Capítulo 1: Una Visitante Extranjero

27 9 2
                                    

    ~Alhaitham POV~

    Ver a Kaveh durmiendo plácidamente me producía felicidad y calma. El día que su corazón se había detenido, deseé en mi corazón morir. Nunca había sentido un dolor tan grande como el que viví en el momento en el que su corazón dejó de latir. Ver su pecho subir y bajar me causaba alivio.
    Por otro lado, era doloroso el no poder tocarlo. Su rostro, aunque algo pálido, aún parecía terso y suave al tacto, con las mejillas muy rosadas. Sus manos eran tan hermosas como siempre. Quería tomar su mano y acariciarle el cabello. Quería llenar su rostro de besos por doquier. Quería tocarlo una última vez. Si era discreto, tal vez jamás lo notaría.
    Acerqué mi mano con cuidado a su cabeza. Estaba indeciso entre lo que quería y lo que debía hacer. Dejé mi mano flotando sobre su cabello un instante, pero después de unos segundos, comencé a bajarla lentamente. Me encargué de no poner demasiada fuerza o presión sobre su cabeza o su suave cabello y acaricié lentamente su cabeza. Pasé mis dedos sobre su frente con ligereza, como si intentara tocar las alas de una mariposa, con esa delicadeza lo hice, pero el miedo despertó dentro de mí al rozar su frente y sentir más calor del normal. Toqué un poco más de tiempo y noté que su temperatura era elevada.
    La siguiente decisión podría costarme su odio eterno, pero prefería que estuviera bien y vivo aunque me odiara, a que corriera el riesgo de morir. Reuní valor, contuve la respiración un momento, conté hasta tres y exhalé una última vez.
    —Kaveh, —llamé su nombre y lo moví ligeramente—, despierta, por favor.
    —Ngh —se quejó—, ¿qué pasa?
    —¿Cómo te sientes? ¿Te sientes mal? Creo que tienes fiebre.
    —¿Alhaitham? —preguntó confundido.
    —Llamaré a una enfermera o a un doctor, ¿de acuerdo? Me encargaré de que te revisen y bajen tu temperatura.
    Me levanté de su lado para dirigirme hacia el pasillo, pero una mano me detuvo. Me giré para mirar a quien evidentemente me detenía. Sus ojos parecían llorosos y su respiración agitada. Me acerqué, aún con más miedo que antes. No entendía por qué no veía odio en sus ojos, sino una gran tristeza y mucho miedo. ¿Se sentía tan mal?
    —Kaveh, tranquilo, estarás bien. Iré a...
    —No, Alhaitham, por favor, no te vayas —me interrumpió suplicante, mientras lloraba—. Por favor, aunque esto sea una alucinación o un sueño, quédate a mi lado aunque sea de esta manera. No me dejes solo, por favor.
    —Kaveh... —me senté a su lado nuevamente y le tomé la mano, me sentía débil cuando lo veía así—. No me iré lejos, ¿está bien? Sólo iré por alguien para que te ayude y te baje la temperatura.
    —No, Alhaitham. —Me sujetó la mano con más fuerza.
    —Kaveh...
    —¿Por qué, Alhaitham? —comenzó a llorar con más fuerza, y tampoco parecía coherente—. ¿Por qué me hiciste daño si lo único que he hecho es amarte? ¿Por qué dijiste que me amabas cuando todo era un engaño y una mentira? ¡Maldito mentiroso!
    No sólo él lloraba, yo también acompañaba su tristeza y dolor, y de igual manera, comencé a llorar al verlo tan desesperado. Su odio hacia mí no había desaparecido. Sabía que esto sería duro, pero cuando lo vi llorar más que gritar, fue cuando supe que mi corazón podía quebrarse aún más después de perderlo.
    —¿No lo ves? ¿No ves lo mucho que te amo? ¿No puedes notar que aunque me hayas hecho daño aún espero que vengas, me abraces y te quedes a mi lado? ¡Ni siquiera has venido a ver cómo estoy! Me dejaste y no luchaste. —Lloraba aún con más fuerza—. Todo lo que he hecho es amarte y darte mi corazón entero. ¿Por qué no pudiste amarme? ¿Por qué no pudiste dejar de jugar conmigo desde un inicio o decirme la verdad? Si yo hubiera sabido la verdad no me hubiera enojado, hubiera comprendido y te hubiera ayudado.
