Capítulo 10: "¿Final de este amor?"

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-¿Venís o te quedas?-Me pregunto Leo.

-Voy, voy, espera que agarro mi cartera.

-Bueno.

Me fui a la habitación y agarre mi cartera, pero antes agarre un rosario que me había regalado mi abuela era muy importante y se lo regalaría a Romeo para que nunca me olvide. Baje como flash, entre al coche. Hablaron todo el camino, ni una gota de silencio.

Al entrar al aeropuerto a despedir a Romeo un vacío enorme invadió mi corazón, mi mente y mi cuerpo, me provocó un nudo en la garganta y en el estómago, me provoco ganas de vomitar e ir corriendo a mi casa el único lugar en donde me siento protegida.

Romeo me agarro la mano, me miro a los ojos y solamente sonreía. Yo solo bajaba la mirada, no quería mirarlo a los ojos por última vez, esos ojos marrones, los cuales cada mañana me veían y me hacían sentir única, esos ojos, que con tan solo un guiño me dejaban loca, loca de amor por él, loca y obsesionada, pero por tenerlo siempre conmigo, tener su sonrisa cada mañana, tarde y noche antes de dormir, despedirme con un "Hasta mañana, que duermas bien" pero ahora, ahora ya no lo voy a tener, no lo voy a tener cada día, pienso en todo lo que paso, lo que paso en mi vida, desde que mis padres murieron el me consoló, desde que mi hermano se fue y ahora él se va, pienso que todo pasa por algo, pero confió en que lo voy a volver a ver.

-Antes de que te vayas te quiero dar algo-Dije.

-¿Qué cosa?

-No es gran cosa, pero tiene un valor sentimental inmenso-Saque de la cartera el rosario- Quiero que lo lleves con vos, para que me recuerdes-Dije mirándolo a los ojos, el corazón me gano y no pude evitar soltar una lagrima.

-No hace falta.

-Me gustaría mucho que lo tuvieras por favor.

-Está bien, dame- Se lo di y se lo puso.

-Te amo-Le dije.

-Yo también-Me respondió.

Me abrazo, me sentía segura, siempre me sentí segura cuando me abrazaba. Cuando levante la cabeza automáticamente me beso, fue mágico, como si no fuera un beso de despedida, aunque sea el último, este beso me hizo sentir cosas que nunca sentí, cosas importantes, mil mariposas en la panza, fue como si volara pero estando en el mismo lugar. El beso fue interrumpido por el altavoz, llamando a los pasajeros que iban rumbo a New York. Lo abrase por última vez y me despedí, despedida dura, pero ¿Que vamos a hacer? La vida es así y no la podemos cambiar.

Cuando vi el avión despegar el mundo se me derrumbo, sentía un vacío enorme, hace unos segundos estaba completa, pero ahora estaba totalmente vacía, fue como cuando compras un paquete de papas fritas y te imaginas el paquete lleno pero trae menos de la mitad. Mi único consuelo fue ir a abrazar a Leo y a Sol, Carol no había ido a ella no le gusta las despedidas. Leo me abrazaba y Sol me animaba, pero ya no había vuelta atrás, ahora no sabría qué hacer, esperar como una estúpida a que vuelva todo como antes o ir a buscar mi destino. Decidida a no perder la razón decidí ir a hablar con los tipos que dijeron que tenía una oportunidad grande de triunfar, no podía quedarme rendida y llorando porque no tenía a la persona que amaba, pero, aunque quisiera que todo volviera ser lo de antes no podía, mis padres ya no estaban, estaban muertos, aunque nunca los entendí, siempre los quise, siempre estuve con ellos, mi mamá estaba en todo, toda mi infancia fue muy linda, pero mi adolescencia no, menos ahora, tuve que crecer y ser una mujer precozmente, buscar trabajo, terminar como puedo el colegio y lo único seguro que tengo es mi casa, que aunque sea de mis padres es lo único que me queda.

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Mi Guardaespaldas es Romeo Santos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora