Capitulo 13

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"Renacer"

Emma

Sé que hay amaneceres hermosos que pintan el cielo con tonos de rosa y dorado, pero ninguno se ha sentido tan especial como el de hoy.

Cuando entré en la cocina, el aroma cálido del café recién hecho me envolvió, y vi a Axel preparando algo con una concentración que lo hacía ver aún más atractivo. Fue como si una tormenta del pasado me atrapara de repente, pero en el mejor sentido posible; una de esas tormentas que transmiten paz y dejan un arcoíris resplandeciente en el cielo al final de la calma.

No tengo idea de por qué Axel decidió aparecer aquí ayer ni por qué, en un estado un tanto ebrio, me pidió pasar el día juntos hoy. Sin embargo, no pude negarme; mentiría si dijera que no lo deseo. La verdad es que mi corazón se acelera con solo pensar en él. Admito que me tomó completamente por sorpresa cuando me atrajo hacia él y me susurró que durmiéramos juntos en ese sofá, como tantas veces lo hemos hecho antes.

No sé qué pasa por su cabeza cuando nos sentamos en ese mismo sofá, donde tantas memorias han sido tejidas entre risas y confidencias. Él enciende la televisión con la misma normalidad de siempre, como si hace dos meses yo no le hubiera roto el corazón de manera cobarde y dolorosa. Cambia varios canales hasta detenerse en uno en particular. No sé si tenía esto planeado o si simplemente fue una casualidad del destino, pero mi cara se vuelve completamente roja al darme cuenta de que están pasando un documental sobre pingüinos.

Me giro hacia Axel con un ligero enfado, olvidando momentáneamente que él aún tiene motivos para resentirme e impedirme acercarme a él como solía hacerlo. Pero no puedo evitarlo; la vergüenza es demasiado intensa para ignorarla.

—¿Recuerdas aquella vez que...? —pregunta él con una sonrisa traviesa que ilumina su rostro.

Me sonrojo al instante, tanto por su calidez repentina como por el vergonzoso recuerdo de nuestro primer año universitario.

—¡Oh no! No me lo recuerdes... —respondo rápidamente.

—¡Pero si fue épico! —exclama Axel, riendo entre dientes—. Intentaste impresionar a toda la clase con tu presentación sobre los pingüinos. Te pusiste un disfraz de pingüino y te caíste justo cuando comenzaste a hablar.

Me cubro el rostro con las manos mientras río también, sintiendo cómo la risa se mezcla con la vergüenza.

—Me resbalé durante la presentación y caí de espaldas. ¡La clase entera estalló en risas! —digo entre carcajadas.

—Y te levantaste como si nada hubiera pasado, continuando con tu discurso sobre cómo los pingüinos son aves que no vuelan —comenta Axel entre risas más audibles—. Nunca olvidaré tu cara de determinación mientras intentabas recuperar el control.

Río aún más fuerte al recordar cómo intenté actuar con confianza después de esa caída desastrosa.

—Lo peor fue que ni siquiera sabía si debía reírme o seguir hablando. Al final, decidí reírme con ellos —confieso, sintiendo la calidez de ese recuerdo compartido.

Axel se inclina hacia adelante y no puedo evitar sentirme nerviosa ante su cercanía. No sé qué pasa por su cabeza en este momento, pero su presencia me hace olvidar por completo que ya no estamos juntos.

—Esa fue una lección valiosa: nunca subestimes el poder de un buen tropiezo para hacer reír a los demás —dice entre risas y nostalgia.

—A veces pienso que esa caída me hizo más popular que cualquier otra cosa que hubiera hecho en la escuela —confieso con sinceridad.

La teoría de las constelaciones ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora