Capitulo 18

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"La teoría de las constelaciones"

Axel

Si antes alguien me hubiera dicho que era posible tocar las estrellas sin necesidad de viajar al espacio, no le hubiera creído. Pero en este momento, me siento como si estuviera flotando en medio del cosmos, sin una maldita cúpula que me mantenga respirando.

Es como contemplar auroras boreales más brillantes y observar el sol a pocos metros de distancia, aunque sé que me quemaría en el intento. Siento planetas orbitando en cualquier dirección, supernovas estallando, y miles de nebulosas gritando fuerte que las inmensas ganas que tengo de Emma no cabrían solo en un simple universo.

Entiendo de cargas opuestas que se atraen, y de magnetismos que te erizan cada centímetro de la piel. Hay una sensación tan profunda y sutil a la vez, que me hace creer que ya no tengo los pies sobre la tierra, que el amor que le tengo y todas las cosas que hemos creado han desafiado cada ley física conocida. Hoy, la gravedad no existe y el multiverso se fusiona; es como si cuando estoy con Emma, todo el sentido común se desvaneciera. Me hace dudar sobre si ella es real o simplemente un sueño del cual no quiero despertar.

Emma es todo lo que quiero en mi vida; lo supe desde el primer momento en que la vi. Lo supe cuando nuestras miradas se cruzaron por primera vez, cuando nos dimos nuestro primer beso, cuando hicimos el amor por primera vez. Incluso lo supe cuando pensamos que nuestra conexión se había quebrado en aquella terraza; y lo sé hoy y ahora: el universo nos ha demostrado que estamos hechos de constelaciones.

Eso somos: una constelación de dos estrellas perdidas en medio del espacio, destinadas a encontrarse una y otra vez. ¿Qué importan los agujeros negros? ¿Qué importa que existan otras galaxias? Si la única estrella de millones que realmente me importa es ella. Así será siempre. No necesité más que un contacto visual para saber que había encontrado mi otra mitad.

Sabes ese momento en el que crees que no eres nadie, que no encuentras un lugar en este mundo cruel, mientras todos parecen encajar excepto tú. Así me sentía antes de ella: perdido, solo e incompleto. Era como ser una constelación de una sola estrella; pero ahí está el punto: no existen constelaciones de una sola estrella. Emma es y será siempre la otra mitad de mi constelación. De alguna manera inexplicable y mágica, siempre estaremos conectados el uno al otro. No por un hilo rojo, sino porque pertenecemos al mismo sistema caótico del universo.

No hay luz sin oscuridad; no hay días sin noches; no hay un sur sin un norte; no hay sistema solar sin planetas. Cada elemento tiene su contraparte esencial. Y en este momento en el que me fundo para siempre con ella, nunca existirá Axel sin Emma.

Ella es la luna que ilumina mis noches y transforma mis días en algo extraordinario. No importa cuán grande sea el universo o cuán complicadas sean las circunstancias a nuestro alrededor; lo único relevante es la conexión pura y sincera que descubrimos. Cuando pienso en cómo nuestras vidas se entrelazaron como dos suicidas supernovas flotando al ritmo del abismo, me doy cuenta de cuán afortunado soy por haberla encontrado.

La vida puede ser caótica y desafiante, pero con ella a mi lado, cada desafío parece más manejable. Ella es mi paraguas en la tormenta y mi refugio en tiempos inciertos.

A veces reflexiono sobre cómo sería mi vida de no habernos cruzado otra vez en aquella cafetería. No quiero imaginarlo porque eso significaría regresar a esa soledad abrumadora de aquellos dos meses donde nada parecía tener sentido.

En este inmenso universo donde todo parece posible y a la vez inalcanzable, nuestro amor es ese rincón seguro donde puedo ser yo mismo sin reservas ni miedos. Emma tiene esa habilidad especial para ver más allá de mis inseguridades y descubrir la esencia genuina de quien soy. Y eso es algo invaluable: ser visto y aceptado por completo.

Así seguimos navegando por este cosmos juntos, creando nuestra propia realidad dentro del caos universal. Nuestras risas son ecos entre las estrellas; nuestras lágrimas son cometas fugaces cruzando el cielo nocturno. Y cada momento vivido juntos se convierte en una nueva estrella añadida a nuestra constelación personal.

No importa qué obstáculos enfrentemos o cuántas tormentas pasemos; sé con certeza que siempre encontraremos nuestro camino de regreso uno hacia el otro. Porque eso hacemos: nos encontramos una y otra vez entre las estrellas.

Así soy yo cuando pienso en ella: un viajero estelar buscando siempre su hogar entre las constelaciones infinitas del amor verdadero.

Porque existen estrellas que están destinadas a encontrarse. Son las más brillantes, aquellas que habitan en la lejanía del espacio y brillan intensamente entre sí. El universo traza un camino cósmico para guiarlas en su encuentro. Así, separadas y unidas al mismo tiempo, nacen las constelaciones.

La teoría de las constelaciones ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora