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-Red Keep-

Daera había pasado la noche en los aposentos que compartía con Aemond antes de que todo el caos comenzara, pudo notar que él la había estado usando, aunque estaba sumamente ordenada y prolija habían detalles que hacían notar el uso, como la daga sobre la mesa junto a la cama, ahora acompañada por la daga que ella creía era de Benjicot; también el mapa extendido sobre la mesa de centro entre los sillones y el libro abierto en la mesa junto a la ventana, con un taco de madera evitando que el viento desordene las hojas y el olor en las sábanas, madera y brasas, ceniza... su olor. Ella se despertó muy temprano abrazada a la almohada aspirando el aroma de su esposo, como le gustaba, dioses. Cerró sus ojos impregnando sus sentidos al aspirar de nuevo, aunque le costó mucho dormirse debía aceptar que una vez concilió el sueño pudo dormir mucho mejor de lo que lo había hecho las últimas lunas y tenía la sospecha de que se debía a la habitación, al aroma, a los pequeños detalles a su alrededor que gritaban Aemond en silencio.

Pudo notar, por la claridad que se veía a través de la ventana, que aún faltaba para que vinieran a despertarla así que se aferró a la almohada disfrutando la sensación segura que le daba el aroma, recordando lo cómoda y segura que se sentía durmiendo entre sus brazos, una sonrisa se extendió en su rostro al pensar en todas las veces en que él la acurrucó creyendo que ella aún dormía o en las que despertaba con su cuerpo acunado por el de él mientras su dureza presionaba en sus glúteos... una corriente le recorrió el cuerpo centrándose entre sus piernas cuando pensó aquello, se concentró en recordar la sensación de tener su verga dura empujando entre sus glúteos, mantuvo sus ojos cerrados recordando la forma en que mientras lo sentía él le acariciaba desde el cuello hasta el ombligo muy lento, sintiendo levemente lo rasposo de sus manos debido a los cayos, respiro de nuevo el aroma y podía jurar que sintió la mano de Aemond buscando entre sus piernas para hacerla gemir cuando la recorría entera bañando sus dedos en los jugos que su intimidad producía. La forma en que se burlaba de su entrada haciéndola creer que la tomaría con los dedos pero sin hacerlo mientras la palma le frotaba el punto de placer, ella gimió, él sabía tocarla tan bien, sabía justo cómo mover la palma para que ese cosquilleo de dicha comenzara a crecer entre sus piernas, sabía exactamente dónde y cómo presionar los dedos una vez que se hundían en ella... ohhh dioses, ese es el lugar, justo ahí... jadeo mientras sentía la presión de los dedos en su núcleo a la vez que la palma rozaba exquisitamente su botón de dicha. Y así pasó varios minutos, tocandose y estimulándole con los ojos cerrados pensando en Aemond, en su olor, en sus manos, en el calor de su piel pegada a la de ella, en los gruñidos y jadeos que soltaba en su oído entre besos y lamidas, dioses sus besos, sus besos regados por el cuello de ella, lo bien que se siente estar así, entre sus brazos estregada al placer que solo él ha sabido darle, gimió de nuevo cuando sintió que sus paredes comenzaban a apretarse y recordó lo que se sentía apretarlo a él, su dura y cálida verga metida hasta el fondo siendo apretada por ella, la forma en que a veces latía y se agitaba disparando sensaciones de placer, lo exquisito que se sentía el calor de su semilla derramándose en ella... dioses... no lo resistía más, gimió su nombre mientras apretaba sus piernas y se entregaba a un orgasmo exquisito, sintió sus dedos empapados y los alejó de su intimidad para llevárselos a la boca, sacó la lengua y la pasó por ellos para después chuparlos saboreandose, él siempre la saboreaba con gusto y ganas.

Dos toques en la puerta seguidos de la voz de Missandei hicieron que Daera abriera los ojos y chocara con la realidad, estaba sola y a demás debía decidir el destino de Aemond el día de hoy. Se enderezó sentándose en la cama mientras abrazaba las sábanas a su cuerpo.

— Adelante - dijo con voz clara y Missandei abrió la puerta saludando con un gesto - puedes por favor pedir que preparen un baño para Aemond y lo alisten para el juicio - Missandei asintió y salió brevemente para darle el mensaje a unos de los guardias, el cual en seguida cumplió la orden.

Fuego y Dragones (+21) - Aemond/Aegon Targaryen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora