintonía, y había una sensación de calma y de plenitud en el aire. La conexión no era solo física, sino también emocional y espiritual. Estábamos compartiendo un momento de intimidad que iba más allá de lo físico, y eso hacía que la experiencia fuera aún más especial.

Después de un tiempo, nos acomodamos en la cama, abrazados y con una sensación de satisfacción y de paz. La noche estaba llena de una tranquilidad que reflejaba la profundidad de nuestra conexión. Nos miramos a los ojos y sonreímos, sabiendo que habíamos compartido algo muy especial.

—Gracias por esta noche, Mía —dije mientras la abrazaba—. Me hace sentir que estamos en el camino correcto.

Ella me sonrió y me besó en la mejilla.

—Gracias a vos, Mateo. Me alegra que estemos aquí y que estemos construyendo algo juntos.

Nos quedamos en silencio, disfrutando de la cercanía y del calor de nuestros cuerpos juntos. La noche se deslizaba suavemente, y la sensación de conexión y de amor que compartíamos era algo que nos llenaba a ambos.

El sueño comenzó a envolvernos, y nos dejamos llevar por la calma y la satisfacción de la noche. Sabía que, a pesar de las incertidumbres y los desafíos que podríamos enfrentar, lo que habíamos construido juntos era sólido y real. Y en ese momento, eso era todo lo que necesitaba para sentirme esperanzado y emocionado por lo que estaba por venir.

La noche se deslizó suavemente, y mientras me dormía con Mía a mi lado, me sentí en paz, sabiendo que estábamos comenzando un nuevo capítulo en nuestras vidas, uno lleno de promesas y posibilidades.

Una segunda oportunidad || TruenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora