El Colmillo en mi Hombro: La Página Extraviada || Haikaveh AU || Segunda Parte||

Capítulo 7: Imprevistos

    ~Alhaitham POV~

    Por mucho que no quisiera pensar en Kaveh, no podía sacarlo de mi mente. Cada pequeño detalle o cosa que veía en Sumeru, me hacían pensar en él. Era realmente difícil verlo con alguien más, sin embargo, no quería abandonarlo a su suerte, ni podía permitir que él muriera nuevamente. Debía concentrarme en crear una buena vida para él, así... así yo no estuviera en ella.
    Por eso, y muchas otras razones, había decidido emprender un viaje a un lugar lejano: las ruinas de Arkan. Mi anhelo era una vida pacífica para Kaveh, y tal vez la respuesta estaría en la página extraviada del diario de Deirdre. Nosotros teníamos la sección que había escrito su esposo para nosotros, pero tener el original podría ayudarnos a encontrar el origen de Kaveh.
    Este viaje era con un destino secreto. Me había limitado a decir que el viaje sería a un lugar lejano, pero no que sería a Arkan. Necesitaba encontrar esa página, y si quería hacerlo, no podía darle el aviso a los demás vampiros, los cuales seguramente también la buscarían con el anhelo de quitar la maldición impuesta en nuestra sangre. Y, por otra parte, podría ponerlos sobre aviso respecto a Kaveh estando desprotegido. Por eso es que le había comentado a Tighnari.
    Durante uno de mis paseos, había escuchado a Kaveh comentarle a una mercenaria, amiga suya, que se había sentido vigilado últimamente, y que tenía miedo de que un acosador lo estuviera siguiendo a todos lados, vigilando su movimiento para atacar en el mejor momento. Me preocupaba mucho que fuera Childe y que él estuviera solo, pero sólo podía suplicar que Tighnari, Cyno, Collei e incluso Kaeya, cuidaran de mi... de Kaveh.
    Tomé mis maletas, sin tantos ánimos. El Puerto Bayda estaba más vacío de lo normal. No era tan concurrido y con un ambiente tan festivo como el Puerto Ormos, pero tenía su encanto, encanto que no podía apreciar debido a mi profundo sentimiento de dolor.
    —Escriba Alhaitham —saludó el encargado de sellar el ticket para subir al barco—, ¿se va de viaje?
    —Así es. —Le entregué mi ticket—. Aquí tiene mi ticket.
    —Gracias. —Hizo una pequeña perforación y me lo regresó—. Escriba, no quiero parecer entrometido, pero ¿puedo hacerle una pregunta?
    —Me parece que ya la ha hecho —respondí secamente.
    —Me refiero a una aparte de en la que pido permiso para hacerla.
    —¿No sería mejor decir que quiere hacerme dos preguntas?
    —Bien, como sea. —Parecía sumamente frustrado—. Veo que su ticket es de ida, pero no es un viaje redondo, ¿es que no piensa volver?
    —Aún no lo he decidido, y en todo caso, puedo encontrar la manera de regresar por mis propios medios.
    —Bueno, usted va a Chenyu, así que le recomiendo ir al Puerto Yilong. No tengo idea de si hacen viajes hacia Sumeru, pero tal vez podrían llevarlo al Puerto Rociomarino en Fontaine, y de ahí podría tomar un barco a Sumeru.
    —O puedo explorar Chenyu y luego asentarme en Liyue un tiempo, entonces regresaré a pie a Sumeru, ¿no cree? No pienso regresar pronto, así que ya veremos qué sucede en el trayecto. —Comencé a caminar hacia las escaleras para bajar a las habitaciones del barco—. Bien, cuídese, iré a dejar mi maleta.
    —Igualmente.
    Realmente no había pensado qué hacer con mi vida, y por lo mismo, me había enfurecido con él cuando quiso entrometerse. Sabía que no lo hacía por mi mal, sino por intentar ayudarme, o por preocupación, pero mi vida era tan caótica, que no tenía una respuesta concreta.
    Subí al barco, mirando a la poca gente que se encontraba en el muelle. Me pregunté si Kaveh sabía que me iría durante un tiempo, si él sabía que ya no estaría en Sumeru de manera indefinida. Incluso le había dicho a mi superior que buscara mi reemplazo. Ya no había vuelta atrás, me alejaría de aquí con la esperanza de una nueva perspectiva y una nueva vida.
    —Kaveh, —susurré, acariciando mi maleta—, ¿te preocuparás cuando sepas que me he ido? ¿Me extrañarás cuando sepas que ya no hay oportunidad de que veas mi rostro nunca más? Tal vez yo ya no esté en tu cabeza, pero por favor, cuando menos alguna vez, recuérdame.
    El barco, una vez que todos sus pasajeros llegaron, comenzó su viaje. Las nubes oscuras a lo lejos habían comenzado a crear pánico entre los pasajeros y tripulantes, pero si era honesto, no me podía importar menos. O hacía este viaje de manera triunfal, o moría en el intento, y cualquiera de las dos me servía. A este punto, ya ni siquiera me importaba si tenía que dar mi vida por alguien que lo mereciera.
    Debía dirigirme a Chenyu, y de ahí, tendría que ir al centro de Chenyu, sin saber exactamente a qué punto. No sería sencillo, probablemente, encontrar las ruinas de Arkan, pero debía intentarlo, debía ver la manera de encontrar la página. Kaveh debía saber su origen, debía saber su razón de ser y el origen de la sangre que corría por sus venas. Tal vez esto le ayudaría a sentirse más seguro de sí mismo, a sentirse tan especial como ya lo era desde siempre.
    Bajé a mi habitación y dejé de preocuparme por lo que pudiera pasarle al barco. Lo más importante para mí ahora era encontrar el lugar exacto en donde podría estar Arkan. Era importante comenzar a teorizar sobre posibles terrenos y zonas. Mi teoría de momento era que podría estar en alguna zona del Monte Lingmeng, pero podría estar equivocado, por lo cual, era importante buscar otras posibles zonas de las cuales hubiera registro de ruinas.
    Comencé a anotar en mi libreta, cuando noté que el barco había comenzado a moverse bruscamente, causando que incluso me cayera de la cama. Salí de mi habitación para ver qué estaba sucediendo.
    —¿Por qué nos movemos así? —pregunté a uno de los tripulantes—. ¿Es por la lluvia?
    Esperé unos cuantos momentos sin respuesta alguna. El sonido de la tormenta era demasiado fuerte, y yo había hablado en un tono neutral, pero tendría que alzar la voz, aunque no me gustara gritar.
    —¡Disculpe! —El tripulante se giró de inmediato—. ¿Por qué nos movemos así? ¿La tormenta es tan fuerte como para causar que el barco se mueva sin control?
    —¡Así es, señor! —me respondió gritando también—. Lamentablemente tendremos que regresar o podríamos sufrir la mala suerte de perecer.
    —¿Entonces? —Todo tenía que ser hablado a gritos por el fuerte sonido de los rayos, la lluvia cayendo y el viento soplando con fuerza—. Yo realmente debo ir pronto a Chenyu.
    —Lo siento mucho, señor, pero tendremos que...
    —¡AHHH! —Un grito desesperado nos interrumpió.
    —¡Rápido! ¡Por favor, hagan algo!
    —¡¿Qué sucede?! —preguntó el tripulante muy nervioso.
    —¡Un remolino está a punto de tragar el barco! —gritó el capitán—. ¡Todos a sus posiciones! ¡Tratemos de sacar el barco de aquí! ¡Manden una señal de auxilio a Sumeru y Chenyu ahora mismo!
    Todos comenzaron a moverse de manera rápida, haciendo maniobras de marineros para poder sacar el barco de este infierno. Me acerqué a la punta del barco y observé el remolino. Era siete veces más grande que el barco; no había manera alguna en la que pudiéramos salvarnos de ser absorbidos. Aquel remolino de agua estaba absorbiendo todo a su paso. No había escapatoria de esto.
    —Kaveh, —dije llevando la mano a mi pecho y cerrando mis ojos—, lo siento. No podré cumplir mi promesa y llevarte las respuestas que necesitas para continuar tu vida de una mejor manera. Espero que en otra vida podamos ser felices y que yo jamás rompa tu corazón.
    El remolino comenzó a atraer el barco con una fuerza desmesurada. No había poder humano que pudiera controlar a este monstruo de la naturaleza que nos absorbía con una velocidad vertiginosa. Sólo podíamos aceptar nuestro destino. Cuando el barco estaba a sólo un par de metros de distancia, cerré mis ojos, permitiéndoles mezclarse con la lluvia que caía sobre mi rostro.
    Quería que mi último pensamiento fuera él... Mi último pensamiento fue verlo sonreír después de la noche que pasamos juntos. Esa fue la última vez que su sonrisa me iluminó. Ese sería mi último pensamiento mientras el agua me ahogaba junto con todos mis recuerdos. «Adiós, Kaveh».