    —Porque tenía miedo, Kaveh, tenía miedo de que...
    —¡No me importa! No me hubiera ilusionado, Alhaitham. Me hubiera costado trabajo comprenderlo, como a cualquier persona, pero te hubiera ayudado. Pudiste decirme la verdad y no ilusionarme. —Me dio un golpe en el brazo, y entonces comenzó a sujetarse las costillas.
    —Kaveh, ¿estás bien? —me acerqué asustado.
    —No, no he estado bien desde hace mucho, pero lo tuyo me acabó de matar. —Kaveh lloraba desconsolado y yo no podía hacer nada para ayudarlo—. ¿Por qué te amo, infeliz? ¿Por qué te sigo amando si debería odiarte por todo el daño que me has hecho? Debo ser un maldito masoquista para seguirte amando con todo el daño que me has hecho. Ojalá hubiera muerto.
    —Ni siquiera se te ocurra volver a decir eso —dije molesto.
    —¿Qué más da? —Sus ojos parecían estar en otra realidad alterna, estaba completamente fuera de sí por la temperatura—. Es la verdad. Desde que desperté, lo único que he deseado es haber muerto aquel día. No lo dije a nadie porque sé lo mucho que la gente se asusta, pero quiero morir.
    —Kaveh, por favor no digas eso —supliqué, sin notar, sino hasta ese momento, lo desconsoladamente que había estado llorando desde que Kaveh había dicho eso—. Por favor, no digas eso más. Claro que jugué contigo al principio, pero ahora te amo más que a nada en esta vida. Daría mi vida por ti.
    —Já, es gracioso que me digas lo que quiero escuchar de ti —comenzó a reír sarcásticamente en medio del llanto—. Supongo que es porque fuiste fabricado por mi mente, así que sabes qué quiero escuchar. Si tan sólo fuera el real...
    —¿Y si el real Alhaitham te dijera eso? —Me miró desconcertado—. Si el Alhaitham real te dijera que te ama y que quiere que le des otra oportunidad, ¿lo harías?
    —No lo sé, me ha hecho mucho daño. Tendría que luchar contra viento y marea, y aún así no estaría seguro de si le daría otra oportunidad. Podría estarlo haciendo porque quiere mi sangre.
    —¿Y si no lo hiciera por tu sangre y tú lo notaras? —Mi esperanza aumentaba—. Si el Alhaitham real viniera a buscarte y luchara por ti, ¿le darías una oportunidad.
    —Tal vez. No lo sé.
    —Debo irme, Kaveh. —Me levanté antes de que pudiera volver a detenerme.
    —No, Alhaitham, no me dejes solo, por favor. No quiero estar solo otra vez. ¿No entiendes que para mí, aunque sea una alucinación, esto es lo que más he querido en mucho tiempo? Te extraño, por favor, no me dejes.
    —Tengo que irme, Kaveh. —Verlo así me quebraba el alma, provocando que llorara por su dolor—. Necesitas que te ayuden y yo sólo estoy estorbando. Tal vez el Alhaitham real regrese pronto.
    —¡No, Alhaitham, por favor! ¡No me dejes!
    Tuve que salir, con el corazón roto y con un gran arrepentimiento carcomiendo mis huesos. Alguien tenía que atender su fiebre, y yo tenía que dejar de estar ahí o se daría cuenta que no había sido una alucinación, sino yo realmente. Aún seguía escuchando sus súplicas y su llanto, lo cual me estaba matando, pero debía dejarlo por ahora para regresar después y pedirle otra oportunidad.
    —Prometo regresar, Kaveh —prometí, aunque él no lo escuchara—. Prometo que lucharé por ti y por tu amor. Estoy seguro de que puedo ganar nuevamente tu amor, aunque me cueste lágrimas de sangre y años. Ya no quiero vivir sin ti.

El Colmillo en mi Hombro: La Página Extraviada || Haikaveh AU || Segunda Parte||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora