"Vértigo a sus besos"
Emma
Le devuelvo el beso con efusión y anhelo. Había olvidado lo bien que se sentía besar a Axel. La calidez de la cercanía de su rostro. La sutileza del roce de sus manos en mi rostro. Su respiración errática mezclada con la mía. El tornado de sensaciones que siempre me ha provocado tenerlo a esta distancia. La familiaridad de sus besos es abrumadora, conozco cada milímetro de sus labios y se siente demasiado bien lo mucho que nos entendemos con apenas solo un beso.
De momento olvido que me encuentro encerrada en una cápsula que asciende, olvido mi vértigo a los espacios cerrados, porque en lo único que puedo pensar en estos momentos, es en que Axel ha debido de hacer un pacto con el ascensor para llevarme más allá de las estrellas y las constelaciones. Su olor, su sabor, su cuerpo pegado al mío. Todo se mezcla en una danza caóticamente hermosa y perfecta.
No se cuanto cuanto tiempo pasa ni en qué momento el ascensor se abre. Solo se que necesito más de él, así que gruño contra su boca aún con los ojos cerrados. Busco sus labios nuevamente y los atrapo entre los míos. Lento. Suave. Efusivo. Y siempre cargado de nostalgia como todos nuestros encuentros.
Nos separamos por un momento efímero en el que él persigue mi mirada y yo me reflejo a través de la suya, ambos con una sonrisa cargada de complicidad y una especie de paz por sentirnos nuevamente en casa. El me acaricia el labio inferior con el pulgar y yo observo los suyos hinchados por la intensidad del momento.
Entonces comprendo que el vértigo que sentía por los espacios cerrados, no es nada comparado con el vértigo que siento cuando estoy con Axel. Porque pueden existir diferentes tipos, pero yo descubrí algunos que no sabía que existían.
Vértigo a su mirada.
Vértigo a su piel.
Vértigo a sus besos...
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La teoría de las constelaciones ©
Cerita PendekEn una constelación donde el orgullo puede ser más fuerte que el amor, Emma y Axel se reencuentran en la encrucijada de sus sentimientos. Después de dos años de una hermosa relación que se desvaneció por malentendidos y rencores, el orgullo decide s...