El amanecer trae consigo un cielo teñido de tonos naranjas y rosados, y mientras contemplo cómo la luz se filtra por las cortinas de la habitación, me doy cuenta de que este día es diferente. Es el comienzo de algo nuevo, algo que he estado postergando durante demasiado tiempo. Ya no puedo seguir evitando las heridas que he causado, las relaciones que he dañado en mi desesperado intento por cambiar lo inmutable. Hoy, debo enfrentar el dolor que he infligido y tratar de reparar lo que queda, aunque sé que el camino no será fácil.
Mis manos tiemblan ligeramente mientras me preparo para salir. Cada prenda que me pongo parece pesar más de lo normal, como si el propio acto de vestirme para enfrentar el mundo fuera una carga que me cuesta llevar. Pero no me permito ceder. No puedo seguir escondiéndome. He aceptado la muerte de Mark, y ahora debo aceptar la responsabilidad de mis acciones, de las personas que he lastimado en mi ciega búsqueda de un pasado que ya no existe.
Mi primer destino es la casa de mi hermana. No he hablado con ella en semanas, desde antes de que todo cambiara, desde antes de que comenzara a enfrentar la verdad. Nuestras últimas conversaciones estuvieron llenas de palabras hirientes, de silencios dolorosos, y sé que la he lastimado profundamente. El miedo a enfrentarnos es casi paralizante, pero también sé que no puedo seguir huyendo. Ella merece una disculpa, una explicación, y aunque no sé si eso será suficiente, debo intentarlo.
El trayecto hasta su casa es un borrón de calles conocidas, de semáforos y peatones que pasan sin que realmente los note. Mi mente está demasiado enfocada en lo que voy a decir, en cómo voy a acercarme a ella sin causar más daño. Las palabras se atropellan en mi cabeza, una mezcla de disculpas y justificaciones que no sé si serán suficientes. Pero lo que más me aterra es la posibilidad de que ella no quiera escucharme, de que la distancia que he creado entre nosotras sea insalvable.
Cuando finalmente llego a su puerta, mis manos están frías y sudorosas. Me detengo frente a la entrada, mirando el timbre como si fuera una barrera que no estoy segura de querer cruzar. Pero respiro hondo y me obligo a dar el paso. Mis dedos se cierran alrededor del timbre y lo presiono, el sonido parece resonar en mis oídos como un trueno, demasiado fuerte en la quietud de la mañana.
Los segundos que pasan mientras espero a que alguien responda son interminables, cada uno se siente como una eternidad. Mi corazón late con fuerza, un ritmo caótico que amenaza con desbordarse. Pero justo cuando creo que no puedo soportar más la espera, la puerta se abre, revelando a mi hermana de pie en el umbral.
Sus ojos se encuentran con los míos, y lo primero que noto es la cautela en su expresión. Hay una distancia en su mirada, una barrera invisible que ha levantado para protegerse del dolor que le he causado. Mis labios se separan, pero por un momento no encuentro las palabras. Me quedo allí, de pie, sintiendo cómo mi garganta se cierra, incapaz de articular lo que quiero decir.
Finalmente, ella rompe el silencio, su voz es baja y tensa, como si estuviera conteniendo algo.
—Maine... no esperaba verte aquí.
Hay una frialdad en su tono que me golpea con fuerza, pero sé que es un reflejo de lo que le he hecho, de la distancia que he creado entre nosotras. Trago saliva y me esfuerzo por hablar, aunque cada palabra que sale de mi boca parece un esfuerzo titánico.
—Lo sé... —respondo, mi voz es apenas un susurro—. Lo sé, y lo siento... por todo.
Ella no responde de inmediato. Se queda allí, observándome con una mezcla de desconfianza y dolor, y por un momento temo que me cierre la puerta en la cara, que me diga que es demasiado tarde para reconciliarnos. Pero en lugar de eso, da un paso hacia atrás y me hace un gesto para que entre.
—Pasa —dice, y aunque su voz sigue siendo distante, hay una pequeña apertura en su actitud que me da una chispa de esperanza.
Entro en su casa, el lugar donde crecimos juntas, donde compartimos tantas risas y confidencias, pero que ahora se siente como un territorio extraño. Cada rincón parece impregnado de la tensión entre nosotras, del resentimiento y el dolor que he provocado. Nos dirigimos a la sala de estar, y me siento en el borde del sofá, mis manos se retuercen en mi regazo mientras intento encontrar una manera de empezar.
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EFECTO MARIPOSA | [COMPLETA]
Mystery / ThrillerEl simple aleteo de las alas de una mariposa puede provocar un tsunami al otro lado del mundo. No intentes cambiar tu pasado, puede que de haber sido distinto, todo hubiera sido peor. En 'Efecto Mariposa', te invito a sumergirte en la historia de Ma...