El cielo está teñido de un azul profundo, con nubes dispersas que se deslizan perezosamente por el horizonte, mientras el sol comienza a descender, arrojando un brillo dorado sobre el mundo. Estoy de pie en el parque donde tantas veces paseamos juntos, donde nos reímos, soñamos y prometimos un futuro que nunca llegó a ser. Este lugar, que antes me atormentaba con recuerdos de lo que había perdido, ahora me brinda una calma inesperada, como si finalmente hubiera encontrado un equilibrio entre el dolor del pasado y la promesa del futuro.
Cierro los ojos por un momento, dejando que el viento fresco acaricie mi rostro, llevándose consigo los restos de las lágrimas que han surcado mis mejillas tantas veces. He llorado por Mark, por lo que perdí, por lo que intenté cambiar. Pero ahora, esas lágrimas no son solo de dolor; también son un testimonio de la aceptación, de la fuerza que he encontrado en medio del caos. Han sido lágrimas de despedida, no solo para él, sino para la mujer que solía ser, la que estaba atrapada en un ciclo interminable de culpa y arrepentimiento.
Al abrir los ojos, mis pensamientos vuelven a todo lo que ha sucedido. A los momentos que intenté cambiar, a los errores que cometí, y a las personas que he lastimado en el proceso. Cada uno de esos momentos se siente como una pequeña muerte, una pérdida que dejó cicatrices profundas en mi alma. Pero también sé que esas cicatrices son parte de lo que soy ahora, son recordatorios de las lecciones que he aprendido, de las batallas que he librado y sobrevivido.
Recuerdo las palabras de Garrick, ese encuentro que me cambió para siempre. Su advertencia sobre el precio de alterar el tiempo, sobre las consecuencias que seguirían, resonó en mi mente durante mucho tiempo. Enfrentar esa verdad fue como mirar en un espejo que me mostró las partes más oscuras de mí misma, aquellas que había intentado ignorar, aquellas que temía reconocer. Pero ahora, con la perspectiva que me ha dado el tiempo, veo que esas verdades eran necesarias, que necesitaba ver el daño que había hecho para poder encontrar la manera de sanar.
Me siento en un banco de madera, el mismo donde Mark y yo solíamos sentarnos para observar el mundo pasar. Mis manos descansan en mi regazo, los dedos entrelazados, mientras observo a las personas que pasean por el parque, ajenas a la tormenta que ha sido mi vida. Hay una familia con niños pequeños que corretean riendo, una pareja de ancianos que camina lentamente de la mano, y un joven que pasea a su perro. Son escenas de la vida cotidiana, llenas de una normalidad que alguna vez anhelé desesperadamente.
Durante mucho tiempo, pensé que mi vida nunca volvería a ser normal. Que el dolor, la culpa, y el arrepentimiento serían mis únicos compañeros para siempre. Pero ahora, aquí sentada, observo cómo la vida continúa a mi alrededor, y me doy cuenta de que he encontrado algo que se asemeja a la paz, una aceptación que antes parecía inalcanzable.
Mark siempre será una parte de mí, siempre será el amor que marcó mi vida, el hombre que me enseñó lo que significa amar profundamente. Pero ya no estoy atrapada en el pasado, ya no intento desesperadamente cambiar lo que no puede ser cambiado. He aprendido que la vida, con todas sus imperfecciones y pérdidas, sigue adelante, y que yo también debo hacerlo.
Mientras mi mirada se pierde en el cielo, una mariposa aparece en mi campo de visión, revoloteando suavemente en el aire, sus alas se mueven con una ligereza que parece desafiar la gravedad. La sigo con la mirada, recordando lo que esa mariposa representa para mí, el símbolo de las decisiones que he tomado, de los cambios que intenté realizar. Durante mucho tiempo, esa mariposa fue un recordatorio constante de mi incapacidad para aceptar la realidad, de mi deseo de controlar lo incontrolable.
Pero ahora, mientras la mariposa se aleja, siento una paz que nunca antes había experimentado. Ya no intento retenerla, ya no siento la necesidad de seguirla o de intentar cambiar su rumbo. La dejo ir, sabiendo que, como la mariposa, el pasado se ha ido, y lo único que me queda es el presente y el futuro que aún está por escribirse.
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EFECTO MARIPOSA | [COMPLETA]
Misterio / SuspensoEl simple aleteo de las alas de una mariposa puede provocar un tsunami al otro lado del mundo. No intentes cambiar tu pasado, puede que de haber sido distinto, todo hubiera sido peor. En 'Efecto Mariposa', te invito a sumergirte en la historia de Ma...