Capítulo 25 - Persona Correcta

575 56 26
                                    

Abril de 2023, Jeddah, Arabia Saudí

Carlos' POV

La cara de mi padre al verme empapado por la lluvia que había caído y mis ojos completamente rojos del llanto fue un poema.

Sentía que había dado grandes pasos marcha atrás. Volvía a sentir ese sentimiento de abandono que solía abarcar mi pecho hasta hace tan solo un mes, y era horrible.

—¿Se puede saber que ha pasado?

Quitó la ropa de mi cuerpo con lentitud y cuidado, intentando no agobiarme.

—Lexie y yo hemos cortado lo que había, bueno, ella lo ha hecho conmigo.

Justo cuando volvía a sentirme bien, cuando me sentía seguro en sus brazos. Justo cuando todo el tormento que había en mi mente comenzaba a desaparecer.

Soledad, temblaba de ansiedad de imaginarme en el mismo lugar de nuevo, de volver a sentirla todas las noches.

—Carlos ella está con Gasly.

—Ya lo sé papá.

Me volví un ovillo en el sillón, envuelto en una toalla, sollozando.

—Hijo yo me pierdo contigo, pensaba que querías volver con Isabel.

—Ya no sé lo que quiero.

Dejar de sentir la presión en mi pecho, eso era todo lo que quería, porque sólo tenía altos o bajos y eso estaba acabando conmigo.

—Pues descúbrelo y lucha.

Hoy era una de esas noches en las que solo quería sufrir, dejar mis emociones libres sin tener que ocultarlas, fluir.

—¿Puedes dejarme sólo? Necesito descansar.

—No vas a descansar estando así.

Lo miré casi suplicante, no quería dar explicaciones, sólo quería un espacio para llorar.

Con Isa mi padre era útil, me aconsejaba y me cuidaba, incluso era alguien objetivo, me sentía a salvo en sus palabras.

Pero cuando se trataba de Lexie me dolía la forma en la que de repente todo parecía tan simple para él, cómo si ella no fuese suficiente, cómo si fuese fácil de superar u olvidar.

Juzgaba cada lágrima que pudiese derramar por ella, y eso no era de ayuda en ese momento.

—Cualquier cosa ya sabes donde estoy. —dejó un beso en mi cabeza y se fue, reticente a la idea de dejarme sólo.

Y normal, porque estallé de nuevo, me dejé llevar por la desesperación.

Lloré, sin cesar, sin control, estaba fuera de mi alcance.

Clavé mis uñas en mis brazos, buscando amortiguar el dolor emocional con la pequeña punzada que me provocaba.

Necesitaba el control y sentía cómo mis lágrimas disminuían cada vez que mi piel se magullaba. Pero la posibilidad de decidir sobre mi propio cuerpo acababa esfumándose cuando parecía llegar.

¿Algún día dejaría de sentirlo?

Parecía que una vez que la ansiedad llegaba a tu vida estaba dispuesta a no irse nunca. Podías pasar temporadas sin ella, felices o tranquilas, pero siempre estaba ahí, acechando, provocando temor por su vuelta, y lo hacía.

Así que rasgué mi piel con más fuerza, obligándome a centrarme en el escozor de mi piel, soltando casi inaudibles gemidos de dolor, porque picaba como el mismísimo diablo.

Pero era efectivo.

Y cuando el nudo de la garganta se esfumó y las lágrimas cesaron por completo una llamada volvió a darle la vuelta a todo.

Marea Baja || Carlos SainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora