Capítulo 25: Reuiniones Inesperadas.

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Abrazo a Camila con tanta fuerza que ella empieza a patalear y decirme que la suelte porque la estoy aplastado, la dejo de abrazar pero sigo teniendo a Camila en mis brazos, sus ojitos verdes que me recuerdan a Sara pero en ellos no hay maldad, hay amor y comprensión. Me siento un poco estúpido al alejarme de ella varios días y culpable por no pensar en ella cuando decidí intentar suicidarme, quería ser fuerte para ella pero al final hice lo contrario; fuí cobarde, egoísta y lo peor de todo es que no puedo revertirlo. Ya me encantaría tener el poder para revertir todo y hacer todo menos eso, Aritz tenía razón.

— ¡Papá! Te extrañé mucho. —Dice con una sonrisa mientras me abrazaba con fuerza.

— ¡Aleluya!. —Grita Steve emocionado y se acerca a mi con una sonrisa. —Has vuelto a hablar, León. —Me susurra al oído.

—Ah, es cierto... —Digo sorprendido.

Aunque me siento feliz porque he vuelto a hablar, ¿Realmente me merezco volver a hablar? Es contradictorio, lo sé, pero no sé cómo sentirme en este momento. Por un lado tengo a Camila que no quiero preocuparla más y por el otro me dice que nada de esto hubiera pasado sí no existiera. ¿Que tengo que hacer en este momento?.

— Papá, ¿Podemos ir al parque?. —Pide mientras me mirá con una sonrisa, Dios, ¿Cómo puede esta niña cambiarme todo mi mundo con una sonrisa?.

— Claro. —Digo con una sonrisa.

Camila, Isaac y yo vamos al parque más cercano, en esta situación no me importa ir cubierto por una mascarilla o sudadera, quiero estar lo más descubierto; no me importa sí al final todos hablan porque al fin y al cabo ya toda mi vida se ha arruinado por completo, al menos quiero que hablen algo real de mi. Que amo con todo mi corazón a Camila y es el amor más puro, genuino que he tenido en toda mi vida. Quiero que hablen de eso a qué digan mentiras de mi vida.

Pasamos dos horas en el parque, aunque hubo periodistas que se me acercaron para preguntarme cómo estaba y de quién es la niña (o sea Camila), aunque Isaac respondió que Camila era su sobrina y que se alejarán de la forma más positiva aunque realmente quería golpear a los periodistas. Algunas veces los periodistas llegan a ser pesados de vez en cuando.

Finalmente Camila se canso y la llevamos a la casa de Steve, la acosté en mi cama y la arrope. Isaac me esperaba en la puerta con los brazos cruzados con una mirada seria.

— ¿Ya? Necesito hablar contigo, ahora. —Pide y sale de la habitación, suspiro. Ahora sí que me van a dar un sermón bueno.

Sigo a Isaac y vamos a una cafetería cercana. Isaac pide un vaso de agua para mí y para él. Nos sentamos en una mesa en completo silencio. Odió el silencio, prefiero romperlo yo antes de que Isaac me lance el vaso por telepatía.

— Lo siento. —Me disculpó, él tiene los brazos cruzados y no aparta su mirada de mí.

— ¿En serio lo sientes?. —Pregunta molesto, ya viene el sermón. —¡Por casi mueres maldita sea, Wilson! ¡¿Que hubiera pasado sí morias?! No, mejor cambio la pregunta, ¡¿Que hubiera pasado con Camila, Sara y yo sí morias?! ¿Que creés que hubiera sentido Camila siendo una niña de cinco años sí hubieras muerto? Maldita sea, Wilson, ya perdí a mi hermano, ¿Necesito decirte que no necesito más muertes a mi alrededor? Por Dios, ¿Que paso en tu cabeza para que decidieras hacer eso?. —Grita aún más molesto y puedo ver cómo su rostro se vuelve rojo, no de vergüenza, es de coraje.

Después de que Isaac se calma después de decir todo lo que acaba de decir no soy capaz de ocultar las ganas de llorar, ¿Porque soy tan inútil y tan egoísta?. No entiendo como es que la gente puede ver algo bueno en mí cuando no tengo nada bueno. Simplemente no lo entiendo, ¿Porque Isaac sigue aquí de todas formas? No merezco que me ame, merezco que me odie por lo egoísta que soy.

El Secretario De Mi Esposa. (Idea Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora