"No te perderé otra vez"
Axel
Me despierto con la luz del sol filtrándose a través de las cortinas. El suave brillo dorado ilumina la habitación, pero algo en la atmósfera me hace sentir inquieto. Miro el reloj y noto que ya son las diez de la mañana. Emma nunca se quedaría en la cama tanto tiempo. Me incorporo, estirando los brazos y sintiendo cómo mi cuerpo se queja por la falta de sueño, pero lo que más me preocupa es su ausencia.
La cama está fría a mi lado, y eso me deja un nudo en el estómago. No hay rastro de ella, ni una nota, nada. Siento un escalofrío recorrerme al pensar que algo no está bien. Me levanto rápidamente y me visto, la ansiedad apretando mi pecho mientras pienso por qué se fue así sin avisar.
Decido ir a su casa. El trayecto es una mezcla de pensamientos oscuros y esperanzas tenues. ¿Qué pudo haber pasado? ¿Acaso he hecho algo que la hiciera querer irse? La idea de perderla de nuevo me aterroriza más que cualquier cosa que pudiera imaginar.
Cuando llego a su puerta, el corazón me late como un tambor en mi pecho. Toco suavemente, casi temeroso de lo que puedo encontrar al otro lado. Después de unos minutos que parecieron eternos, Emma abre la puerta. Su mirada es seria, casi distante, y eso me hace sentir aún más inquieto.
—Hola —digo, tratando de sonar casual mientras mi mente corre a mil por hora.
—Hola —responde ella con voz suave pero firme.
La invitación a entrar es tácita, así que cruzo el umbral. La casa huele a café fresco y pan tostado, pero no hay nada en su expresión que indique que se siente bien. Me siento en el sofá mientras ella se mueve por la cocina.
—¿Que pasó ? —pregunté finalmente, incapaz de soportar el silencio— ¿Por qué te has ido sin decirme nada?
Emma respira hondo antes de girarse hacia mí. Sus ojos reflejan una mezcla de tristeza y determinación.
—Axel... hay algo que necesito decirte —comienza, sus manos temblando ligeramente mientras juega con una servilleta en su mano.
Mi corazón da un vuelco al ver lo nerviosa que está.
—Yo también necesito decirte algo, pero primero tú.¿Qué sucede? —insisto, sintiéndome cada vez más ansioso.
Ella toma asiento frente a mí.
—Vi la carta —dice finalmente—. La carta de aceptación para tu trabajo en Italia.
El mundo se detiene por un instante. Recuerdo haber hablado sobre esa oportunidad con ella en algún momento, pero nunca imaginé que ver ese papel podría provocar tal reacción en ella.
—Emma... —empiezo a decir, pero ella levanta una mano para detenerme.
—No quiero ser un obstáculo para ti —continúa—. Sé cuánto significa esto para ti y no puedo interponerme en tu camino hacia tus sueños.
Mis pensamientos se agolpan dentro de mí como una tormenta incontrolable. La idea de irme a Italia siempre ha estado acompañada por el sueño de compartir esa experiencia con ella. Nunca he imaginado que Emma pensara que debe renunciar a mí por mi propio futuro.
—Pero... yo quiero que vengas conmigo —le confieso sin poder contenerme más.
Ella parpadea sorprendida y su expresión cambia levemente al escuchar mis palabras.
—¿Qué? —pregunta, casi incrédula.
Tomo aire profundamente antes de continuar:
—Siempre pensé en Italia como una aventura para los dos. Quería construir algo juntos allí... no solo mi carrera sino también nuestra vida.
Un silencio pesado llena la habitación mientras las palabras flotan entre nosotros. Veo cómo sus ojos se iluminan lentamente con una mezcla de esperanza y confusión.
—Axel... no sabía que sentías eso —dice finalmente, su voz temblando ligeramente—. Pensé que te gustaría más la idea de ir solo y... no quería ser la razón por la cual te quedaras aquí cuando podrías alcanzar tus metas.
Me acerco un poco más hacia ella, sintiendo cómo los latidos de mi corazón resuenan en mis oídos.
—Emma, eres mi meta también —le digo con toda la sinceridad del mundo—. Siempre lo has sido. No quiero dejarte atrás; quiero compartir cada momento contigo.
Ella muerde su labio inferior mientras reflexiona sobre mis palabras; puedo verlo claramente en su rostro: una batalla interna entre lo que siente y lo que piensa que es lo correcto hacer.
Finalmente, rompe el silencio:
—Entonces... ¿quieres que vaya contigo a Italia?
La pregunta es como un rayo iluminando mis pensamientos oscuros; todo parece posible nuevamente.
—Sí —respondo sin dudarlo ni un segundo—. Quiero que vengas conmigo si eso es lo que quieres también.
Su rostro se ilumina con una sonrisa genuina por primera vez desde que llegué; es como si todo el peso del mundo hubiera desaparecido al instante entre nosotros.
—Entonces hagámoslo —dice con entusiasmo—. Vamos juntos a Italia y comencemos desde cero allí.
En este momento todo cobra sentido; los miedos y las dudas se desvanecen dejando solo claridad y emoción ante nosotros. Podemos afrontar cualquier cosa juntos si tomamos el camino correcto lado a lado.
Nos levantamos del sofá casi al mismo tiempo; nuestras manos se encuentran instantáneamente como si estuvieran destinadas a estar juntas desde siempre. En ese contacto hay promesas silenciosas de aventuras compartidas y sueños cumplidos. Siento una oleada de gratitud invadir cada rincón de mi ser: por Emma, por nuestra conexión y por todas las posibilidades del futuro que nos aguardan en Italia.
De repente entiendo algo fundamental: no importa dónde estemos físicamente; lo verdaderamente importante siempre será estar juntos, apoyándonos mutuamente mientras perseguimos nuestras pasiones e intereses comunes.
A partir de ahora empezaremos nuestro viaje hacia Italia: dos estrellas dispuestas a explorar no solo un nuevo universo, sino también los recovecos más profundos del amor y la vida que juntos hemos soñado.
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La teoría de las constelaciones ©
ContoEn una constelación donde el orgullo puede ser más fuerte que el amor, Emma y Axel se reencuentran en la encrucijada de sus sentimientos. Después de dos años de una hermosa relación que se desvaneció por malentendidos y rencores, el orgullo decide s...