Chasing the light ~ Minsung

Capítulo 14.

¡¡¡ADVERTENCIA!!! 

En este capítulo se habla y se describe un episodio de autolesión e histeria. 

No implica a los protagonistas directamente, pero lean bajo su propio criterio.

Cuando Minho empezó a enamorarse, se dio cuenta de que sentía las cosas muy profundamente. El amor siempre era tan fuerte, que arrastraba los otros aspectos de su vida y se dedicaba única y exclusivamente a su pareja. 

Arriesgando todo por amor, incluso su futuro, porque eso era lo que se sentía correcto.

La intensidad de sus emociones le hacía tanto bien como mal. Se había sentido culpable infinitas veces por hacer una montaña de lo que parecía un grano de arena para los demás.

 ¿Nadie había sentido las cosas igual que él nunca? La pérdida, el amor, los celos, la felicidad, la tristeza. Todos ellos se colocaban uno al lado del otro en su alma, absorbiendo cada una de las gotas de energía que podía reunir, drenándolo o llenándolo dependiendo del día.

Siempre pensó que estaba hecho para amar. Que la única cosa que lo movía en la vida era el amor. Y, en cierto modo, tuvo razón.

Tras lo sucedido con sus padres, la ruptura con Jungwoo, y su delirante viaje por hombres que apenas recuerda hasta caer en los brazos del mejor amigo, supo que había algo que arreglar. Sabía que algo no estaba bien con él. Sabía que había partes de su alma tan oscuras, que cuando hubo momentos malos, había peligrado su salud.

No había sido la primera vez que había ido a terapia, pero cuando las palabras de su psicóloga empezaron a cobrar sentido, entendió que había estado empleando su amor de una manera desesperada. Que, en su anhelo por dar todo su amor a alguien, él mismo terminaba desapareciendo. Tanto así, que cuando las personas se iban de su vida, se quedaba vacío. Roto.

Pensó que era un deshecho, como un pedazo de chatarra, agrietado y aplastado en formas irreconocibles. Y aún así, fue entendiendo poco a poco, que él no era un objeto. Era un ser humano, merecedor de misericordia, de paciencia. Que quien le fuera a querer, debía hacerlo tal y como era, y que no debía moldearse para encajar en la idea que tuvieran los demás de él.

En ese año que se permitió volver a ser él mismo, se encontró lleno de amor por las pequeñas cosas. Alejarse de Corea le había dado una nueva perspectiva, y tener a sus amigos cerca siempre fue lo mejor. Su tirita constante, las personas por las que verdaderamente lo hubiera arriesgado todo.

El amor que sentía por ellos era tan precioso, que se sentía lleno solo compartiendo el mismo espacio, incluso si estaban en silencio. Y el amor hacia sí mismo hizo que pudiera mantener su promesa de no tener sexo con alguien sin un motivo de peso.

Pero no se dio cuenta de cuánto se había cerrado a la idea de ser vulnerable hasta que llegó él.

Hasta que Jisung no puso un pie en su oficina, día sí y día también, con un café en la mano y una sonrisa en los labios.

No sintió nada cuando le vio por primera vez. Si es que podemos llamar nada a la agradable sensación de conocer a alguien amistoso. No había mariposas, ni sentimientos intensos. Jisung se coló en su vida de manera sigilosa, como la marea subiendo en un día tranquilo.

Para cuando se dio cuenta, las olas le llegaban a las rodillas. 

Y Minho no sabía nadar.

Pero, en lugar de ahogarse, se dejó llevar. El suave movimiento del mar, de Jisung, no lo arrastró; lo estaba haciendo flotar bajo la luz del cálido sol otoñal.