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-120 d.C.-
-Drinftmark-

La familia se encontraba reunida en Drinftmark para realizar el acto fúnebre de Leanor Velaryon, cuya repentina muerte dejó a todos sorprendidos. Una vez que la ceremonia terminó la noche comenzaba a caer y Aegon se encontraba junto a Aemond observando a su hermana, la cual murmuraba algo sobre un telar verde y negro mientras jugaba con una araña sentada sobre el suelo.

— Ella es muy extraña, creo que podría ser tonta - murmuraba el mayor hacia su hermano.

— Cierra la boca, no deberías decir esas cosas - contestó el menor.

— Pero es cierto, mírala - insistió Aegon.

— Es nuestra hermana, debemos respetarla - refutó Aemond con firmeza.

— Si tanto te importa por qué no mejor te casas con ella - dijo con desdén el Príncipe mayor.

— Lo haría si madre nos prometiera - la mirada del menor estudió un par de segundos a su hermana con cariño - cumpliría con mi deber...

— Sabes creo que tengo algo en común con nuestra hermana - dijo Aegon mientras veía pasar una sirvienta - a ambos nos gustan las criaturas de patas largas.

— Aegon - murmuró reprendiendo Aemond mientras negaba con su cabeza mirando a su hermano ir detrás de una de las sirvientas.

Cuando el muchacho volvió la vista al frente sus ojos encontraron a lo lejos a Daera, quien sostenía la mano de Jacaerys para darle consuelo mientras tenía a Lucerys abrazado y frotaba su espalda. El muchacho se preguntaba cómo podían todos apreciarla tanto cuando en realidad era tan molesta y fea; no entendía que de bueno podían ver en ella. Cuando la muchacha levantó la vista buscando a Aegon, el joven Príncipe apartó rápidamente la suya, no deseaba que ella lo descubriera mirándola, eso era lo que menos necesitaba; fingió que miraba a su hermana mientras con el rabillo del ojo notaba a su prima en la distancia buscando a Aegon con la mirada, no pudo evitar sonreír, esa tonta estaba enamorada de Aegon, él estaba casi seguro de eso... pero Aegon estaba enamorado de las golfas, eso haría que ella sufriera y la idea regocijaba al muchacho.

Más tarde al terminar la cena todos se dirigieron a sus aposentos, los ánimos estaban bastante decaídos y lúgubres. Daera se encontraba un poco inquieta debido a que Aegon tampoco estaba presente en la cena, sin embargo no tuvo mucho espacio para sentirse mal por eso, sus sobrinos necesitaban de su consuelo.

Daera se encontraba en la habitación asignada a Jacaerys conversando con sus sobrino para tratar de animarlos mientras que desde la ventana de su habitación el Príncipe Aemond notaba como Vhagar aterrizaba a lo lejos en una colina ¿anido en Driftmark? Con razón no la había vuelto a ver y hasta donde sabía desde la muerte de Leana estaba sin jinete, nadie había podido domarla de nuevo. El muchacho abrió mucho sus ojos mientras una idea tomaba forma en su cabeza y con entusiasmo pero sin dejar de lado la precaución se escabullo fuera de la habitación, descubrió que no había ni un solo guardia salvo por Sir Qarl Corbray, pero este no le prestaría atención a él, sabe perfectamente que tiene prohibido alejarse de Daera.

Aemond salió con paso tranquilo, caminando frente la indiferente mirada de ese único guardia y en cuanto cruzó el pasillo se apresuró a correr, no quería arriesgarse a que el dragón partiera por alguna razón y perder la oportunidad; esa noche conseguiría a un dragón y no sería un dragón cualquiera sería uno de los más grandes y con experiencia... jamás volverían a irrespetarlo o a humillarlo, alimentaría al animal con todos los cerdos del reino hasta acabar con ellos.

Fuego y Dragones (+21) - Aemond/Aegon Targaryen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora