Capitulo 19: El Último Mensaje.

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Volví al hospital, pero no porque yo quisiera, sino porque Divit fue quién me encontró en el suelo y llamó a una ambulancia para llevarme. Aunque estaba en el hospital, la escena todavía perdura en mi memoria como sí quisiera que yo no lo olvidara.

Supongo que lo consiguió, porque no puedo sacarla de mi mente, lo único bueno que ha pasado es que Isaac finalmente despertó, pero con una mala noticia y es que la bala estaba cerca de la columna de Isaac, el doctor dijo que había posibilidades de que Isaac podría volver a tener movilidad en las piernas con rehabilitación, y que tenía suerte que la bala no tocara su columna, pero también cabe la pequeña posibilidad de que Isaac quede paralítico para siempre y de solo pensar en eso me da miedo, tal vez más miedo de haber visto una escena tan macabra como la que ví en la casa de mi abuelo.

No debí haber contratado a Isaac en primer lugar, y ahora aunque siga con vida, se la arruine de la peor forma posible, ¿Siquiera tengo derecho a amarlo de esta manera tan egoísta? La verdad... Es que no, no tengo derecho a nada, no tengo derecho a imaginarme una vida diferente a la que vivo, no tengo derecho a amar a Isaac y eso me consume la vida, al menos Sara, Aritz y mis padres han dicho la verdad, soy un inútil y un maldito egoísta que lo desea todo cuando no puede tener nada.

Sentí como la mano de Isaac se enredaba en mi cabello, me encantan sus caricias, aunque sean pocas y raras veces, me gustan y calman este corazón que no se calma con nada que no sean las caricias de Isaac Davies. Me siento en paz con él, es algo que no puedo evitar, es todo culpa de él por ser tan amable conmigo, sí no hubiera entrado a mi vida, nada de esto hubiera pasado, supongo que cualquier recuerdo o sentimiento por Isaac en la universidad no los recordaría y quedaría como un recuerdo escondido en mi mente, yo por mi parte seguramente seguiría con la rutina antes de conocerlo, nunca me hubiera sentido tan culpable por esta situación.

Tal vez en éste momento, estaría en casa en mi habitación pensando “¿Que hago con mi vida?” no tenía nada del cual aferrarme a la vida, si alguien me ponía una pistola en la cabeza, le hubiera dicho a la persona que apretará del gatillo y acabará con mi miserable vida. Ahora, pues... Supongo que todavía sigue siendo miserable, pero la diferencia del antes y del ahora es que siento cosas que creí extintas desde un principio y ya no quiero soltar esa alegría y esperanza, Isaac es lo que me mantiene con vida, no lo voy a negar, es el único que ha penetrado el muro de mi castillo para no salir lastimado y ahora es una adicción que no quiero soltar. Sí, Isaac es mi droga favorita para adormecer mi dolor.

Pero si quiero que Isaac esté bien, tengo que dejarlo ir, es lo correcto.

— Supongo que renunciaras, ¿Verdad?.— Dije un poco triste, su mano se detuvo y pensé que ya no tendría más caricias, pero el maldito me jaló del pelo con fuerza.— ¡Ay!.

— Es para que no digas idioteces.— Sonrió débilmente, tenía una venda en el cuello, su cabello estaba despeinado.

— No estoy diciendo idioteces, estoy hablando en serio.— Dije serio y me frote la cabeza, más donde Isaac me jaló del pelo.

— No lo parece, quita la mano.— Dijo serio y me apartó la mano de mi cabeza para jugar con mi cabello.

No sé que tendrá mi cabello para que Isaac esté jugando con el, pero sea lo que sea, me gusta como enreda sus dedos en mi cabello, da calma.

— Yo creó que sería más recomendable que renunciaras.— Dije serio.

— Ya te dije que no, cierra la boca un poco.— Dijo serio. Tal como dijo, cerré la boca sin decir nada.

— ¿Cómo estás?.— Pregunté preocupado.

— Tieso... Bueno, medio tieso.— Dijo casi bromeando.

El Secretario De Mi Esposa. (Idea Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora