Capítulo 4: Un Golpe de Realidad

20 7 2
                                    


    ~Alhaitham POV~

    —Así es, lo sané, tal y como me suplicaste una y otra vez.
    —¿De verdad? Pero no revelaste mi identidad, tal cual te pedí, ¿cierto?
    —Sí, sí. —Baizhu, con una cara que casi gritaba que mentía, bebió un poco de sangre, frustrado por mis constantes preguntas—. Aunque creo que él lo sospechó. ¿Por qué no quieres que se entere que fuiste tú? Y otra cosa, idiota, ¿por qué le permitiste leer el libro? Sabes que eso está prohibido. Casi lo mato cuando me entero, a él y al tipo del arco.
    —¿Cómo? —Sentía que una rabia y fuerza se extendía hacia mis manos—. ¿Acaso intentaste...?
    —Soy un vampiro, mi instinto sale algunas veces, pero no te preocupes, no toqué a tu precioso marcado. —Baizhu dejó el vaso, ahora vacío, sobre la mesa de centro—. Y aunque hubiera querido, el tipo del parche me hubiera matado si lo hubiera hecho. Hasta pareciese que él es el dueño de La Marca. Además, hay detalles que no me contaste sobre todo esto.
    —¿Cómo qué? —pregunté irritado con la actitud de Baizhu, y con lo que me acababa de revelar sobre aquel sujeto.
    —Como el súúúper irrelevante hecho de que Childe sigue vivo. —Lo miré confundido—. No puede ser, ¿acaso jamás bajas a nuestro mundo para enterarte de lo que está sucediendo? Childe es sumamente buscado entre los vampiros. ¿No supiste que es hijo de Deirdre y está buscando la manera de exterminarnos?
    La noticia me impactó, pero eso explicaba muchas cosas que carecían de sentido común. Miré a Baizhu, quien parecía sumamente decepcionado con mi falta de conocimiento al respecto. Había estado tan concentrado en mi relación con Kaveh que había perdido de vista lo que estaba a mi alrededor y mi mundo.
    —¿Exterminarnos? —pregunté dejando de lado el dato que me había dado— ¿Acaso hay alguna manera en la que nos mate?
    —Claro que la hay, quitándonos nuestro suplemento vital. —Me alteré al escucharlo—. Su plan es matar a la humanidad con un tipo de peste creada con la magia que poseé como herencia de su madre.
    —¿Puede hacer eso?
    —Puede hacer eso y más, pero mientras no haya rastro de él, será difícil encontrar la manera de detenerlo. Aunque, podríamos tener un aliado.
    —¿Aliado? —pregunté—. ¿Tenemos a un mago que iguale la magia de Deirdre?
    —Sí, tu marcado.
    No comprendí lo que decía. Lo miré confundido, nuevamente. Baizhu estaba dando a entender que Kaveh era un mago, pero Kaveh no poseía tales habilidades, él era un ser humano normal. De haber sido especial, yo lo habría notado... ¿o no? ¿Había estado tan concentrado en hacerlo mío y alimentarme de él como para no notar que Kaveh era realmente más especial de lo que ya era? Kaveh me había hechizado, y era desmesuradamente hermoso, además, su sangre era mucho mejor que cualquier otra que hubiese probado.
    —Déjame adivinar, acabas de unir los hilos. —Baizhu se servía un poco más de sangre, disfrutando la manera en que acababa de abrirme los ojos—. Así es, Alhaitham, Kaveh tiene el mismo tipo de magia que los Arkanezes, y si unimos más hilos y ponemos nuestros cerebros a funcionar, es obvio de quién proviene.
    —¿Kaveh es descendiente de Deirdre? —pregunté, aún desconcertado.
    —¡Bravo! Tu cerebro aún funciona. Es lo más seguro, pero no podemos saberlo. —Baizhu miró su reloj de bolsillo—. Bien, mi trabajo aquí ya terminó y debo regresar a Liyue, donde finjo ser un doctor tierno y agradable.
    Sólo lo miré levantarse, pero yo permanecí sentado, no tenía ánimos de levantarme. Tenía demasiados pensamientos dándome vueltas por la cabeza. Quería quedarme sentado a pensar en ellos, ya él podría encontrar la salida y dejarme en paz.
    —Tranquilo, no necesitas mostrarme la salida con tanta amabilidad. —Baizhu caminó hacia la puerta—. Si me dejas hacerte un comentario, dejarte morir no es lo más sabio si realmente quieres a ese rubio. Deberías beber sangre, porque si no lo haces, tarde o temprano sentirás los estragos de la sed vampírica, y podrías incluso morir. Mira tu estado, pareces un cadáver.
    —¿Desde cuándo un hijo de perra como tú se preocupa por mí y me da sermones?
    —Mierda. —Se rió ligeramente—. Tienes razón, creo que me estoy volviendo viejo. Así que muérete si quieres, o no, a mí no me importa, pero ese rubio realmente necesitará protección.
    —¿Protección? —pregunté angustiado.
    —Sí, su sangre es tan... especial, que incluso un "hijo de perra" como yo, quisiera probarla. Su marca ya no existe, según lo que me dices, así que... siempre podría venir un vampiro por su deliciosa sangre, y acabar en un éxtasis por lo bien que sabe, sin ser capaz de detenerse y dejarlo sin una gota.
    Mi corazón se sintió más intranquilo de lo normal. Era un pésimo momento para que La Marca desapareciera, para que Kaveh me alejara de su lado, y para que saliera del hospital. Sería un maldito stalker de ser necesario, pero no permitiría que Kaveh se quedara desprotegido en ningún momento. Ahora mismo iría a su villa a comprobar que nada le pasara.
    —Bueno, adiós.
    En cuanto Baizhu salió de mi casa, yo tomé algo de ropa negra que pudiera ocultarme entre las sombras, me cambié y me dirigí hacia Villa Gandharva. Debía protegerlo a costa de mi propia vida de ser necesario. Ningún vampiro, ni humano con malas intenciones, podría tocarlo conmigo a su lado. Mi fuerza, la poca fuerza que tenía ahora mismo, la usaría para pelear contra cualquier persona que quisiera hacerle daño.
    Llegué al hogar de Kaveh, observando la gran fiesta que se estaba dando por su regreso. El imbécil del parche seguía ahí, y yo lo odiaba como nunca. Mi pensamiento se dirigía hacia un mismo punto: «Yo debería ser el que esté a tu lado siempre, Kaveh». Había sido un tonto que no había hablado con la verdad y ahora pagaba las consecuencias de aquello. Si hubiera sido honesto...
    El tiempo pasaba, Kaveh bebía sin control alguno. Mi instinto me hacía querer correr hacia él y detenerlo, pero ya no tenía permitida la entrada a su vida, no ahora que él parecía estar acompañado de otro hombre. Ahora sólo podía observar a la distancia. Entrometerme ahora que él parecía querer rehacer su vida me parecía un actuar aún más bajo de lo que ya había hecho.
    La gente se empezó a ir poco a poco hasta que prácticamente sólo quedaban Kaveh y el otro imbécil bebiendo alcohol. Después de algunos minutos hablando con una voz bastante arrastrada, se metieron a la casa de Kaveh. Ahora menos que nunca podía dejar de observar a Kaveh, porque si Kaeya resultaba ser otro maldito vampiro yo...
    —Kaveh...
    Mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando vi cómo aquel sujeto y Kaveh comenzaron a besarse apasionadamente. Había asumido que los labios de Kaveh sólo me besarían a mí por el resto de nuestra existencia, que sus ojos sólo me mirarían a mí, que sus oídos sólo escucharían MIS susurros. Kaveh ya no era, ni sería, mi amado nunca más. Los labios de Kaveh ahora pertenecían a otro hombre, y yo ya no aparecía más en su futuro.
    ¿Por qué me sentía tan miserable? Nunca me había sentido a lo largo y ancho de mi corta vida. Mis ojos se inundaron con lágrimas mientras mi corazón parecía estarse quebrando. No podía evitar sentir que en cualquier momento me daría un infarto. Ya ni siquiera estaba seguro de que algo me importara en esta vida. Si Kaveh no estaba en ella, ya no veía el sentido de seguir.
    —Mi Kaveh —pronuncié con nostalgia mientras me abrazaba a mí mismo como un niño pequeño, llorando—. Mi Kaveh...
    Había pensado una y mil veces que quería que Kaveh fuera feliz, incluso si no era conmigo, pero ahora me daba cuenta que en realidad no era así. Era un egoísta de mierda, y lo único que mi corazón anhelaba era que Kaveh regresara a mis brazos una vez más y se quedara a mi lado por el resto de nuestras vidas. Mi único anhelo era que Kaveh me perdonara y me dijera que me seguía amando. Todo lo que había dicho antes era una vil mentira que me había hecho creer a mí mismo. Lo mejor para Kaveh era estar sin mí, pero para mí, estar sin Kaveh era desear por el resto de mis días la muerte.
    Con mi corazón sintiéndose tan pesado como una roca, dejé de mirar a Kaveh con aquel hombre, y me enfoqué en lo que había alrededor de su casa. Mi mente quería irse y dejarlo a su suerte, dado a que su seguridad ya no era mi responsabilidad, pero no mi corazón... Mi corazón sabía que si algo le pasara a Kaveh jamás podría soportarlo. Ya lo había vivido, ya había vivido la pérdida de Kaveh por menos de un día, y no podría pasar por eso nuevamente.
