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Aquel día había partido del equipo escolar, por lo que Rodrigo había ido con intriga al campus. Estando en las gradas, pudo observar como el lugar se llenaba y no fue hasta que alumnos uniformados iban apareciendo en una fila bien organizada, fue que recordó el espectáculo de la cafetería donde anunciaban su encuentro. Si bien era una presentación, las audiciones estaban sucediendo después del partido para no quitarles protagonismo, aprovechando ese momento para poder lucir la nueva rutina.

Se sorprendió al reconocer los chicos de la cafetería, y además, el cuarto chico con el que había tenido la mala hazaña de encontrarse y detestarse desde el primer momento en que se conocieron. No pudo evitar agrandar los ojos ante la agilidad y coordinación que tenían como equipo para cada una de las acrobacias, pero se negó a pensar que eran buenos porque su equipo no se comparaba con ellos, por supuesto que no, primero se aventaba de un avión antes de siquiera pensar en aquello. El público les gritaba con emoción, aplaudiéndoles con cada movimiento, cada tiro y cada voltereta que daban, dejando a Rodrigo un tanto sordo por el ruido al estar a mitad de toda la multitud.

Cuando terminaron la rutina, Rodrigo se enfocó en los cuatro chicos al centro, tratando de adivinar sus puestos en la escuadra una vez que terminaron con optimismo. Sus sonrisas y la posición eran limpias, sorprendiéndose aún más cuando Iván, aquel chico que solo pensaba en discutir con él, lo miraba con un gesto burlón. Giró los rostro al resto del equipo, ignorando su mirada por completo hasta que salieron de ahí, permitiéndose ver su espalda mientras caminaba a la salida con cierta aura de superioridad, sobresaltando sobre los demás.

—¡No se olviden de las audiciones! Los estaremos esperando- Sebastián exclamó sobre el ruido del público, alborotándolos aún más.

Rodrigo se levantó de su asiento, ya había visto suficiente por aquel día y ahora deseaba poder regresar a casa. Bajó de las gradas y caminando hacía el estacionamiento observó como el equipo se encontraba hablando animadamente después de su presentación, tratando de sacarles la vuelta hasta que fue interceptado.

No esperaba menos, de hecho. Ese chico solo estaba viviendo para molestarlo y solo se trataba del primer día de clases.

—Debes de haber creado una clase de obsesión si me persigues todo el día.

—No esperaba verte en la presentación, no imaginé que fueras porrista- murmuró con el ceño fruncido.

Iván se encogió de hombros, cruzándose de brazos—No es como si les dijera a todos los que conociera que soy porrista. De todas maneras no es una clase de presentación demasiado... particular.

—¿Y por qué no?

—¿Crees que es bien visto ser hombre y dedicarte a la animación? Sigue sin ser muy común por estos rumbos.

—Yo soy porrista, capitán del equipo, tampoco era bien visto el ser hombre y liderar a la escuadra, pero lo digo con orgullo.

—Lo sé, lo dices cada que nos vemos- empujó su lengua contra el interior de su mejilla, entrecerrando los ojos en su dirección.

—¿Quién dice qué cada que se ven?- Sebastián apareció a sus costados, sorprendiéndolos.

—El chico fue porrista en su anterior escuela—murmuró Iván con desinterés.

—¿Piensas audicionar? Si fuiste porrista en tu anterior escuela supongo que te gustará también formar parte de aquí- Edward recargó su brazo sobre el hombro de Sebastián, uniéndose a la conversación.

—No, no podría animar nuevamente- negó con mal gesto, alejándose un par de pasos.

—¿Por qué no? La vida de un animador es animar, ¿Por qué dejarlo?- Sebastián inquirió con tono dudoso, queriendo saber más.

Antes de que Rodrigo pudiera excusarse, Iván soltó una carcajada burlona, palmeando las espaldas de sus amigos antes de retirarse.—Déjenlo, chicos. Dudo que siquiera esté a nuestra altura, no podría seguirnos el ritmo.

—Pero no lo conoces, Iván...- Edward fue interrumpido por la mirada del mencionado.

—Lo conozco. Con su apariencia de Barbie, sonrisa que parece certamen de belleza, su cabello que parece estar respaldado por un par de miles de dolares y aquel rostro que parece angelical pero todo lo que dice es todo lo contrario a su apariencia. No tiene lo necesario para ser un Guerrero, no pierdan el tiempo.

—Mi escuadra los haría cenizas, quedarían como simples principiantes a su lado- Rodrigo murmuró entre dientes, disgustado.

—¿En serio? Demuéstralo- Iván se giró sobre sus talones, deteniéndose justo enfrente suyo.

Sus miradas chocaban, la atmósfera se convirtió en una terrible nube de tensión e incomodidad entre los dos chicos, provocando que los demás retrocedieran un paso para poder ver la rivalidad existente entre ambos.

—¿Y si quedo en el equipo?- Rodrigo mostró una sonrisa de suficiencia, confiado con sus movimientos.

—Apuesto que no será de esa manera.

—No estoy interesado- le guiñó el ojo antes de apartarse, emprendiendo camino una vez más a su auto.

—Cómo quieras, de todas maneras como animador no tienes las agallas para enfrentarlo- Iván escupió las palabras en su dirección, observando como se alejaba mientras ignoraba sus palabras por completo.

Obtuvo una mirada de reproche entre sus amigos presentes, frunciéndoles el ceño con molestia. Él solo decía la verdad, si sus amigos no querían ver ello era su propio problema, pero mientras aquel chico siguiera tan mezquino con él y dando una falsa imagen de tener todo su control, seguiría siendo igual con él.

Cheerleader- adap RODRIVAN!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora