EFECTO MARIPOSA | [COMPLETA]

05. El primer cambio

He estado esperando este momento. Mi mente no deja de dar vueltas a la misma idea, a la misma obsesión que ha tomado el control de mi vida. Cada vez que regreso al pasado, siento que estoy más cerca de lograr lo imposible: cambiar lo que sucedió, salvar a Mark. Pero algo más ocurre en esos viajes, algo que no entiendo del todo. He notado que cada vez que regreso al presente, la realidad se siente... distinta. Es un cambio sutil, casi imperceptible, pero no puedo ignorarlo.

Hoy, me siento frente a la fotografía de nuestra boda, como lo he hecho tantas veces antes, y cierro los ojos. Mi corazón late con fuerza, anticipando lo que está por venir. El tirón en mi estómago, esa sensación familiar de ser arrastrada, llega más rápido esta vez. Ya no tengo miedo de ella; la he aprendido a esperar, a ansiar.

Cuando abro los ojos, el mundo a mi alrededor es un reflejo borroso de lo que alguna vez fue. Estoy en la cocina de nuestro antiguo apartamento, un lugar que se siente como un recuerdo lejano, pero ahora es vívidamente real. Mark está de pie junto a la ventana, su silueta esbelta se recorta contra la luz del sol que entra suavemente. Está hablando por teléfono, su voz suena alegre, como solía ser, y una sonrisa se forma en mi rostro antes de que pueda detenerla.

—Sí, claro, nos vemos en la tarde —dice, y cuelga. Al girarse, sus ojos se encuentran con los míos, y ese destello de vida en su mirada me hace recordar por qué hago todo esto.

—Hola, dormilona —me saluda con su sonrisa fácil, y por un momento, el mundo parece perfecto otra vez.

Pero no he venido aquí solo para revivir momentos felices. No esta vez. El miedo comienza a deslizarse en mi estómago, como un veneno lento, mientras lo miro. Tengo que advertirle, tengo que hacer que entienda el peligro que le espera. Pero, ¿cómo puedo decirle algo así sin sonar como una loca? Él no sabe lo que va a pasar, no sabe que esta podría ser una de nuestras últimas conversaciones.

—Cariño, tenemos que hablar —mi voz sale más firme de lo que esperaba, pero por dentro estoy temblando.

Él se detiene, su expresión se suaviza, y se acerca a mí con pasos seguros. Toma mi mano, entrelazando sus dedos con los míos, y siento ese calor familiar que siempre me ha dado. Pero esta vez, no es suficiente para calmar el tumulto dentro de mí.

—¿Qué ocurre, Maine? —pregunta, su voz es un susurro que resuena en la quietud de la cocina.

Respiro hondo, preparándome para lo que sé que debo decir. Mi mente se acelera, buscando las palabras correctas, pero nada parece adecuado. Finalmente, solo lo suelto, como arrancar una tirita de un tirón.

—Tienes que tener cuidado... algo malo va a pasar.

Su ceño se frunce, una arruga aparece entre sus cejas, y su sonrisa se desvanece lentamente. Puedo ver la confusión en su rostro, mezclada con preocupación. No me cree, no entiende lo que estoy diciendo. Pero, ¿cómo podría? Ni siquiera yo entiendo completamente lo que está sucediendo.

—¿De qué hablas? —pregunta, su tono es cauteloso, como si temiera mi respuesta.

—Es difícil de explicar, pero... por favor, solo confía en mí. Algo va a pasar, y tienes que estar alerta, tienes que estar preparado para cualquier cosa —mi voz se quiebra al final, y siento cómo mis manos empiezan a sudar.

Me observa en silencio, sus ojos recorren mi rostro, buscando alguna pista de que estoy bromeando, de que esto es algún tipo de mal sueño. Pero no encuentra nada. Solo la desesperación en mis ojos. Suelta mi mano, retrocediendo un paso, y me mira con esa mezcla de incredulidad y tristeza que nunca había visto en él.

—Maine, ¿qué te pasa, amor? —Su tono es suave, pero hay un borde afilado en sus palabras, como si estuviera lidiando con algo frágil, algo que teme romper si no tiene cuidado.