    La noche pareció eterna. Mis ojos se sentían cansados, mi cuerpo ya no tenía fuerza, mi corazón palpitaba con mucha rapidez y mi respiración era desacelerada. Poco a poco, la luz del sol salió, y con ella, la gran mayoría de los habitantes de Villa Gandharva.
    —Para ser un vampiro, tienes un pésimo oído y un muy mal escondite. —Ni siquiera me giré para ver a Tighnari, mis ojos seguían clavados en el horizonte—. ¿Qué? ¿No tienes ánimos de platicar?
    —No.
    —Cyno y yo te vimos desde anoche. No eres precisamente de su agrado, ¿sabes? —Lo miré molesto—. Pero incluso él se preocupó cuando te vio desde nuestra ventana.
    —¿Kaveh me notó? —pregunté ignorando su comentario.
    —No lo creo, estaba demasiado ebrio y demasiado... entretenido. —Me despegué del árbol en el que había recargado mi espalda toda la noche—. Alhaitham, espera, no te vayas. Aún no he terminado de hablar contigo.
    —Yo sí.
    —Alhaitham, por favor espera.
    Escuchaba sus pasos siguiéndome, pero yo no sentía ánimos de seguir escuchando lo que me diría. Sabía que era probable que él me pidiera que lo dejara ir y que dejara de perseguirlo a todos los lugares a los que Kaveh fuera, pero, ¿cómo podía prohibirle a mi corazón que dejara de sentir cosas por él? ¿Cómo podía evitarlo? Mis pies parecían seguir órdenes propias que yo jamás había mandado.
    —Basta, Alhaitham. —Cyno apareció parado frente a mí—. Por favor, habla con nosotros un segundo. Nunca fuiste santo de mi devoción, y siempre supe que tus intenciones no eran verdaderas, pero nos conocemos desde la Akademiya, y fuimos buenos compañeros. No apruebo lo que le hiciste a Kaveh, pero sé que no mientes ahora cuando dices que lo amas.
    —¿Y acaso crees que importa lo que sienta ahora? —pregunté seriamente—. ¿De verdad piensas que si voy y le digo a Kaveh que realmente lo amo y que siento que mi corazón se despedaza sin él, él me creerá? Ya lo intenté, y no me creyó. Lo perdí, Cyno, y yo lo sé.
    —Tal vez aún no es muy tarde —comentó Tighnari, caminando para ponerse frente a mí—. Tal vez Kaveh aún siente cosas por ti y aún pueda darte otra oportunidad. ¿Por qué te rindes tan fácil pero lo observas a la distancia? Alhaitham, él aún...
    —No, —corté su frase de tajo—, él ya no me ama. Kaveh, él... estuvo ayer con el tipo del parche.
    Cyno y Tighnari fueron, claramente, tomados por imprevisto por esta impactante noticia. Era probable que ninguno de los dos fuera consciente de la relación que llevaban Kaveh y aquel tipo, pero yo lo había visto, para mi desgracia. Ambos se miraban el uno al otro, sin saber cómo reaccionar o qué palabras articular para hacerme sentir menos miserable.
    —Alhaitham, ¿estás seguro? —preguntó Cyno.
    —Sé que no me creen y yo tampoco quisiera... quisiera creerlo. —Estaba tan roto que ni siquiera podía contener mis lágrimas ante ellos, incluso mi voz se quebraba—. Baizhu me dijo que Kaveh proviene de la aldea de Deirdre, por lo cual siempre estará en peligro. Vine a protegerlo, porque realmente moriré si algo le pasa, y fue entonces cuando los vi a ambos besándose apasionadamente. No me atreví a ver más, pero sé que ninguno de los dos ha salido de la casa de Kaveh hoy.
    —Kaveh... ¿qué estás haciendo? —preguntó retóricamente Tighnari.
    —¿Puedo irme ahora? —pregunté con la cabeza agachada y las manos temblorosas—. Yo realmente no...
    —¿Alhaitham? —preguntó Cyno, pero su voz sonaba lejana.
    —Estoy muy... mareado.
    Sentí que mi cuerpo ya no respondía, seguido de un pitido en los oídos más ruidoso que todo lo que podía escuchar. Sus voces sonaban lejanas, pero vi que corrían hacia mí, cuando aún tenía un poco de visión. Mi visión se tornó negra y entendí que había perdido el conocimiento.
    —¡Alhaitham!
    Su grito en unísono sonó a lo lejos, y entonces me desmayé.

El Colmillo en mi Hombro: La Página Extraviada || Haikaveh AU || Segunda Parte||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora